HAD-HI SE SOLIDARIZA CON LOS CAMPESINOS REPRESALIADOS DE SAN SALVADOR ATENCO (MEXICO), CON VALENTINA PALMA NOVOA Y DEMÁS COLEGAS EXTRANJERAS, MALTRATADAS Y EXPULSADAS, DIFUNDIENDO MODELOS DE CARTAS Y DESTINATARIOS EN ESPAÑA Y MÉXICO PARA PEDIR CUENTAS A LAS «AUTORIDADES COMPETENTES» POR LOS ACTOS
INNOBLES REALIZADOS POR UNAS SUPUESTAS «FUERZAS DE ORDEN PÚBLICO» CONTRA LA SOCIEDAD CIVIL DE ATENCO. MEXICO.

Aconsejamos vivamente leer con detenimiento, con sensibilidad humana y de historiadores, la carta-denuncia que reproducimos al final de Valentina Palma Novoa: todo un testimonio de la miseria humana de unos «machos» represores, todo un monumento historiográfico a la falta de derechos humanos y de género en el «primer mundo», todo un «Yo acuso» a una sociedad que se pretende democrática y moderna.

¡Qué no tengamos que recuperar mañana esta memoria histórica, amigos y amigas de HaD, hagámoslo ya !

Por una Academia Solidaria,

Carlos Barros
Coordinador de Historia a Debate
[email protected]
www.cbarros.com
www.h-debate.com

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Modelo de carta

Excelentisimo…..

Le escribo esta carta ante mi gran preocupacion ante el caso de los 5 extranjeros detenidos durante el asalto a Atenco. Los hechos sucedieron de la siguiente forma. Ciudad de México, 5 de mayo de 2006 Centro de Medios Libres D.F. 19:30 Los 5 extranjeros detenidos durante el asalto a Atenco fueron desaparecidos hace unos momentos en el camino entre la estación migratoria de iztapalapa y el aeropuerto internacional de la ciudad de México. Los desaparecidos por el Instituto Nacional de Migración son el estudiante de la Escuela Nacional de Antropología e Historia Mario Alberto Aguirre Tomic-Chile y los periodistas: Samantha Dietmar – Periodista Alemana, Maria Sostres Torrida y Cristina Vals Fernandez – ambas de España y Valentina Palma Novoa, de Chile, cineasta y documentalista, que participa en una película con María Novaro y estudia en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Ayer por la mañana fueron detenidos mientras ellos testificaban para proyectos académicos y medios independientes el asalto sangriento a la comunidad de San Salvador Atenco por cinco mil policías de corporaciones municipales, estatales y federales, 4 de estas 5 personas colaboran como periodistas en medios independientes. En las tomas de las televisoras se puede notar el momento en que son tomados por la policía golpeándolos violentamente cuando ellos no estaban en una actividad agresiva y portaban identificaciones visiblemente.

Durante el asalto y a lo largo del día hombres y mujeres fueron golpeados salvajemente, agredidos y violados sexualmente, hay muchos heridos graves, así como unos 60 desaparecidos a los que se suman estos 5 estudiantes y periodistas extranjeros, de los que el Instituto Nacional de Migración se niega a revelar el paradero, diciendo que no están ahí, pero tampoco en la Estación Migratoria. Se teme por su vida y su integridad física, dado las agresiones de los últimos días a la población civil.

Al detener a Valentina, hija del exilio chileno alcanzó a gritar «soy Valentina Palma», una de las reglas para personas en situación de represión enseñadas por la resistencia a las dictaduras. De tal manera no pudieron desaparecerla en ese momento, dado que la gente sabía que había sido detenida. En este momento está desaparecida junto con otro cuatro extranjeros y desde ahí gritan sus nombres. Por todos estos graves hechos pido a las autoridades Mexicano que lleve a cabo una investigación exhaustiva e imparcial en relación a la detención y desaparicion de Mario Alberto Aguirre Tomic, Samantha Dietmar, Maria Sostres Torrida, Cristina Vals Fernandez y Valentina Palma Novoa, haciendo públicas las conclusiones de la misma y enjuiciando a los responsables de estos hechos.

