[Nota editorial: Aprovechamos este mensaje de Raúl Dargoltz sobre la conquista de América, el indigenismo y la reinvidicación de la Patria Grande criolla, para iniciar un nuevo debate de Historia Inmediata, hasta ahora desarrollado país a país (salvo los temas de la colonización e la historiografía latinoamericana). C. B.]

 

Queridos amigos:
 
Les envio mi opinión sobre el 12 de octubre y sobre Bolivia, que por cierto, ya no atañe solamente a este país. Es de toda nuestra Patria Grande, sueño de San Martin, Artigas y Bolivar. Estamos viviendo una hora americana. «Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan», como dice el manifiesto liminar de la Reforma Universitaria de Cordoba de 1919 y que se extendió por toda nuestra Amèrica.
 
El 12 de octubre de 1492 los europeos «descubrieron» un «nuevo mundo» desconocido. Cristóbal Colon descubrió por error la «terra nova» y Américo Vespucio la denominó con su nombre. También los «indios» o aborígenes descubrieron un «mundo nuevo», el europeo, ya que el suyo propio era tan viejo como las civilizaciones que los «civilizados» europeos vinieron a descubrir y que dominaron a sangre y fuego.

 

Europa encontró una justificación científica y filosófica de  esta empresa colonial. Un mundo tan diferente de la colosal civilización  europea tenía que ser salvaje o «barbaro», como los llamaron los romanos  a los extranjeros. Aunque los mayas conocieran el cero o tuvieran un  calendario superior al gregoriano, conocido recién en 1582. Aunque la  hermosa capital azteca Tenochtitlán, fuera diez veces mayor que Londres y  que Madrid. La conquista fue la primera globalización para América. Hegel, el gran filósofo, pronunciaría una sentencia lapidaria :»América  del Sur es antes naturaleza que historia. A las espaldas de América no  hay nada. América del Sur está fuera del espíritu». Muchos  latinoamericanos creyeron que la verdadera historia era europea ya en  América sólo existía la barbarie.
 
La conquista fue un gran genocidio. Las minas de Potosí se  tragaron 8.000.000 de vidas humanas. Los peruanos perdieron 3.000.000 de  personas en 30 años y en otras regiones andinas hasta el 80% de los  hombres. La Conquista fue responsable de las muertes en las guerras, gran superioridad de los conquistadores en armamentos, y hay que sumar las enfermedades transmitidas por los conquistadores, la sub alimentación, el cambio del habitat y de las costumbres, las deportaciones masivas, y el gran avasallamiento de sus culturas, de su organización comunitaria tradicional. Estallaron todos los sistemas de valores morales, incluidos los religiosos, y los aborígenes perdieron el sustento anímico que les posibilite resistir a la opresión colonial. Los «hispanistas», partidarios de las «leyendas rosas» niegan este genocidio. Alegan entre los beneficios de la conquista, la «obra cultural de España», la falta de prejuicio racial de los conquistadores que se advertía en la rápida multiplicación del número de los mestizos.
 
Roberto Ferrero dice que Latinoamérica fue producto de una violación y entonces el hijo nacido del abuso puede hablar el idioma del padre sin estar obligado a ensalzar al propio ofensor. De esta forma los hijos de América Latina, hablamos el idioma de España y Portugal y defenderemos la cultura heredada y mezclada sin tener por ello la obligación de hacer la apología de la conquista. La conquista española fue cruel pero no fue más que la Conquista del Far West norteamericano donde los carapálidas masacraron a los aborígenes, saqueándoles sus tierras y sus recursos naturales. Argumentos olvidados por los que ansiaron haber sido colonizados por Inglaterra, como los Estados Unidos, en vez de los españoles que difundieron atraso, ignorancia, fanatismo, «la cruz y la espada».
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No podemos exigir para las poblaciones indígenas su independencia y tener estados propios. De esta forma crearíamos estados aymará, quechua, toba, wichi, etc. sumando una nueva fragmentación étnica a nuestro continente tan dividido políticamente. Las reinvindicaciones indigenistas, legítima preocupación por la situación de exclusión de los pueblos originarios, introduce una nueva diferenciación y antagonismo entre los latinoamericanos.
 
José C. Mariátegui identificó al Indio con el campesino y planteó que el verdadero problema no era el racial sino que el indígena era un campesino despojado de sus tierras y condenado a su economía natural. Con el actual proceso de urbanización en América Latina y la inmigración de cientos de indígenas despojados de su habitat a las grandes ciudades el problema indígena lejos de ser «nacional» es uno de los aspectos de la cuestión social que afronta nuestro continente empobrecido por la acción de los intereses imperiales y extra nacionales. Como es la lucha que está llevando a cabo Evo Morales en Bolivia. Reinvindicamos las culturas indígenas que enriquecerán la gran cultura de nuestra América Latina, de nuestra «raza cósmica» al decir del mejicano Vasconcellos.
 
La actual crisis económica mundial, con la explosión del corazón del capitalismo nos enfrenta a los latinoamericanos del Unasur y del Mercosur a una gran oportunidad, un gran desafío histórico. Tenemos que buscar, nos guste o no, nuevas salidas, porque el actual sistema globalizador ya no las ofrece. Debemos encontrar entonces un nuevo 12 de octubre, que será el del descubrimiento de la América Criolla , la Patria Grande por la que soñaran nuestros próceres. Debemos recrear un orden nuevo diferente, sin tantos excluídos y hambrientos. Como predicaba Ricardo Rojas con su Ollantay, y el nacimiento de una nueva raza: » Yo Un Orden Nuevo Para el Hombre Fundo»
 
 Raul Dargoltz
investigador del Conicet
Profesor de Historia Social Regional
Universidad Nacional de Santiago del Estero
Argentina

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M. Raúl Dargoltz Dargoltz. Raúl Dargoltz, vous avez raison de rappeler l’histoire chaotique et détestable de la colonisation, pour autant les Européens doivent-ils opter pour une forme de repentance ? Je n’en suis pas sûr. Par contre, comme vous, je pense que l’Amérique latine a amorcé un tournant au cours la dernière décennie et, la crise financière actuelle ne fait que confirmer les différentes critiques émises par les gouvernements latino américains, dits de gauche, sur les conséquences dramatiques du «Consensus de Washington» et de la déréglementation des marchés. Une nouvelle fois, l’Amérique latine semble devenir un laboratoire de pratiques politiques pour les Européens en raison de la diversité des expériences tentées et, surtout, de l’échec patent du néolibéralisme vécu par des millions de personnes – réalité à laquelle nous risquons d’être confrontés. Alors que ce nouveau courant, auquel vous aspirez, puisse naître. Cordialement. Nicolas Prognon (GRHI-UTM, France)
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