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III Congreso Internacional Historia a Debate Santiago de Compostela

IV Congreso Internacional Historia a Debate
Santiago de Compostela, 15-19 de diciembre de 2010

Dirección


Ponencias aceptadas

Mesa redonda K. Historiadores y memoria histórica.

Autor

Mariela Coudannes (Universidad Nacional del Litoral, Argentina)

Título

Los historiadores frente a las políticas de memoria en Argentina.

Texto breve

La especialización y fragmentación del objeto a menudo imperantes en la profesión historiográfica han llevado a perder de vista la relevancia social de la investigación del pasado. De ahí la desconexión con las demandas de las sociedades contemporáneas. En Argentina, si bien no faltan los estudios interdisciplinarios que vinculan el terrorismo de estado y la implantación del modelo neoliberal en los últimos treinta años a los graves problemas actuales, los registros de la opinión pública dan cuenta de una escasa comprensión de su presente. Si no, no se explicaría que una encuesta realizada en 2003 a más de mil personas de distintos lugares del país en la que se preguntaba "cuál fue la mejor época económica en la historia argentina" haya mostrado ganador al gobierno de Menem por una amplia diferencia con otras épocas, sobre todo entre los que eran jóvenes en esa década.[1] Un caso diferente y más cercano es el del uso anacrónico que se hizo del término "oligarquía" en el marco del conflicto agrario por la aplicación de mayores retenciones en 2008. Ora servía para descalificar al "campo", ora a la oposición política, o a los propios aliados del gobierno nacional por parte de sus detractores de izquierda. Unos y otros fueron reproducidos hasta el hartazgo por los distintos medios de comunicación.[2] Resulta de gran interés consultar los foros en Internet de la prensa diaria, radios, TV, blogs, etc. ya que éstos guardan el testimonio de la participación del "ciudadano común" en ese debate. La distancia temporal entre los ejemplos daría cuenta de una transición entre dos actitudes diferentes de la sociedad respecto de su propio pasado de la ruptura que supuso la modernización menemista a la búsqueda de referencias en la historia del siglo XX que permitieran aglutinar a los argentinos tras el estallido social del año 2001 y la consiguiente incertidumbre sobre el futuro de un país en crisis.

Ahora bien, volvamos a nuestro tema. ¿Cuál es la responsabilidad del colectivo de historiadores en el esclarecimiento de estos procesos? El presente trabajo analiza la relación de los investigadores del pasado con las políticas de memoria en la Argentina poscrisis. Los conflictos sociales y las acciones estatales de los últimos años han interpelado a los intelectuales progresistas, varios de ellos historiadores, que han manifestado públicamente su apoyo al actual gobierno en lo que constituye una novedosa relación con el poder. Todas estas cuestiones llevan a preguntarse si se han gestado formas de intervención en el espacio público superadoras del habitual academicismo. ¿Puede hablarse de un punto de inflexión respecto de su compromiso con el presente? ¿Qué limitaciones y potencialidades posee la escritura de la historia en este contexto? Esto incluye un balance crítico de los alcances de la llamada "historia reciente" que se desarrolla principalmente en las universidades.

La historiografía del pasado reciente en Argentina hipertrofia de la memoria y novedosa relación de intelectuales con el poder.En la segunda mitad de la década del noventa comenzó a cuestionarse en Argentina el silencio en torno al pasado reciente. Desde entonces se han creado varios centros, asociaciones y redes para el estudio y recuperación de fuentes[3], las producciones no han dejado de crecer y se ha multiplicado el interés en encuentros y jornadas. Además de los cambios globales de finales de los ochenta, que agudizaron una percepción distinta del tiempo y asistieron a la irrupción de nuevos movimientos sociales, la crisis de 2001 en nuestro país habría servido para cuestionar la autocomplacencia de la década menemista y buscar explicaciones a lo que estaba sucediendo, lo que implicaba considerar los últimos treinta o cuarenta años de historia.[4]