Pido a las autoridades tambien que se lleve a cabo una investigación exhaustiva e imparcial en relación a las detenciones y a la brutal accion de las fuerzas del estado el dia 5 de mayo en Atenco haciendo tambien públicas las conclusiones de la misma y enjuiciando a los responsables de estos hechos.

Esperando pronta respuesta le saluda:

Poner nombre, apellido y profesion

A____de Mayo de 2006, en ______,________

Consul de Mexico en Barcelona Jaime García Amaral
Consulado General de México en Barcelona
Paseo de la Bonanova, 55
08017, Barcelona
[email protected]

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Embajador de Mexico en España Gabriel Jimenez Remús
Embajada de Mexico en Madrid
Carrera de San Jerónimo, 46 28014 Madrid
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PROCURADURÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA
OFICINA DEL C. PROCURADOR

LIC. ALICIA PÉREZ DUARTE Y NORONA FISCAL ESPECIAL ADJUNTO
LIC. DANIEL FRANCISCO CABEZA DE VACA HERNÁNDEZ PROCURADOR GENERAL DE LA
REPÚBLICA
DIRECCIÓN PARA RECIBIR CORRESPONDENCIA: Av. Paseo de la Reforma No. 211-213,
Piso 16, Colonia Cuauhtémoc, Delegación Cuauhtémoc, México, D.F., Código
Postal 06500

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Carta de Valentina Palma Novoa
Santiago de Chile, Martes 9 de Mayo, 2006
 Mi nombre es Valentina Palma Novoa, tengo 30 años, de los cuales los últimos once he vivido en México. Soy egresada de la Escuela Nacional  de  Antropología e Historia y actualmente curso el cuarto año de Realización cinematográfica en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Tengo FM 3 de estudiante. A continuación quisiera relatar a usted los acontecimientos de los  que fui  testigo durante los violentos incidentes ocurridos en el poblado de San  Salvador Atenco el Jueves 4 de Mayo del 2006, los cuales terminaron con mi expulsión del país de manera injusta y arbitraria.

1.- El día miércoles 3 de Mayo, luego de ver las noticias en televisión  y  enterarme de la muerte de un niño de 14 años, mi condición deantropóloga y  documentalista hizo que me conmoviera con el deceso de este pequeño por lo  cual decidí dirigirme a San Salvador Atenco a registrar cual era la  situación real del poblado. Pasé allí la noche, registrando las guardias que la gente del pueblo  había montado y realizando entrevistas en las mismas. Hacía frío, me arrime a  las  fogatas que la gente del pueblo había montado mientras seguía registrando  imágenes. La luz del amanecer anunciaba un nuevo día: jueves 4 de Mayo.  Han de haber sido como las 6 de la madrugada cuando las campanas de la  iglesia de San Salvador Atenco comenzaron a sonar: tum tum tum tum, una y otra vez, mientras por el micrófono se vociferaba que la policía estaba  sitiando el poblado. Las bicicletas iban de un lado a otro, la panadería  de  un costado de la iglesia ya había abierto sus puertas y la calidez del olor  del pan recién horneado inundaba la calle junto con el ir y venir de los  campesinos en bicicleta. El señor que vendía atoles me dijo que tuviera  cuidado, que los que venían «eran muy cabrones».

Me dirigí a una de las guardias, donde los campesinos miraban en dirección  a la manada de policías que allá a lo lejos se veía. Metí el zoom de la cámara, me di cuenta que eran muchos y que cubiertos por sus escudos avanzaban dando pequeños, imperceptibles pasos. Sentí miedo, ellos eran muchos fuertemente armados y los campesinos pocos y desarmados. En lapantalla de mi cámara veo como uno de los policías apunta y dispara hacia nosotros un proyectil que cuando llego a mi lado pude oler y sentir  queera de gas lacrimógeno. Más y más gases lacrimógenos rápidamente fueron sepultando la calidez del olor a pan recién horneado y transformaron el angosto callejón en un campo de batalla.

