NOTA DEL EDITOR: 

Xavier Díez, de la universidad de Girona y miembro de nuestra lista, nos ha enviado para su difusión un manifiesto sobre la historia de la guerra civil española, que gustosamente publicamos. 

Tiene una gran virtud (y no es la única): provoca la polémica. Esperamos, pues, más intervenciones sobre el tema. Los orígenes de este debate vienen de la guerra civil, principalmente entre el PCE-PSOE de un lado, y el POUM-CNT por el otro, y ha reverdecido recientemente, en diversos medios, a raíz de la emisión de la magnífica película «Tierra y Libertad» de K. Loach. 

Los autores de este manifiesto, muy crítico con la historiografía que llaman «oficial» sobre la guerra civil española, reivindican las tradiciones, política e historiográfica, del anarquismo y del trosquismo, que tuvieron una gran fuerza en la Catalunya de los años 30. 

Carlos Barros
Coordinador

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COMBATE POR LA HISTORIA
MANIFIESTO

La amnesia, pactada por los sindicatos y partidos políticos de la oposición democrática con los últimos gestores del Estado franquista a la muerte del dictador, fue un aspecto más de la Transición, que tuvo importantes consecuencias para la memoria histórica de la Dictadura Franquista y la Guerra Civil. La amnistía significó un borrón y cuenta nueva con el pasado. Ello imponía el olvido deliberado y «necesario» de toda la historia anterior a 1978. Era preciso reescribir una nueva Historia Oficial, puesto que la versión franquista y la antifranquista ya no servían al nuevo poder establecido, bajo una óptica superadora de los antagonismos que determinaron la guerra civil española. 

En la actualidad, desvanecida de la memoria colectiva cualquier referencia conflictiva, antagónica, o que pusiera de manifiesto que la guerra civil fue también una guerra de clases, ha comenzado la tarea de su recuperación como episodio de la historia burguesa. Los mandarines de la Historia Oficial, minimizado o ignorado el carácter proletario y revolucionario de la guerra civil, acometen la recuperación del pasado como relato de la formación y consolidación histórica de la burguesía democrática, o en las autonomías históricas, como justificación de su constitución en nación. Se arrebata a la clase obrera su protagonismo histórico, en beneficio de los nuevos mitos democráticos y nacionalistas de la burguesía que detenta ahora el poder económico y político. 

LA MEMORIA HISTÓRICA ES UN CAMPO DE BATALLA DE LA LUCHA DE CLASES. Las instituciones burguesas del aparato cultural del Estado tratarán siempre de controlar y utilizar la historia en su provecho, ocultando, ignorando o tergiversando los hechos que cuestionan o ponen en entredicho la dominación de clase, a lo cual se avienen gustosos, salvo raras y honrosas excepciones, los académicos e historiadores profesionales. La publicación de Queridos camaradas de Elorza y Bizcarrondo; los capítulos de Casanova, Solé i Sabaté y Villarroya, del libro Víctimas de la guerra civil, coordinado por Santos Juliá, que es además autor de una introducción antológica; o el inefable curso sobre la guerra civil, organizado en marzo-mayo pasados por el servil Museo de Historia de Cataluña, son los ejemplos más recientes que ilustran la Historia Oficial de que se habla en este Manifiesto. 

LA HISTORIA OFICIAL ES LA HISTORIA DE CLASE DE LA BURGUESÍA. La objetividad, como idea platónica, no existe en la realidad de una sociedad dividida en clases sociales. En el caso concreto de la historia de la Guerra Civil, la Historia Oficial se caracteriza por su EXTRAORDINARIA ineptitud y su no menos EXTRAVAGANTE actitud. La INEPTITUD radica en su incapacidad absoluta para alcanzar, o siquiera intentarlo, una mínima objetividad científica. La ACTITUD viene dada por su consciente IGNORANCIA o NEGACIÓN de la existencia de un potentísimo movimiento revolucionario, mayoritariamente libertario, que condicionó, se quiera o no, todos los aspectos de la guerra civil. Estos funcionarios de la burguesía, en el campo de la historia, incurren en diversas aberraciones intelectuales (aberrantes incluso desde una perspectiva burguesa): 

