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Tema 12

Tema 12

Juan Manuel Santana P�rez

Univ. de Las Palmas

Globalizaci�n e historiograf�a

En los �tlimos a�os del siglo XX la Globalizaci�n se nos presenta como la �nica perspectiva cient�fica posible, lo que ha llevado consigo una reorientaci�n de todas las ciencias sociales en general y, particularmente, de la Historia. Este nuevo escenario caracterizado por la hegemon�a del capital financiero y especulativo no es cuestionado por nadie, al contrario, se presenta como la panacea deseable.

Ya algunos historiadores han se�alado con gran acierto que la intensificaci�n del proceso de globalizaci�n hace necesario que estemos alerta ante la fr�a l�gica de dominaci�n impuesta por los centros hegem�nicos del capital. No es s�lo la sumisi�n econ�mica que est� en juego, sino tambi�n se trata de la masificaci�n de la cultura, que niega las diferencias en nombre de unproceso globalizador, en el cual las diferencias de unos pocos se imponen para muchos.

Parad�jicamente, unido a ese discurso de la globalizaci�n, los argumentos filos�ficos oficialistas de la d�cada de los noventa van en un camino desintegrador que intenta acabar con cualquier proyecto de trasformaci�n de las relaciones desiguales tanto en el marco europeo, con dos velocidades distintas en el presunto desarrollo, y en el espacio americano con dos mundos interdependientes, pero con los beneficios focalizados en los pa�ses del norte. Algunos historiadores de gran prestigio y que defienden posturas pol�ticas supuestamente socializantes est�n defendiendo estos mismos presupuestos que niegan cualquier posibilidad de reconstrucci�n de una Historia Total, al tiempo que pronostica que el futuro de nuestra profesi�n est� en el abandono de las interpretaciones coherentes de una totalidad, debiendo contentarnos con razones parciales.

Creemos necesario recuperar el sentido de globalidad interpretativa, son necesarias las interpretaciones globales que expliquen el mundo en su conjunto, porque si no resulta inaprehendible.

En primer lugar, a fines del siglo XIX y primera mitad del XX vivimos una etapa determinada por el Progreso. Acad�micamente esto se correspondi� tanto a nivel filos�fico como propiamente historiogr�fico con el positivismo.

Cuando este modelo entra en una crisis insuperable, aparece otro sistema bien articulado que da coherencia a las relaciones sociales de producci�n dominantes que ser� el "desarrollismo". Se dec�a que todos los pa�ses pod�an y deb�an desarrollarse, as� todos los pa�ses pobres estaban en v�as de desarrollo. En la historiograf�a esta etapa tiene su correlato en el predominio acad�mico de las tesis de la Escuela de Annales.

Pero los a�os ochenta dieron al traste con esas expectativas, la crisis fue tal que se le llam� la d�cada perdida, hab�an estado mucho tiempo buscando una panacea inexistente, que los hizo m�s miserables.

En los a�os noventa, apareci� la globalizaci�n, ya no existe el futuro, s�lo interesa el presente, por ello hay un abandono del pasado, se centra la atenci�n del historiador en la historia m�s inmediata, afirm�ndose como especialidad la Historia del tiempo presente, lo que incurre en una cierta contradicci�n al hablar de dos temporalidades y si entendemos el presente como fruto del pasado, esa Historia habr�a que retrotraerla a la prehistoria. Historiogr�ficamente detectamos que est�n retornando con fuerza las historias tradicionales: biograf�as, historias narrativas, historia militar, historia diplom�tica, historia pol�tica centrada en el estudio del poder y sus relaciones con lo social y lo simb�lico. Esa revalorizaci�n historiogr�fica de "lo militar" tambi�n coadyuva a justificar unos gastos armament�sticos, al tiempo que dicho aparato tiene un papel destacado como elemento suministrador de mercanc�as en el "mercado global".

Esta tem�tica tambi�n produce repercusiones en el orden metodol�gico e incluso epistemol�gico. Lo profundo (que en la sem�ntica de los nuevos historiadores parece sustituir a lo estructural) caracterizado por la permanencia, se sit�a en el mundo de la mente, y dentro de �ste en la parte menos reflexiva y m�s inconsciente.

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