Sería posible incluir unnapartado dentro de la historia inmediata que inluyera el último tercio del siglo XX. Podría denominarse «la monarquia de fín de siglo» (realizaciones y fracasos), La Transición ( ¿reforma o ruptura?) Del franquismo a la democracia , etc ,etc, España de fín de siglo XX ,la historia de una democracia,
Miguel España
IES Federico García Lorca de las Rozas . Madrid
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1/5/13
`[Mensajes recibidos a través de HaD-Facebook 24/04/ 2013]
BUFFETT Y LA LUCHA DE CLASES
Buffett si supieras historia no cantarías victoria…
Carlos Barros
Coordinador de Historia a Debate
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Estoy seguro que Buffett conoce de historia. Y también sabe lo que está hablando http//www.nytimes.com/2006/11/26/business/yourmoney/26every.html?_r=0
Gustavo Naranjo
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Estamos hablando de historias de alcances diferentes, el de Buffet es la corta duración (como sus intereses), y olvida los «sacrificios» que su clase social tuvo que hacer en el siglo XX para seguir mandando (de forma condicionada por el Estado social) en Occidente el siglo XXI acaba de iniciarse con una crisis capitalista pavorosa, sólo desde la prepotencia (ignorante de la historia-historia) se puede explicar su boutade, y la alegría de sus partidarios asimismo incapaces de pensar la historia con alguna perspectiva.
Carlos Barros
Universidad de Santiago de Compostela
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¿Leyó el artículo que puse? Ahí es de donde sale la cita que, fuera de contexto, se lee espantosa.
Gustavo Naranjo
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Leí, Gustavo, gracias, la cita es correcta, lo piensa realmente como otros grandes capitalistas de corto alcance. La excepción es Soros, igual de especulador que Buffett pero más culto sabe y dice que la crisis actual del capitalismo es la más grave en 150 años, dura ya 5 años y nadie sabe cómo va a acabar (para algunos capitalistas en la cárcel, ya está pasando).
Carlos Barros
Universidad de Santiago de Compostela
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[Mensajes recibidos a través de HI-Facebook 24/04/ 2013]
BUFFETT Y LA LUCHA DE CLASES
Una maravilla
Juan Felipe Garcés Gómez
Universidad de Antioquía
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Viejo de mierda ¡Muérete!
Ale Endeudado Mureira
Universidad de Chile
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Que noxo
Termisfora Comecastañas
Universidad de Santiago de Compostela
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HI-HaD. Historia del siglo XX 2
Revolución de Octubre, historia y memoria*
https://cbarros.com/revolucion-de-octubre-historia-y-memoria/
Carlos Barros
Red Académica Internacional Historia a Debate
Quiero empezar con una declaración de fe (científica): la historia es objetiva y subjetiva al mismo tiempo, son dos aspectos de la escritura de la historia que no se deberían separar . Hablaré como historiador, pero también como testigo y fuente histórica, no de la Revolución de Octubre (todavía no había nacido) pero si de la huella que dejó a lo largo del siglo XX . Tuve el gusto y la suerte haber formado parte activa en la Universidad de Madrid (antes de que se llamara Universidad Complutense), en los años 1967-1968, de la última generación histórica de jóvenes universitarios impactados por la Revolución Rusa.
Testimonio
Es por ello que para preparar esta conferencia decidí dejar primero que fluyeran mis recuerdos de las lecturas de las obras de Lenin de los años 60 y 70, cuando teníamos como actividad extraacadémica vital leer a los fundadores del marxismo y sus sucesores, entre otros libros ilegales. Nos venía bien para nuestro accionar clandestino, porque la España franquista tenía puntos en común con la Rusia zarista, pese a la diferencia cronológica y geopolítica. Militaba en la organización universitaria del Partido Comunista de España, eje impulsor y vertebrador de la oposición democrática, y seguíamos al Partido Bolchevique desarrollando en las aulas y en las fábricas la lucha de masas -que en Rusia derrocó a la autocracia zarista- para tumbar el régimen fascista que el General Franco erigió sobre las cenizas de una guerra civil que ganaron los franquistas con la ayuda militar de Hitler y de Mussolini.