El aire era ya irrespirable y me fui a la plaza mientras las campanas  sonaban con mas fuerza, por diferentes calles se veía a la policía a lo lejos avanzar. La poca resistencia que hubo por parte de los campesinos dejó  de resistir ante el ataque de las fuerzas policiales que abruptamente se  avalanzaron sobre los pobladores. Apagué mi cámara y junto con los demás corrí lo más rápido que pude. Frente a la iglesia había un edificiopúblico con las puertas abiertas y ahí me metí a esperar ilusamente que la turbulencia pasara. Habían ahí dos jóvenes resguardándose tambiénilusamente del ataque. Éramos tres y nos mirábamos las caras angustiados y conmiedo.

Cuidadosamente me asomé a mirar a la calle y vi como cinco policíasgolpeaban con toletes y patadas a un anciano tirado en el piso sincompasión alguna. Sentí más miedo, regresé y le dije a los otros dos jóvenes que necesitábamos escondernos más, que ahí estábamos muy expuestos.Ilusamente nos subimos a la azotea y acostados boca arriba mirábamos loshelicópteros  que como moscardones ronroneaban en el cielo, mientras el sonido de los  disparos fueron formando parte del paisaje sonoro del lugar. Una voz de  hombre violentamente nos gritoneaba «bajen a esos cabrones que están en la  azotea».

Primero bajaron los dos jóvenes, yo desde arriba miraba como losgolpeaban  y con pánico no quise bajar, ante lo que un policía gritó: «bájateperra, bájate ahora». Baje lentamente, aterrorizada de ver como golpeaban en la cabeza a los dos jóvenes. Dos policías me tomaron haciéndome avanzar mientras otros me daban golpes con sus toletes en los pechos, la espalda y  las piernas. Mis gritos de dolor aumentaban cuando escuche la voz dealguien  que preguntaba por mi nombre para la lista de detenidos, respondí: «Valentina, Valentina Palma Novoa», mientras un policía me ordenaba queme callara la boca y otro me golpeaba los pechos.

Una voz de hombre ordenó que me taparan con los escudos para que novieran como me golpeaban. Se detuvieron a un costado de la iglesia y ahí me ordenaron que junto a los demás detenidos me hincara y pusiera mis  manos enla nuca. Siguieron golpeándonos, mi celular sonó y una voz ordenó que registraran mi bolsa. En ese momento fui despojada de mi cámara de video, de  mi celular y mi pequeño monedero con mis identificaciones y quinientos pesos. Me levantaron de los pelos y me dijeron «súbete a la camioneta puta».Apenas podía moverme y ellos exigían extrema rapidez en los movimientos. Me  avalanzaron encima de otros cuerpos heridos y sangrantes y me ordenaron bajar la cabeza sobre un charco de sangre, yo no quería poner mi cabeza en la sangre y la bota negra de un policía sobre mi cabeza me obligó a  hacerlo. La camioneta encendió motores y en el camino fui manoseada por muchas manos de policías, yo solo cerré los ojos y apreté los dientes esperando quelopeor no sucediera.

Con mis pantalones abajo, la camioneta se detuvo y se me ordenó bajar, torpemente baje y una mujer policía dijo: «a esta perra déjenmela a mí» y  golpeó mis oídos con las dos manos. Caí y dos policías me tomaron para subirme al bus en medio de una fila de policías que nos pateaban.Arriba del bus otra policía mujer preguntó mi nombre mientras dos policías hombres pellizcaban mis senos con brutalidad y me tiraron encima delcuerpo de un anciano cuyo rostro era una costra de sangre. Al sentir mi cuerpo encima el anciano gritó de dolor, trate de moverme y una patada en la espalda me detuvo, mi grito hizo gritar al anciano nuevamente, que pedíaa dios piedad.

Una voz de mujer me ordenó que me acomodara en la escalera trasera delbus, así lo hice y desde ahí pude ver los rostros ensangrentados de los demás detenidos y la sangre esparcida en el piso. Sin estar yo sangrando, mis manos y ropa estaban salpicadas de sangre de los otros detenidos.Quieta y escuchando los quejidos de los cuerpos que estaban a mi lado, escuchaba como seguían subiendo detenidos al bus y preguntando susnombresen medio de golpes y gritos de dolor. No sé cuanto tiempo pasó, pero elbus cerró sus puertas y hecho a andar. Dimos vuelta cerca de dos o tres horas. La tortura comenzó y cualquier pequeño movimiento era merecedor de otro golpe más. Cerré los ojos y trate de dormir, pero los quejidos delanciano que estaba a mi lado no lo permitieron, el anciano decía: «mi pierna, mi pierna, dios, piedad, piedad por favor».