Un libro clave al respecto es la compilación llevada a cabo por las jóvenes historiadoras Marina Franco y Florencia Levin en Historia reciente, perspectivas y desafíos para un campo en construcción (2007). Este da cuenta del progresivo reconocimiento de la "Historia reciente" como campo legítimo de investigación en Argentina y su triunfo sobre otras denominaciones propuestas historia del tiempo presente, historia inmediata, historia vivida, historia actual, etc. En esta obra se establece un canon[5] que asocia historia reciente a un pasado traumático no clausurado -guerras mundiales, holocaustos, genocidios- y se pregunta centralmente por qué fue posible que ocurrieran. En ese mismo año, Levin opinaba que la historia reciente ­que a su entender comienza con Perón- era notablemente objeto de debate, pero no de los historiadores, sino de políticos y asociaciones civiles que reclamaban alguna verdad sobre ese pasado.[6] De la misma manera Nora Rabotnikof, exiliada argentina en México, ha afirmado que hoy existe en nuestro país una hipertrofia de la memoria que lleva "la delantera a la historiografía en ese procesamiento del pasado" y produce un "desbalance entre historia y memoria". Es que la reflexión sobre las formas de abordar el pasado reciente fue construida en principio por la cercanía con los emprendedores de la memoria (los familiares y los organismos de derechos humanos) y por la conexión con circuitos académicos de alcance internacional en los que la memoria ya era tema de investigación.[7] Las señaladas anteriormente constituyen limitaciones importantes a la hora de interpretar lo que está pasando en este momento y se convierte en pasado inmediatamente.[8]

Un proceso paralelo, que potenció la relevancia de los estudios académicos, fue el decisivo impulso de la política de memoria del estado nacional. Durante la gestión de Néstor Kirchner (2003-7) se derogaron las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, se consagró la iniciativa aprobada por el Congreso en el año 2002 de establecer el 24 de marzo como "Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia", y se reabrieron los "Juicios por la Verdad" que habían sido impulsados por las organizaciones de DDHH varios años atrás. Según el historiador de la cultura Carlos Altamirano, Néstor Kirchner reivindicó una muy particular versión del pasado reciente"La versión que el gobierno hizo suya es la más elemental y sobrevuela toda complicación respecto del pasado. Si la «teoría de los dos demonios» se edificaba en torno de la imagen de una sociedad inocente, víctima pura de una violencia que no guardaba ningún lazo con ella, la interpretación que el gobierno transmite estiliza la militancia de los años setenta y borra, por medio de esa estilización, no sólo a los partidos armados de la época, sino la guerra intestina del peronismo, la Triple A, en fin, todo aquello que fue degradando la vida pública nacional antes del golpe de Estado. ¿Qué puede hacer el trabajo historiográfico en este terreno? Difícilmente podría cambiar el clima dominante en la actualidad, pero no creo que deba apartarse de las interrogantes que aparecen en el horizonte del presente para escapar al uso puramente táctico de la práctica historiográfica."[9] 

Para el sociólogo Marcos Novaro, la salida de la crisis de 2001 significó la vuelta de posiciones de izquierda anteriores a la transición democrática, que aprovecharon el descrédito de las opciones moderadas y socialdemócratas, y construyeron, a partir del gobierno de Kirchner, un revisionismo histórico y político que persigue fundamentalmente la reparación.[10] En concordancia, se ha ido construyendo una "memoria rencorosa, preocupada por saldar cuentas pendientes del pasado", según el historiador Luis Alberto Romero.[11] Para

Florencia Levin, esta política no ha logrado generar consensos importantes en la sociedad argentina en torno a los DDHH, siquiera en las propias organizaciones destinadas a su defensa y reivindicación. Por el contrario, coexisten y compiten distintas memorias la de la "guerra sucia" y la "guerra revolucionaria", la "teoría de los dos demonios", "las luchas por la defensa de la justicia, los derechos humanos y la impugnación del pasado como un todo".[12]

Aun así Néstor Kirchner atrajo a un importante número de intelectuales y artistas reconocidos, que manifestaron públicamente su apoyo en el conflicto con el "campo" de 2008 y, de allí en más, a iniciativas gubernamentales como por ejemplo la polémica "Ley de Medios" o el combate contra la "derecha". Estamos hablando del espacio "Carta Abierta"[13] que supo instalar el discurso de la necesidad de acción colectiva y plural en una coyuntura concreta y reunir unas setecientas cincuenta firmas -varias de historiadores profesionales y otros cientistas sociales-, con correspondencia en las principales ciudades del país. Según el periodista Horacio Verbitsky, el diálogo establecido personalmente entre Kirchner y ese grupo constituyó un hecho inédito y muestra cabal del espíritu democrático de un ex presidente reacio a responder preguntas en conferencias de prensa"Durante dos horas [el 14 de julio de 2008], Kirchner se sometió a las reglas de una asamblea horizontal en la que trescientos intelectuales dialogaron con él, le formularon críticas y repreguntas. Hubo aplausos, pero también silbidos cuando defendió el tren bala. Una experiencia sin precedentes en la democracia argentina, donde los líderes populares han acostumbrado a decidir en soledad y sin escuchar. ¿Alguien se imagina a Menem, Duhalde, Alfonsín o De la Rúa en esta situación?"[14] 