Durante 50 años guardé en la memoria, siempre selectiva, el coraje personal de Vladimir Ilich Uliánov y sus compañeros. Cuenta alguno de sus biógrafos que cuando volvía de Finlandia a Petrogrado a través de los hielos, en vísperas de octubre de 1917, comentó de pie sobre unos hielos que se abrían, la pena que le embargaba tener que morir de manera tan fútil, habiendo tantas cosas que hacer… Lenin y los dirigentes bolcheviques atribuían un colosal sentido de la historia a lo que hacían. Se dijo después que la Revolución Rusa cambió la historia, pero ellos de alguna forma ya lo sabían en 1917. Otro recuerdo parecido es la conversación de Lenin y Trotski en los pasillos del Smolny, cuando ya habían tomado el poder. No podían dormir comentando, tumbados en el suelo, que los podían matar si fracasaban. Estaban dispuestos a arriesgarlo todo: lucidez revolucionaria que impresionó a un estudiante veinteañero a finales de los años 60. La influencia de aquellas lecturas clandestinas eran intelectuales y políticas, también éticas y épicas, tocadas de romanticismo revolucionario.
La verdad es que tuve, en aquellos años, dudas iniciales sobre Lenin y la Revolución de Octubre. Mi abuelo y mi padre eran comunistas y por parte de mi madre, trabajadora del sector metalgráfico, entronco con los orígenes del Partido Socialista en Vigo (Galicia). Tenía mis dudas de primerizo sobre la postura de Lenin y los bolcheviques hacia la democracia. En España estábamos luchando contra una dictadura que queríamos sustituir por un régimen democrático y socialista. Por este orden, la reivindicación de la democracia siempre por delante. Vivíamos bajo un Régimen tremendamente represivo con quienes pensaban diferente y nos parecía contradictorio tener como objetivo instaurar, en su lugar, la “dictadura del proletariado”. Sabía que se trataba de un concepto sociológico relativo a la clase social que gobierna, o quiere gobernar, pero a esas alturas del siglo éramos conocedores que la “dictadura”, en nombre del proletariado, podía llegar a ser una dictadura de verdad, incluso para sus propios fundadores y partidarios. Me costó entenderlo, pero pudo más la urgencia de la lucha antifranquista. Pocos años después el PCE se declaró partidario de un “socialismo en libertad”.
Igualmente se me hizo complicado asumir la cuestión de la violencia en la obra de Lenin. En 1968 habían pasado ya veinte años desde que el Partido Comunista de España abandonara la lucha guerrillera y se planteara una lucha pacífica, siguiendo precisamente las orientaciones leninistas de la época zarista, para organizar y movilizar los trabajadores, entrando en los sindicatos verticales del Régimen. Reemplazando, en consecuencia, la insurrección armada por una huelga general política y una huelga nacional para echar abajo la dictadura de Franco. Tampoco teníamos otra opción, aun así no fue fácil: el bando vencedor de la guerra civil había hecho desaparecer a más de 130.000 españoles de izquierda, republicanos y nacionalistas, y el miedo era palpable. Tuvo que nacer una nueva generación de obreros y estudiantes que, treinta años después de la gran represión, le plantó cara a la dictadura. Tan dura experiencia nos hizo poner en práctica, en los años 60 y 70, de manera rectificada en relación a los temas de democracia y violencia, las enseñanzas de la Revolución de Octubre, en un contexto y época muy diferentes, siguiendo, así y todo, la metodología intelectual del fundador de la Unión Soviética que solía basar sus posiciones en el principio de realidad, añadiendo nosotros la necesidad épico-ética de cierta coherencia entre los fines y los medios.
Me resultó por consiguiente útil, como dirigente del partido en la clandestinidad, la lectura interactiva de Lenin, sobre todo ese sentido que tenía de la objetividad de los hechos . Repetía, en sus escritos de combate, que “la teoría es gris y el árbol de la vida verde eternamente” o “la vida tendrá la última palabra”. Pensaba sin duda que la frase era suya, ya de mayor y con una cultura más general (era estudiante de Ingeniería Superior en los años de Madrid), supe que se trataba de un aforismo del poeta y científico romántico alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832). Lenin situaba la realidad y la práctica por delante de la ideología y la teoría, se mostraba de ese modo opuesto a cualquier tipo de doctrinarismo como marxista y como dirigente político, dijeran lo que dijesen sus adversarios dentro y fuera de la II Internacional, y sus epígonos después. Influencia racionalista del jefe de los bolcheviques que completaba la recibida, en 1968, por nuestra generación por la vía emocional e imaginaria. Lenin y los dirigentes bolcheviques compaginaban de manera espléndida el trabajo teórico (principalmente en la clandestinidad, el exilio o el destierro) con la militancia política y social, sabedores de que lo primero se nutre de lo segundo, y viceversa .