EXALTAN Y ELOGIAN los métodos y la eficacia represiva del SIM. Quizás no son demasiado conscientes de que con ello están elogiando la tortura, y hasta es posible que personalmente sean partidarios del procesamiento de Pinochet. Pero es éste un aspecto que, como ningún otro, delata la influencia de la perspectiva e intereses de clase en el trabajo histórico, porque ese elogio de la eficacia del SIM contra los revolucionarios, corre paralelo al horror mostrado ante la violencia de clase, desencadenada en julio de 1936 por los «incontrolados» contra la burguesía. Pueden ser especialistas en el tema de la violencia, contables eficientes de muertes violentas, que muestran sin embargo una total parcialidad cuando califican de «terror» anarquista o «eficacia» policíaca lo que no deja de ser siempre violencia de una clase contra otra. Sólo que para ellos la violencia obrera es terror, y en cambio, la violencia del SIM es eficacia. No hay más razón que su perspectiva de clase. La violencia se mide por un doble rasero, según el toma y daca de quien la ejerza o la sufra. 

NIEGAN, aunque prefieren IGNORAR, porque resulta más cómodo, efectivo y elegante, la fuerza decisiva en la zona republicana de un movimiento revolucionario, mayoritariamente anarquista. 

NIEGAN, o disminuyen hasta límites que falsifican los hechos, documentalmente probados, el enorme papel represivo, reaccionario y cómplice de la Iglesia Católica en el golpe de estado militar, y su participación activa en la preparación, desencadenamiento y bendición de la posterior represión fascista. 

LAMENTAN que Orwell escribiera un «maldito» libro que jamás debió leerse, y Loach filmara una «horrorosa» película que jamás debió verse. Queremos lanzar una señal de ALARMA contra una creciente marea de historiadores revisionistas de la guerra civil española, que niegan o ignoran la eclosión en 1936 de un arrollador movimiento obrero revolucionario que condicionó, quiéranlo o no, todos los aspectos de la guerra y los acontecimientos posteriores. ALARMA por la decidida falsificación de los hechos históricos de que hacen gala, pese a la documentación disponible. Los hechos mismos pasan a la clandestinidad y los documentos son ignorados, o malinterpretados. La historiografía sobre la guerra civil ha pasado de ser una historia militante, hecha por protagonistas y testigos de la guerra civil, con todos los riesgos que ello supone, pero también con la pasión insustituible de quien no juega con palabras porque antes se ha jugado la vida, a ser una historia académica mema, caracterizada por el disparate, la incomprensión e incluso el desprecio a los militantes y organizaciones del movimiento obrero. ALARMA ante la creciente banalización de la Historia Oficial, y la metódica marginación de las investigaciones que ponen de relieve el decisivo papel histórico del movimiento obrero, por más rigurosas que sean. 

En realidad, existe una absoluta incapacidad por parte de los historiadores burgueses no ya para comprender, sino siquiera aceptar, la existencia histórica de un movimiento revolucionario de masas en la España de 1936. Nos hallamos ante una historia negacionista del movimiento revolucionario que se desarrolló durante el período de la guerra civil. 

La Historia Oficial plantea la guerra civil como una dicotomía entre fascismo y antifascismo, que facilita el consenso entre los historiadores académicos de izquierda y derecha, los nacional-catalanistas y los postestalinistas que, todos juntos, coinciden en descargar el fracaso republicano en el radicalismo de anarquistas, poumistas y masas revolucionarias, que se convierten de este modo en la víctima propiciatoria común. 

Con la ignorancia, omisión o minimización de las connotaciones proletarias y revolucionarias que caracterizaron el período republicano y la guerra civil, la Historia Oficial consigue ponerlo todo del revés, de forma que sus principales popes se imponen la tarea de reescribirlo todo DE NUEVO, y consumar de este modo la expropiación de la memoria histórica, como un acto más del proceso de expropiación general de la clase trabajadora. Pues, a fin de cuentas, la historiografía es quien elabora la Historia. Si, paralelamente a la desaparición de la generación que vivió la guerra, los libros y manuales de la Historia Oficial ignoran la existencia de un magnífico movimiento anarquista y revolucionario, dentro de diez años se atreverán a decir que ese movimiento NO HA EXISTIDO. Los mandarines creen firmemente que NUNCA ha existido aquello sobre lo que ELLOS no escriben: si la historia cuestiona el presente, la niegan. 