Lloré amargamente pensé que el anciano moriría a mi lado, moví mi mano y  trate de tocarlo para darle un poco de calma, un tolete fue a dar sobre mi  mano, ante lo cual, con un gesto, pedí compasión al policía que dejó de golpearme. Queriendo darle un poco de amor acaricie la pierna delanciano que por unos momentos dejó de quejarse.

 Le pregunte su nombre y me respondió. «Si me muero no lloren, hagan una fiesta por favor». Lloré en silencio sintiéndome sola en compañía de los otros tantos cuerpos golpeados, pensando lo peor; que nos llevarían a quien sabe que lugar y que ahí nos matarían y desaparecerían a todos. Por un momento me dormí, pero el olor a sangre y muerte me despertó. Al abrir los ojos vi la pared de una cárcel. El bus se detuvo y una voz ordenó que bajáramos por la puerta trasera. Me ordenaron pararme y la puerta se abrió y mi cara llorosa y descubierta vio una fila de policías, sentí miedo otra vez.

Desde abajo una voz ordenó que se cerrara la puerta y que losdetenidos debían salir con el rostro cubierto. Un policía me tapó la cabeza con mi chamarra y las puertas volvieron a abrirse otra vez. Abajo del bus un policía me agarro con una mano de los pantalones y con la otra  mantenía mi cabeza gacha. La fila de policías comenzó a tirar patadas a mi cuerpo y al de los demás detenidos que eran parte de la fila.La puerta del penal se abrió y nos avanzaron por estrechos pasillos en medio de golpes y patadas. Antes de llegar a una mesa de registro, cometí el  error de levantar la cabeza y mirar a los ojos de un policía, el cualrespondió a mi mirada con un golpe de puño duro y cerrado en mi estómago que me quitó el aire por unos momentos.

En la mesa preguntaron mi nombre, mi edad y nacionalidad, luego de eso me metieron a un cuarto pequeño donde una mujer gorda me ordenó quitarmetoda  la ropa, pedía rapidez ante mi torpeza producto de los golpes. «Señora estoy muy golpeada, por favor espere» le dije. Me revisó, me vestí nuevamente y volvió a cubrir mi cara con la chamarra.

Salí del cuarto y nos  ordenaron hacer una fila de mujeres para ingresar formadas y cabeza abajo al patio del  penal, que luego me entere que le decían «almoloyita» en la ciudad deToluca. Han de haber sido las dos de la tarde del jueves 4 de Mayo cuando ya estábamos dentro de las instalaciones del penal. Nos llevaron a un comedor y nos separaron a hombres y mujeres. En una esquina, en medio de llantoslas mujeres nos contábamos las vejaciones de las que habíamos sido objetos.Una joven me mostró sus calzones rotos y su cabeza abierta llena de sangre, otra contaba que la habían llevado en medio de dos camiones mientras la golpeaban, vejaban y decían «te vamos a matar puta». Otra joven me comentó que tal vez y estaba embarazada, todo en mediode llantos y apretones de manos solidarios. El estado de shock entre las mujeres era evidente. En frente nuestro los hombres conversaban entreellos mientras nosotras observábamos sus rostros sangrantes y deformados producto de la brutal golpiza. En eso estábamos cuando una mujer se acerca a nosotras y empieza a dar algunos nombres y pide que nos separemos del grupo.Éramos cuatro: Cristina, María, Samantha, Valentina. Se nos une al grupo unquinto; Mario.

Éramos los cinco extranjeros detenidos. Al momento llega un hombre, creo que era el director del penal y nos dice que allí donde estábamos, estábamos seguros, que aquí nadie nos golpearía, que lo que hubiese pasado antesde ingresar al penal no tenía nada que ver con él, como si dentro del penal no nos hubiesen también golpeado. Le pedimos hacer una llamada, peticiónque nos fue negada.