Lenin, hijo de un pequeño terrateniente, había recibido una formación clásica, era de los pocos privilegiados que pudieron ir a la universidad en la Rusia de los zares: un país enorme de más de 120 millones de habitantes con sólo un reducido número de estudiantes universitarios. Tenía un origen social semejante, pues, a los dirigentes más creativos del marxismo desde los fundadores Marx y Engels hasta Antonio Gramsci, pasando por Rosa Luxemburgo y tantos otros. Una elite intelectual que, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, jugó un papel esencial en la organización de las I , II y III Internacionales de los trabajadores, volviendo ciertamente del revés las enseñanzas académicas provechosamente recibidas. La transmisión cultural de este marxismo, y del compromiso social de los intelectuales, sigue, cuando menos hasta los años 60 y 70 del pasado siglo, una vía académica intergeneracional, paralela a la vía política y social, más condicionada por el contexto que por los libros .
Hablaremos ahora menos de memoria y más de la historia concreta de la Revolución de Octubre en su primer centenario. Dividiremos el proceso revolucionario ruso y su influencia, que marcó de manera indeleble la historia del siglo XX, en tres tiempos: 1917, el pequeño siglo XX y el nuevo siglo XXI. Dando por supuesto más importancia a los verdes hechos de la realidad que a una ideología que, pasada su edad dorada, se petrificó con Stalin, a diferencia del llamado “marxismo occidental” académicamente lúcido pero despegado -salvo excepciones- de los movimientos sociales y la práctica política.
1917
Analizaremos el acontecimiento-fundador de 1917 en tres dimensiones: contexto, coyuntura y acción subjetiva. El contexto extraordinario que posibilitó la Revolución bolchevique fue, como es sabido, la Gran Guerra que el Zar impuso a su pueblo desencadenando una pavorosa crisis social en una Rusia semi-feudal . El conflicto bélico indujo una inflación y un desempleo galopantes, salarios inmundos y jornadas extenuantes para los trabajadores, hambrunas y una enorme cantidad de fallecidos: dos millones de rusos murieron durante la I Guerra Mundial. Se desataron fortísimos movimientos sociales antizaristas, dirigidos por los obreros que ya habían protagonizado doce años antes la Revolución de 1905. En 1917, estalla en Petrogrado la Revolución de Febrero, secundada por el resto de la Rusia urbana y parte del Ejercito, que derrocan para siempre la autocracia de los zares, Se formó un gobierno de influencia menchevique , que decide continuar la guerra a pesar del mandato recibido durante la Revolución de Febrero. Se sucede una segunda ola de grandes manifestaciones. Lenin y otros revolucionarios se sirven de un tren alemán para regresar a Rusia. Llegó a la estación de Finlandia de Petrogrado, y allí Lenin proclamó subido a un tanque las Tesis de Abril, clamando que, en lugar de seguir apoyando al gobierno menchevique de Kérenski, el traidor que había mantenido a Rusia en la guerra, había que luchar ahora por “Todo el poder para los Soviets”, que se habían extendido desde Petrogrado a las ciudades de todas las Rusias y sus frentes militares .
El 25 de octubre en el calendario ortodoxo (7 de noviembre en el calendario occidental) tendrá lugar lo que será el momento más simbólico de la Revolución de Octubre que solemos celebrar el 7 de noviembre: el asalto exitoso al Palacio de Invierno , sede del Gobierno menchevique, bajo la bandera del “pan (contra el hambre), paz (salir de la Gran Guerra) y tierra (reparto de los grandes latifundios entre los pequeños campesinos rusos)”. El mismo Lenin redactó a primera hora el breve texto fundacional del poder soviético:
¡A los ciudadanos de Rusia! El Gobierno Provisional ha sido depuesto. El Poder del Estado ha pasado a manos del Comité Militar Revolucionario que es un órgano del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado y se encuentra al frente del proletariado y la guarnición de la capital. Los objetivos por los que ha luchado el pueblo (la propuesta inmediata de una paz democrática, la supresión de la propiedad agraria de los terratenientes, el control obrero de la producción y la constitución de un Gobierno Soviético) están asegurados. ¡Viva la Revolución de los obreros, soldados y campesinos! El Comité Militar Revolucionario del Soviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado. 25 de octubre de 1917, 10 de la mañana .