La politización habría corrido paralela a la historización según una integrante del espacio en Rosario"… se da en el marco de un proceso histórico que arranca en el 2003 -que a su vez viene de la profundísima crisis de 2001- en el que se viene privilegiando la política. Se vuelve a poner sobre la mesa la política ligada a la historización de los procesos en nuestro país, cosa que estaba borrada, de la que se renegaba. Entonces, se vuelven a articular y vincular las cosas que suceden con las que habían sucedido antes y en este contexto, por ejemplo, todo el capítulo de impulso a los juicios contra el terrorismo de Estado viene a formar parte de este proceso de entender el presente por lo que ha sido la historia política de nuestro país (…) nosotros nos encontramos con que los sectores que han sido derrotados en las urnas, quieren avanzar en un proceso de desestabilización política. Ahí se empieza a poner en evidencia que hay un conflicto muy profundo que en la historia de nuestro país se resolvió siempre por la vía violenta -vía golpes- y donde nosotros empezamos a captar que ahí subyacía una continuidad aunque con otras formas y una diversidad de expresiones."[15] 

La referencia al "conflicto profundo", cuya emergencia sitúan en la etapa fundacional del peronismo, resulta unicausal y simplifica los análisis del presente. También lo hace el influyente escritor Marcos Aguinis, miembro del grupo de intelectuales "Aurora"[16] y duro crítico del supuesto cortoplacismo de la política kirchnerista, cuando reivindica el

modelo que llevó a la Argentina a ser "granero del mundo" a principios del siglo XX. Según la socióloga Liliana de Riz, el kirchnerismo ha construido su "propia utopía regresiva". Su versión del populismo habría buscado fragmentar el mapa político del país en dos polos antagónicos, "pueblo" y "antipueblo", de la misma manera en que el peronismo construyó el antiperonismo. De ahí que los que no aceptan la ideología gubernamental sean calificados de "destituyentes" y "gorilas". Pero la evocación de Perón ya no sería suficiente para dar legitimidad al modo de ejercer el poder.[17] Podríamos agregar que la explicación del pasado que se hace desde los espacios críticos a menudo responde a la misma lógica y no aporta demasiado a pensar un futuro distinto. ¿Están en condiciones los historiadores de proporcionar algunas claves explicativas del presente que contribuyan a la toma de decisiones de los argentinos de aquí en adelante? 

La historiografía inmediata y el acontecimiento de la muerte de Néstor Kirchner.Actualmente parece haber cierto consenso en que los historiadores pueden y deben opinar sobre los acontecimientos que marcan el presente del país. En 2005, el célebre historiador Tulio Halperín Donghi manifestaba su falta de reparos a la escritura de la historia contemporánea al investigador mientras se tomaran los recaudos necesarios respecto del tratamiento de las fuentes. Si bien exige una mayor selección, la sobreabundancia de información sería una ventaja respecto del estudio de épocas más lejanas en el tiempo.[18] Si bien no es masiva, es posible apreciar una creciente participación de historiadores y cientistas generales en los medios de comunicación. Véase por ejemplo el debate sobre los "Nudos que ataron el despegue argentino. Cuatro puntos de vista sobre los obstáculos que nos impiden crecer" publicado por La Nación en ocasión del Bicentenario y en el que participaron los historiadores Luis Alberto Romero y Roy Hora, y los sociólogos Roberto Cortés Conde y Horacio González (director de la Biblioteca Nacional).[19]

El acontecimiento de la muerte de Kirchner, el pasado 27 de octubre, aceleró los tiempos de la política nacional y desató un mar de especulaciones sobre la suerte del gobierno de Cristina Fernández en el tiempo que queda hasta las elecciones. Al día siguiente, Luis Alberto Romero publicó una editorial en el diario Clarín comparando los efectos del deceso de Perón en 1974 y las condiciones políticas de sus respectivas esposas para administrar sus "legados". Paralelismo por cierto odioso pero ya instalado con eficacia algún tiempo atrás por dirigentes políticos y periodistas (también con presencia interesante en los foros virtuales de debate). En su artículo "Cristina está lejos de Isabel", LAR se ocupó de marcar los elementos similares como el "endemoniado juego faccioso" y la "violencia verbal" de Néstor Kirchner (esto último en relación con la que había mostrado Perón en la etapa previa a su derrocamiento en 1955). Pero también aquello que diferenciaría una etapa de otra, subrayando la posibilidad de los sujetos de hacer su propio futuro y tomar decisiones que modifiquen el rumbo histórico.[20]