Mientras los detenidos visiblemente mas heridos eras sacados del lugar rumbo al centro de atención médica que había dentro del penal; no eran unos  ni dos, de los ciento y tantos detenidos que éramos, han de haber habido  unos 40 con lesiones gravísimas. Uno de los primeros en salir fue elanciano moribundo que a mi lado en el camión iba, a quien no volví a ver nunca más.

Nos llegó el turno a los extranjeros de ir a hacernos el chequeomédico. Yo tenía moretones en los pechos, la espalda, hombros, dedos, muslos ypiernas, se recomendó hacerme una radiografía de las costillas pues me costaba respirar, cosa que en ningún momento se hizo. La enfermera que tomaba nota y el médico que me atendió actuaban con total  indiferencia a mi persona y las lesiones que presentaba. Salí de la oficina  médica a esperar que Cristina, María, Samantha y Mario terminaran el chequeo. El seudo chequeo médico terminó y nos llevaron a una sala para  tomarnos declaración. Extrañamente un licenciado salido de quien sabe donde nos recomendóque no prestásemos declaración, comentario que era contradicho por las personas que estaban tras la maquina de escribir.

«Está bien si no quieres declarar, estas en tu derecho, pero sería buenoque dejaras constancia de lo que te pasó», me decía una licenciada.Mientras hacíamos las declaraciones, comenzaron a llegar al lugar muchos hombres corbata que haciéndose los chistosos y amables nos preguntaban quienes éramos y como y porque habíamos llegado al poblado de Atenco, que siacaso sabíamos lo peligrosa que era esa gente.

Cayó la lluvia y nos trasladaron al comedor con todos los demás  detenidos, se nos obligó a sentarnos y no podíamos establecer contacto con los detenidos mexicanos, si queríamos ir al baño debíamos pedir permiso. Llegaron funcionarios de derechos humanos a tomarnos declaración y fotos de  nuestras lesiones, las declaraciones fueron tomadas sin interés,mecánicamente. Se nos obligó a que registráramos nuestras huellas, nos tomaron fotos de  frente y ambos perfiles, nos dijeron que eso no era una ficha, que eraun  registro necesario pues era muy probable que en la madrugada  saliéramosen libertad y que para eso se necesitaba hacer la ficha. Una olla de café frío y una caja con bolillos fueron la cena.

Ha de haber sido la media noche y me acosté en una dura banca demadera  a  tratar de dormitar un poco, fue imposible, hacía frío y no tenía cobija.  Del  lado de los hombres, un rasta se dio cuenta de mi impaciencia ante el o poder dormir y comenzamos a hablarnos de un lado a otro con señas. Estábamos en eso cuando se presenta un custodio y comienza a dar los nombres delos cinco extranjeros. Nos levantamos, dimos un pequeño adiós a los demás detenidos y abandonamos el lugar.  Nos llevan a un lugar de registro, nos entregan nuestras pocaspertenencias y nos sacan del lugar camino a una camioneta diciéndonosque nos llevarían a una oficina de migración en Toluca. Afuera del penal escuche voces conocidas que gritaban mi nombre, me acerco a las rejas y puedo distinguir a muchos de mis amigos que me preguntan como estoy, les igo que mas o menos y que nos llevan a migración de Toluca. Ellos me dicen que me van a seguir que no me van a dejar sola. Mi tía Mónica me pasa un sobre que contiene mis documentos migratorios y María Novaro, mi maestra y mamá en México, me da una chamarra para el frío.Así  me subo a la camioneta que cierra sus puertas y oscuros nos vamos.  Pasamos a una oficina en Toluca a buscar a una licenciada y de ahí nos llevan a laestación migratoria de las agujas en el DF.Han de haber sido las tres de la madrugada cuando llegamos a la estación migratoria. Ahí una vez mas, un médico de mala gana constató lesiones. Dormitamos un rato porque a la hora en que llegamos no era horario de oficina, así que no habían muchos funcionarios en el lugar. Dieron las 7  de la mañana y un auxiliar nos llevo cereal con leche. Luego me tomaron declaración, una declaración en donde además de preguntar por mis datos  personales, me hicieron preguntas cómo: ¿conoces al EZLN?, ¿has estadoen Ciudad Universitaria?, ¿participaste en el foro mundial del agua?, ¿conocías a los otros extranjeros detenidos?, etc.