La toma del poder por parte de los obreros, soldados y marinos pro-bolcheviques de la capital industrial de Rusia fue ratificada de inmediato por el II Congreso de los Soviets de toda Rusia que había sido convocado justamente en Petrogrado para los días 25-27 de octubre de 1917. Paradógicamente fue una insurrección armada más bien pacífica, prácticamente sin bajas, otra cosa será la guerra civil posterior. Perdido el apoyo del Ejército y de la Marina en manos de los soldados y marinos organizados en soviets revolucionarios, el Gobierno de Kérenski cae como una fruta madura. En la Revolución de Octubre en Petrogrado participaron obreros de la Guardia Roja, soldados de la guarnición de Petrogrado y marinos de Kronstadt y Finlandia en cantidad de miles, no grandes masas.
La rápida y fácil victoria de los militares y obreros dirigidos por el POSDR bolchevique, replicada en Moscú y en gran parte de Rusia, fue posible gracias a una especial y compleja coyuntura de guerra, crisis social y crisis política (el Gobierno Provisional de Kérenski mandaba poco): entre golpes y contragolpes, los insurgentes ocuparon simplemente el vacío de poder existente. Fue decisivo, sin lugar a duda, el genio sensible de Lenin para entender la confusa coyuntura política y, sobre todo, el estado de ánimo de las masas. Y desde el punto de vista organizativo el talento de Trotski, Presidente del Soviet de Petrogrado, Presidente del Comité Militar Revolucionario y posteriormente creador del Ejército Rojo que ganará la guerra civil contra la contrarrevolución blanca.
Historiográficamente nos encontramos aquí con la cuestión del papel de las individualidades en la historia. Curiosamente, Hobsbawm no valora tanto o nada el papel de Lenin en la Revolución de 1917 , considera que fue “el ejemplo más impresionante de toda la historia” de las “revoluciones de masas”, suerte de “fenómenos naturales… en gran medida incontrolables”, de forma que “los objetivos de Lenin… no venían al caso”. Concluyendo que “durante sus primeros diez años su destino lo determinaron las masas rusas, lo que las masas querían o no estaban dispuestas a tolerar. El estalinismo puso fin a esto” . El argumento es cierto pero manifiestamente exagerado. Lo cierto que es ambos factores son claves, siendo el papel de Lenin y del partido bolchevique más decisivo en la corta duración, que exige decisiones rápidas en horas, días o semanas, y el de los movimientos sociales (obrero, militar y campesino) más importante en la media y larga duración a la hora de secundar o sostener, impulsar u oponerse a los planes de los dirigentes: más allá de la coyuntura y la táctica el sujeto social siempre hace la historia . La cuestión es que el historiador no puede prescindir, en rigor, de la corta duración y las mentalidades, las vanguardias y las individualidades., si quiere escribir una historia completa.
Realmente en Octubre lo que hubo fue una revolución democrática radical en torno a la reivindicación del “pan, paz y tierra” que deseaban los pueblos, guiada por un partido marxista revolucionario que asumió el poder en nombre de una clase obrera que era en aquel entonces una corta minoría -el 6% de la población- en la Rusia de los zares . De todas maneras, el pequeño pero concentrado proletariado ruso supo aprovechar bien, desde Petrogrado, Moscú y otras ciudades, el lugar de Rusia como el eslabón débil del sistema imperialista segmentado por la guerra.