Hay una contradicción flagrante entre el oficio de recuperación de la memoria histórica, y la profesión de servidores de la Historia Oficial, que necesita olvidar y borrar la existencia en el pasado, y por lo tanto la posibilidad en el futuro, de un temible movimiento obrero revolucionario de masas. Esta contradicción entre el oficio y la profesión se resuelve mediante la ignorancia de aquello que saben o deberían saber; y eso les convierte en necios. Y por esta misma razón la Historia Oficial se caracteriza por una absoluta incapacidad para la objetividad y la totalidad. Es necesariamente parcial, y no puede adoptar más perspectiva que la perspectiva de clase de la burguesía. Es necesariamente excluyente, y excluye del pasado, del futuro y del presente a la clase obrera. La Sociología Oficial insiste en convencernos que ya no existe la clase obrera, ni la lucha de clases; a la Historia Oficial le toca convencernos de que nunca existió. Un presente perpetuo, complaciente y acrítico banaliza el pasado y destruye la conciencia histórica. 

Los historiadores de la burguesía tienen que reescribir el pasado, como lo hacía una y otra vez el Gran Hermano. Necesitan ocultar que la Guerra Civil fue una guerra de clases, Quien controla el presente, controla el pasado, quien controla el pasado, decide el futuro. La Historia Oficial es la historia de la burguesía, y hoy tiene por misión mitificar los nacionalismos, la democracia liberal y la economía de mercado, para convencernos de que son eternos, inmutables e inamovibles. 

Los firmantes de este Manifiesto declaran su beligerancia en este COMBATE POR LA HISTORIA. 

Barcelona, junio de 1999. 

Post Scriptum: 

Las adhesiones a este MANIFIESTO – COMBATE POR LA HISTORIA pueden enviarse al Apartado 22.010 – 08080 Barcelona, y también al E-mail: [email protected]

Firmado:

Manel Aisa (Presidente del Ateneu Enciclopèdic Popular)
Andrew Durgan (asesor histórico del film «Tierra y Libertad»)
Carlos García Velasco (co-autor recop. textos consejistas G.C.)
Agustín Guillamón (Balance. Cuadernos historia del mov. obrero)
Abel Paz (CNT, historiador anarquista, biografía de Durruti)
Revista Anthropos
Sergi Rosés (co-autor recop. textos consejistas s/. la G. C.)
Ignasi Sendra (licenciado en H0 Contempránea).
Ramon Gabarrós (Secretario del Ateneu Enciclopèdic Popular)

Enviado a:

Víctor Alba (ex-militante del POUM, autor numerosos libros)
Antoni Castells(historiador, autor libros sobre colectivización)
Eugenio Castro (Grupo Surrealista de Madrid)
Xavier Diez(historiador)
Juan José Gallardo (historiador, co-autor biografía Ortiz)
José Manuel Márquez (historiador, co-autor biografía Ortiz)
Bernat Muniesa (profesor Dep. H1 Contemp. Univ. Barcelona)
Pelai Pagès (profesor Dep. H1 Contemp. Univ. Barcelona))
Paco Ríos (realizador vídeo sobre Durruti)
Wilebaldo Solano (ex secretario del POUM)

NOTA:

Puedes comunicar tu conformidad o ampliar información sobre este Manifiesto telefoneando ( de 21 a 22 horas) al teléfono:

Andrew Durgan…….   93 – 225.25.73
Agustín Guillamón…   93 – 424.73.35

Presentación pública:

Día: 28 de octubre
Hora: 19’30 horas
Lugar: Espai Obert, Blasco de Garay nº 2 (Paral.lel), Barcelona, España.

 

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