Firme la declaración a la que se adjunto mi documento migratorio, una  carta de mi centro de estudios, una carta de mi maestra María Novaro, mi  pasaporte, mi cédula de identidad chilena y mi credencial  internacionalde estudiante. Estaba en eso cuando recibo una llamada del cónsul de Chile en  México, quién me pregunta mi nombre, el numero de mi cedula de identidad y  si tengo algún pariente en México, me informa que lo que él puede hacer es  velar que el proceso correspondiente se realice en las condiciones legales  pertinentes.

Regreso a continuar mi declaración y las preguntas sobre el EZLN, el subcomandante Marcos y Atenco se repiten. Mientras tanto afuera de la estación migratoria se habían congregado amigos y familiares, con los cuales no se me permite comunicar, traté de hacerlo a través de señas ycarteles, pero incluso eso nos es negado. Me llevan a un cuarto en donde hay tres hombres que me dicen que están  ahí   para ayudarme, ellos me toman fotos de frente y ambos perfiles y en todo momento graban la conversación. Me preguntan mi nombre y si tengo algún alias, que si conozco al EZLN, que si he ido a la Selva Lacandona, que les dé nombres que puedan dar antecedentes de mí, que qué tipo de
documentales me gusta realizar.

Me dicen que mi amiga América del Valle esta preocupada por mí porqueme   había perdido mientras escapábamos del lugar, mujer de la cual recién en   Chile me entero que es una de las dirigentes de Atenco que la policía persigue.  Al terminar el interrogatorio, mis huellas dactilares son tomadas en una   maquina muy sofisticada que va a dar a una computadora. Me sacan de la sala  y me llevan a otra donde hay tres visitadoras de la comisión nacional de derechos humanos y luego de que las dos españolas y yo les contamos loque hemos vivido, nos recomiendan urgentemente solicitar un abogado para
que se gestione un recurso de amparo ante una posible deportación. El ambiente ya es tenso, así que le pido a una de las abogadas una pluma y un papel, para escribir «1 abogado» y mostrárselos por la ventana a mis amigos que estánafuera, en ese momento entra un licenciado de migración y al verme escribiendo me dice: «¿necesitas un abogado?, yo soy abogado, cual es tu problema», le contesto que quiero poner un amparo, ante lo que el me responde que no es conveniente poner un amparo porque el amparo implicaría estar en la estación migratoria un mes y que lo mas probable era que pronto saliésemos en   libertad, las visitadoras de derechos humanos, lo increpan y le dicen que por favor me dejen hablar con alguna de las personas que están afuera. La visita se concede y hablo con Berenice, con quien me dejan hablar cinco minutos, a ella le digo que necesito un amparo y me dice que eso ya esta.

Me despido abruptamente de ella y luego me llevan a hacerme un chequeo médico por segunda vez en esta estación migratoria, estoy en eso, cuando un   licenciado llega apresuradamente a interrumpir el chequeo y me dicen que me van a trasladar a otro lugar, yo pregunto que adónde y no se me da respuesta.

Al salir de la consulta médica me encuentro a una de las visitadoras de derechos humanos y le digo que por favor avise a mis amigos que están afuera que me van a trasladar, le pregunto al licenciado que adonde me llevan y  me  responde que a las oficinas centrales de migración, no me dejan seguir  hablando con él y me suben a un auto particular en el que también Estaba Mario, mi compatriota. Me subo, se suben tres policías, se cierran las   puertas y una policía pide cerrar las ventanas. La reja de la estación  migratoria se abre y el carro se va como escapándose de algo. Íbamos por periférico a más de 100 Km. por hora en medio de un tráfico contundente.