Es menos conocido el rol de las mujeres en la Revolución Rusa, decía Lenin: “sin ellas no habríamos triunfado” . Tan sencillo como esto: constituían el 47% de la clase obrera de Petrogrado , los hombres estaban en la guerra y las obreras participaron tanto en las manifestaciones, como en la Guardia Roja y los Soviets, en todo. Otro aspecto reseñable, también minusvalorado, es el derecho de autodeterminación de los pueblos, de actualidad en la España de 2017 con el tema de Cataluña, y hace no hace mucho en Quebec (Canadá) y Escocia (Inglaterra). La Sociedad de Naciones lo reconocía en determinadas circunstancias, y Lenin y el partido bolchevique lo aplicaron de manera taxativa. Se dio la opción a las diferentes naciones y nacionalidades del imperio zarista de separarse de Rusia por medio de un referéndum legal: lo aprovecharon Finlandia en 1917 y Polonia, Estonia, Letonia y Lituania en 1919 . La mayoría de ellas decidieron, sin embargo, constituir la Federación Soviética de las Naciones Rusas que, desde 1922 hasta 1991, dio lugar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
La Revolución tuvo que progresar presto en un contexto de guerra civil con intervención extrajera. A menudo se olvida que las decisiones que Lenin y el partido bolchevique debieron tomar, entre 1917 y 1923, estuvieron condicionadas por el objetivo prioritario de ganar la guerra contra el Ejército Blanco, organizado por la derecha zarista y apoyado por decenas de miles de soldados de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Japón, y otros Estados del viejo Régimen, que llegaron a ocupar una gran parte de territorio ruso . Durante la guerra civil los bolcheviques disolvieron la Asamblea Constituyente (1918), formada en su mayoría por adversarios de la Revolución de Octubre . No obstante, Troski utilizó a oficiales zaristas para formar el Ejército Rojo y en 1921 se estableció, casi terminada la guerra civil y con un país en ruinas, la Nueva Política Económica (NEP) para fortalecer la alianza obrera-campesina a fin de consolidar el hecho de que una gran parte del Ejército zarista engrosara con sus soldados-campesinos la revolución proletaria, lo que hizo posible la victoria en la guerra civil. La NEP dejaba atrás el “comunismo de guerra” e implicó cierta recuperación económica gracias a la vuelta -transitoria- a la economía de mercado en el campo, la reconstrucción de la pequeña y mediana empresa, las facilidades a la inversión extranjera y el acuerdo del Gobierno de Lenin con los empresarios de la época zarista para sacar del caos a la economía rusa, causado por la Gran Guerra, la Guerra Civil y la dura intervención militar extranjera. La NEP duró hasta 1928 , impulsada primero por Lenin y después por Bujarin, hasta el cambio radical de política promovido por Stalin: planificación quinquenal, nacionalización de la propiedad privada y colectivización forzosa de los campesinos.
Hay una valoración unánime de que el giro ruso de 1917 implica una nueva etapa de la historia mundial. Eric J. Hobsbawm llamó el “Pequeño Siglo XX” a lo que va desde 1917 a 1991, año de la desaparición de la Unión Soviética. Era la primera vez en la historia que una revolución obrera y popular triunfaba: la noticia se propagó por el mundo, entre otras vías, a través del libro-testimonio (una suerte de Historia Inmediata) del periodista y comunista norteamericano John Reed, Diez días que estremecieron al mundo (1919). Impacto universal que como ya comentamos afectó a varias generaciones del siglo XX, y sigue estando históricamente vigente en el sentido del “sí, se puede”, como decían los millenials indignados siguiendo el lema de la campaña electoral del Barack Obama de 2008 “Yes we can”. Ciertamente la principal lección, hoy, de Octubre es que “Sí, se puede” derrocar una clase dirigente corrupta e ineficaz que ha perdido consenso moral entre la población. Pero la voluntad no basta, el contexto es otro, la democracia está implantada -irreversiblemente, esperemos- y ya no hay guerras inter-imperialistas porque ya no existen Imperios, todos los Estados están dominados por el mercado global, que engendra movimientos sociales críticos todavía lejos de ser capaces de cambiar el mundo .