La réplica no se hizo esperar. Un grupo de historiadores jóvenes o de mediana edad ­algunos de ellos involucrados en iniciativas culturales promovidas por el gobierno nacional- se ocuparon de recordarle al antiguo maestro sus antiguas enseñanzas acerca de los peligros de olvidar la especificidad de los distintos momentos históricos y la reducción de las disputas políticas a las características personales de algunos actores privilegiados. Lo acusaron de utilizar su prestigio de historiador para brindar un análisis sesgado ideológicamente "Nunca comenta que existen intereses a cuyos defensores les serviría presentarla como la viuda de Perón y a la Argentina del 2010 como a la de 1975. (…) [Aunque la historia no se repite, sí la] sensibilidad forjada en patrones elitistas (…) El gorilismo, término que no es ya una chicana, sino una definición política precisa, explica buena parte de las posiciones ante la actual coyuntura. (…) Romero se atribuyó el rol de fiscal en el Tribunal de la Historia. (…) Es importante entonces que establezcamos claramente desde dónde nos referimos al pasado aclarar cuándo escribimos historia y cuándo no."[21]

¿Es posible esta dicotomía en los tiempos que corren? Como podemos advertir en el ejemplo anterior todos los interlocutores hacen valer su título de historiadores al momento de emitir su opinión y tratar de convencer a los ciudadanos que leen. Resulta preocupante que no asuman su subjetividad para dejar claro por qué interpretan el presente de la manera que lo hacen, a partir de posiciones casi irreductibles que son fruto del proceso que describimos en la primera parte del trabajo. Resta la satisfacción de que finalmente los historiadores estemos dispuestos a involucrarnos en el debate de los temas que nos interesan a todas y a todos. Ojalá podamos encontrar pronto la manera de revisar críticamente nuestras prácticas de historiografía inmediata, superar el nivel de las rencillas originadas en gran medida en el propio seno de la academia (disputas por el poder que potencian las diferencias generacionales e ideológicas), y hacerla con rigor para atender a las demandas de explicación por parte de amplios sectores sociales sin caer en el objetivismo positivista.

 

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[1] "Una encuesta sobre las etapas económicas que mejor recuerdan los argentinos revela que la época de Menem fue la preferida", en La Nación, 1 de enero de 2003.

[2] Ver al respecto Coudannes, Mariela, "Aprender para comprender lo que está pasando... O de cuando los conflictos políticos y sociales interpelan la enseñanza de la historia", en López, Celia (comp.) (2009), Historia de la Educación Argentina y de la actualidad educativa aportes regionales II, Concepción del Uruguay, EDULAC.

[3] Algunas de las instituciones y redes que se ocupan de los estudios sobre la memoria y la historia reciente son Red Interdisciplinaria de Estudios sobre Historia Reciente (RIEHR), subsidiada por universidades nacionales (UNGS y UBA) y el Fondo de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires; Red de Archivos Orales (RAO), proyecto interuniversitario (UBA, UNR, UNC, UNSa, UNCuyo, UNNE, UNMdP) financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCYT) y la Secretaría de Políticas Universitarias de la República Argentina; Núcleo de Estudios sobre Memoria del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES); Comisión Provincial por la Memoria (La Plata- Buenos Aires), organismo público extra-poderes que funciona de manera autónoma y autárquica, creada el 13 de julio de 2000 a través de leyes provinciales; Memoria abierta, acción coordinada de organizaciones argentinas de Derechos Humanos, tiene apoyo oficial y de otras entidades no gubernamentales, locales y extranjeras.

[4] Pittaluga, Roberto, "Del silencio a las nuevas preguntas", en Puentes, año 6, número 17, La Plata, Comisión Provincial por la Memoria, abril de 2006.

[5] Apaza, Hernán, "Un capítulo ausente en «Historia Reciente» la constitución y consolidación de un campo historiográfico académico", en Interpretaciones. Revista de Historiografía Argentina, Nº 3, Universidad Nacional de Quilmes, segundo semestre de 2007. Hay quienes cuestionan esta asociación entre historia del presente y lo traumático y siguen la línea

teórica de Julio Aróstegui. Ver por ejemplo Alonso, Luciano y Falchini, Adriana (editores) (2009), Memoria e historia del pasado reciente Problemas didácticos y disciplinares, Santa Fe, UNL.