Pregunto que adonde nos llevan y no obtengo respuesta, ya en el camino,  me   doy cuenta que vamos rumbo al aeropuerto y que delante de nosotros vandos   carros más; uno con Samantha, la alemana y otro con María y Cristina, las  dos españolas. Ante la inminencia de la expulsión injustificada en todo momento, no me queda más que cerrar los ojos y apretar los dientes y pensar: otra violación más.Llegamos al aeropuerto como a las 6 de la tarde. Nos bajan de los autos y nos ingresan custodiados a una sala completamente blanca donde nos mantienen detenidos una hora o más. Luego nos ingresan a las salas de espera al interior del aeropuerto, donde nos mantienen custodiados. Primero sale el vuelo de Samantha. Seguimos esperando y en la espera yo no hago mas que llorar, me siento mal, me paró y trato de caminar por el pasillo, se me acerca una custodia y me dice que debo estar sentada, «me siento mal» le digo, «no me voy a escapar, déjame». Sigo llorando y un policía se acerca y me dice: «ya no estés así, no conviene esa actitud, si te sirve de consuelo, déjame decirte que no estas deportada, que solo has sido expulsada del país, pero puedes volver a entrar en cualquier momento». Ilusamente sus palabras me calman.

Nos llevan a un bar a fumarnos unos cigarros porque todas estamos muy   alteradas. El vuelo de Lan chile de aproximadamente las once de la noche es anunciado, a mí y a Mario nos llaman, nos despedimos de María y Cristina con un apretado abrazo. Nos formamos en la fila y nos entramos al avión.Dentro del avión uno de los pasajeros se acerca a mí y me entrega unas cartas que han mandado mis amigos que estaban afuera haciendo todo lo   posible para detener esta injusta expulsión. Caen mis lagrimas de no saberme sola, la custodia que va a mi lado, me dice que qué me pasa, le cuento mi caso; le digo que llevo viviendo en México 11 años, que mi vida esta en ese país, que nunca se me dijo que estaba pasando, que todo el procedimiento ha sido ilegal, que he sido golpeada y vejada por la policía. Me dice que a ella le avisaron 30 minutos antes de subirse al avión que  viajaría a Chile, que a ella no le dijeron nada, pero que si notaba que algo raro hubo en el procedimiento, porque normalmente antes de deportar a alguien se pasa mínimo un mes en la estación migratoria, que ha de haber sido una orden dada desde arriba.Ya asumiendo mí expulsión me pongo a platicar con ella y le digo que lugares de Santiago puede visitar el corto tiempo que dure su estadía.El  cansancio y la impotencia son demasiadas, me duermo. Me despierto con la cordillera de los Andes en la ventanilla del avión. Bajamos del avión, nos entregan a policía internacional, donde nos toman declaración del porqué
de nuestra deportación y/o expulsión Afuera me esperaba mi familia, llantos, besos, abrazos. Nos vamos al hospital a constatar lesiones y rápidamente armamos una conferencia de prensa con televisión y radio, en donde denunciamos la ilegalidad de nuestra expulsión y la brutalidad policial de la que fuimos objeto.

2.- Después de lo que les he contado quisiera hacer de su conocimiento mi  total rechazo, indignación y rabia ante: a) la utilización de la violencia física, psicológica y sexual comoarma de tortura y coerción en contra de las mujeres. b) la brutalidad policial de la que fuimos objeto todos los detenidos, más  allá de nuestras nacionalidades. c) la ilegalidad de mi deportación en dos sentidos: por haber estadomis papeles migratorios en regla y por el rechazo al amparo presentando,argumentando mi ausencia en el país, cuando yo aun estaba en México. 3) Por lo expuesto anteriormente anterior, estamos estudiando con nuestros abogados, orientar nuestras acciones tendientes a lograr: a) Se nos restituya el derecho a seguir estudiando en México por medio de  todo tipo de gestiones con el gobierno chileno y mexicano;b) gestiones a nivel diplomático con la embajada de México en Chile;c) poner una querella criminal contra la policía por delito delesiones  d) entablar una demanda contra el estado mexicano por deportación ilegal. ¡No a la violación, no al uso de mujeres y hombres como objetos, no a la  brutalidad y a la tortura, no a la justificación de la violencia! Atte. Valentina Palma Novoa