La Revolución Rusa, y su desarrollo, recibió coetáneamente críticas importantes de parte de otros marxistas revolucionarios, rusos y no rusos. Rosa Luxemburgo escribió desde la cárcel, en 1918 , el artículo “La revolución rusa” que no se publicó hasta 1922 , después de presiones y vacilaciones varias. Reconocía que los bolcheviques rusos “han salvado el honor del proletariado internacional”, pero criticaba la disolución de la Asamblea Constituyente, la reforma agraria que crearía pequeños campesinado que -decía- no nos iban a ayudar a construir el socialismo, la Paz de Brest Litovsk (en 1918, quedó abolida con el Tratado de Versalles de 1919) por la que los rusos “cedían” a Alemania, Finlandia, Polonia, Estonia, Lituania y Ucrania, a fin de salir de la Gran Guerra como habían prometido en Octubre. La mayor parte del territorio perdido fue recuperado por la Rusia soviética después del fin de la I Guerra Mundial, que se saldó con la derrota de Alemania. Objetivamente la Revolución Rusa no habría triunfado si los bolcheviques no hubieran hecho esas concesiones, paralelamente al repliegue que supuso la Nueva Política Económica : la práctica (verde) siempre por encima de la teoría (gris).
Siguiendo con las (auto) críticas. El propio Lenin en su “testamento” (notas dictadas a su secretaria), posterior al ictus que sufrió en el año 1922 (murió dos años después), pide que se desplazara a Stalin de la Secretaría General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, por causa sus cualidades bruscas y autoritarias .
Será Trotski a continuación quien, enfrentado con Stalin, criticará acerbamente el abandono de la democracia directa, la burocratización del nuevo Régimen y su renuncia a la “revolución permanente” .
Antonio Gramsci, cofundador con Antonio Bordiga del Partido Comunista Italiano e intelectual prominente, encerrado por Mussolini en la cárcel en 1926 (una vez ilegalizado el PCI) hasta su muerte en 1937, escribirá el 24 de noviembre de 1917, en caliente, un artículo sobre la Revolución de Octubre que publicó en Avanti : “La revolución contra el Capital” . Donde recuerda que, según los fundadores del marxismo, la revolución sólo será factible en los países más desarrollados económicamente, haciendo notar que los bolcheviques buscaron un atajo saltándose la fase capitalista y burguesa en la historia de Rusia. Señaló la paradoja, saludando y justificando en todo caso la audacia del partido de Lenin, ante la miseria de la guerra, la carestía y la carnicería de la guerra, poniendo su confianza en el éxito de la Revolución bolchevique para quemar etapas en Rusia (y conectar con la esperada revolución internacional, añadimos nosotros). En 1926, el PCI y Gramsci se definen tácticamente en favor de Stalin contra Troski, pero exigen: “queremos estar seguros de que la mayoría del C.C. de la URSS no se propone aplastarles en la lucha y está dispuesta a evitar medidas extremas” . No fue así. En seguida vino para nuestro egregio prisionero el aislamiento carcelario, el resquemor con Togliatti y el PCUS por olvidarse de su penosa situación y la escritura de los Cuadernos de la Cárcel (1929-1935) . Donde desarrolla un concepto de ‘hegemonía’ contradictorio con la “dictadura del proletariado”, planteando la lucha por el poder como una cuestión de fuerza y… consenso, lo que inspiró a finales de los años 70 el movimiento eurocomunista del PCI de Enrico Berlinguer y el PCE de Santiago Carrillo en pro de un “socialismo en libertad” , pensado para unas sociedades occidentales donde, a diferencia de la Rusia zarista, la clase obrera era sociológicamente mayoritaria y existía una democracia representativa fruto, en gran medida, de la lucha obrera y el sacrificio de los comunistas .
La derrota en Alemania de la revolución espartaquista en 1919 supuso una enorme decepción entre los bolcheviques, cuyos dirigentes siempre pensaron que la toma del poder en Rusia no sería más que un anticipo de la revolución mundial en los países capitalistas más desarrollados. Tuvieron que teorizar apresuradamente, a la defensiva, la noción de un “socialismo en un solo país” perfilada por Nicolái Bujarin. Iósif Stalin, prácticamente sólo ya en la cúspide del Estado soviético, hace suyo el concepto aislacionista de su viejo socio en la lucha por el poder interno, convirtiéndose en el todopoderoso, caprichoso y abusivo Secretario General del PC soviético, justamente lo que más temía Lenin.