[6] Opinión de Florencia Levin, en "Respuestas nuevas a preguntas urgentes", en Página 12, 13 de julio de 2007.

[7] Rabotnikof, Nora, "Memoria y política a treinta años del golpe", en Lida, Clara et al. (Compil.) (2007), Argentina, 1976. Estudios en torno al golpe de Estado, México, El Colegio de México, pp. 262-4.

[8] Por supuesto hay excepciones. Cabe citar dos trabajos de historia inmediata en escenarios regionales Emilio Crenzel (IDES), "Memorias enfrentadas el voto a Bussi en Tucumán" (2001, disponible en

http//www.desaparecidos.org/nuncamas/web/investig/crenzel/crenzel_00.htm); y Fernando Lizárraga (UNComa), "Jorge Omar Sobisch ocho años de retórica

reaccionaria" (2008), disponible en

http//historiapolitica.com/datos/biblioteca/lizarraga1.pdf

[9] Altamirano, Carlos, "Pasado presente", en Lida, Clara et al, Op. cit., pp. 32-3.

[10] "Esta orientación de la izquierda, que aclaremos comparten buena parte de quienes adhieren al kirchnerismo con muchos de quienes lo critican, se enlaza estrechamente con dos rasgos que han sido característicos de la tradición populista la oposición radical y esencialista entre el pueblo y sus enemigos, que tienden a conformar por tanto dos mundos social, cultural y valorativamente ajenos entre sí, irreconciliables, y el desprecio por las instituciones liberales y republicanas a favor de las virtudes inherentes a la voluntad del pueblo, adecuadamente interpretada por sus líderes."Novaro, Marcos, "Izquierda y populismo en la política argentina", en Pedro Pérez Herrero (comp.) (2006), La izquierda en América Latina, Instituto Universitario Ortega y Gasset y Fundación Pablo Iglesias, Madrid, p. 189.

[11] Romero, Luis Alberto, "La memoria del Proceso argentino y los problemas de la democracia La memoria, el historiador y el ciudadano", Conferencia inaugural, XII Encontro Regional de Historia, Associaçao Nacional de Historia, Regional Rio de Janeiro, Universidad Federal Fluminense, 14 a 18 de agosto de 2006.

[12] Levin, Florencia, "Violencia, trauma y el fenómeno de la memoria", materiales de clase 1 del curso La historia reciente como desafío a la investigación y el pensamiento en ciencias sociales (Perspectivas historiográfica, sociopolítica y cultural), Buenos Aires, CAICYT- CONICET, 2010, pp. 10-11.

[13] Ver

http//cartaabiertaa.blogspot.com

[14] Verbitsky, Horacio, "Kirchner con los intelectuales", en Página 12, Buenos Aires, 14 de julio de 2008.

[15] "Miembros de Carta Abierta Rosario analizan como sigue el espacio que los nucleó para posicionarse en el conflicto con el campo", en Página 12, Rosario, 24 de agosto de 2008.

[16] Críticos de la política kirchnerista, el grupo "Aurora" reúne a Marcos Aguinis, Atilio Alterini, Nélida Baigorria, Ricardo Laferriere, Elva Roulet y Horacio Sanguinetti, entre otros. Dicho espacio dice bregar por la tolerancia, el pluralismo y el respeto a las instituciones republicanas.

[17] De Riz, Liliana, "Los Kirchner construyeron su propia utopía regresiva", en Clarín, 2 de septiembre de 2010.

[18] Halperín Donghi, Tulio, "Kirchner es una mezcla de muchacho peronista y contador suizo", entrevista, en Revista Debate, Buenos Aires, noviembre de 2005.

[19] Publicado el 23 de mayo de 2010, véase

http//www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1267681

[20] Romero, Luis Alberto, "Cristina está lejos de Isabel", en Clarín, Buenos Aires, 28 de octubre de 2010. Ver también Romero, Luis Alberto, "Las lecciones que dejó la historia", igual fecha, en La Nación, Buenos Aires. [21] Cosoy, Irene, Di Meglio, Gabriel, Lorenz, Federico, Vezub, Julio y Wasserman, Fabio "Kirchner y el tribunal de la Historia", en Página 12,

Buenos Aires, 5 de Noviembre de 2010

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