Dar. M' Cruz GarcÃa Torralbo
UNED
El historiador y el poder
La actividad del historiador, enmarcada en unos márgenes cronológicos y fÃsicos insoslayables, presenta inevitablemente una identiácación y etiquetación por parte del colectivo de historiadores no pretendida por el autor, la mayorÃa de las veces gratuita, cuando no cuestionable.
Que un historiador transmita su tendencia académica, de escuela o magisterio recibido es lógico y legÃtimo. Incluso la formación o bagaje ideológico sostiene un gran peso especÃÃóco en la labor de investigación del historiador. Es obvio que la interpretación del hecho histórico es radicalmente distinta en un discurso capitalista, socialista, cristiano, etc. Sin embargo, la tergiversación, manipulación o, simplemente, la ocultación de datos comprometedores en favor de un poder establecido, debe ser considerado por el colectivo de historiadores como un delito de prevaricación.
El ejercicio de la Historia, de la investigación histórica, al encontrarse supeditado a la propia personalidad del historiador, presenta las incertidumbres de una ciencia no matemática, a la vez que el margen de error de toda actividad humana. Por todo ello, debemos establecer con valentÃa y precisión, cara al nuevo milenio, que en el ejercicio de la Historia presentamos rigor, veracidad, credibilidad e independencia, lejos de compromisos de poder y ajenos al quebrantamiento de nuestro deber de historiadores, atajando los intereses partidistas o curriculares, si queremos que el papel de la Historia en la sociedad tenga el peso especÃ6co que se merece y que pretendemos.