Unión Soviética
Caracterizamos de estalinista la etapa soviética -años 30 y 40- que sigue a la revolución, la guerra civil, la NPE y la lucha interna dentro del partido. La desaparición durante la guerra civil del Partido Social-Revolucionario de Izquierda , representante tradicional del campesinado, reduce el sistema soviético de partidos al Partido Comunista. El régimen soviético se hace con Stalin personalista, autoritario y represivo , tanto hacia dentro como hacia fuera, en un entorno de aislamiento internacional, centralización y desarrollo económico que satisfará y urbanizará su base social histórica, que se movilizará exitosamente entre 1941 y 1945 contra el III Reich.
Algunos se preguntan: ¿cómo pudo durar un régimen tiránico como el soviético 70 años? Las anteojeras ideológicas les impiden percibir la historia tal como la podían ver los rusos normales . Desde los años 30, tuvo lugar en la Unión Soviética un proceso planificado y acelerado de industrialización como nunca antes se había visto, que transformó la atrasada Rusia en una gran potencia mundial, lo que permitió -entre otras cosas – la victoria contra Hitler en la II Guerra Mundial. Gracias a lo anterior, el PC soviético pudo crear un colosal Estado social, comparando siempre con la Rusia heredada de los zares y la guerra, que subió el nivel de vida de los trabajadores, garantizó el empleo, la educación y la enseñanza para todos, obligando además a Occidente a hacer reformas en la misma dirección como el New Deal en los EE. UU. y el Estado de Bienestar de Keynes en Europa. Es históricamente incorrecto -además de injusto- que la II Internacional socialdemócrata se atribuya en solitario, los avances sociales en las políticas públicas en la Europa capitalista de la posguerra, sin considerar los efectos de las luchas de los trabajadores y del miedo del capitalismo -debilitado por las dos guerras mundiales- a que la Revolución Rusa se expandiera par tout.
La inclusión del Este de Europa en el bloque soviético, después de la II Guerra Mundial y las posteriores y triunfales revoluciones dirigidas por partidos comunistas en Oriente y América Latina, mantuvieron vivo en Occidente el temor a la revolución socialista y la rivalidad capitalismo-socialismo en los años más calientes de la Guerra Fría de los años 50 y 60, cuestionada por una nueva generación a partir de 1968 desde Francia, Praga, EE. UU., México o Japón.
La otra cara de la moneda del Estado soviético de corte estalinista es la imposición de un pensamiento marxista cerrado y simplista, acuñado como “marxismo-leninismo” y basado en la obra de Stalin Los fundamentos de leninismo, publicada en 1926 , transcripción de unas conferencias que dictó en abril de 1924 en la Universidad Sverdlov , tres meses después de la muerte de Lenin . Marxismo de catecismo, como gusta decir Josep Fontana, que convirtió en teoría gris la creatividad siempre verde de Lenin. Potenciando una neta separación entre ideología y realidad, historia oficial e historia vivida, nomenklatura y sociedad, que explicará décadas después el derrumbe sorpresivo del socialismo llamado real como una cáscara vacía.
Lo peor, con todo, de la época estalinista es la puesta en marcha de un Gobierno tiránico alejado del pluralismo interno de la época bolchevique, en el POSDR (b) y en el PC (b), y del propio funcionamiento democrático y asambleario de los Soviets originales. Evolución autoritaria que confirma los peores temores de Lenin, Troski y otros marxistas revolucionarios de inicios del siglo XX. La culpa de Stalin por las desviaciones del proyecto original de Octubre es evidente pero relativa, salvo en lo respecta a su brutal carácter denunciado por Lenin. Stalin fue responsable en lo personal de los crímenes de Estado en los años 30 y 40, pero su ascenso y actos de poder fueron también consecuencia de un régimen político de entrada aislado internacionalmente, con un partido único y burocratizado, sin ninguna oposición interna o externa que hiciese de contrapeso. Gobernando, además, un país destruido por las guerras que hereda las rémoras serviles del zarismo, pretendiendo instaurar el régimen social más avanzado del mundo.
Si Lenin no hubiera muerto a los 54 años, y hubiera vivido 20 años más como Jefe del Estado soviético, con seguridad no se habría generado una dinámica de purgas tan terribles. Stalin eliminó físicamente a la mayor parte de la dirección del partido bolchevique de 1917 . Campos de concentración masivos para los disidentes, colectivización forzosa para los campesinos. Conculcación sistemática de los Derechos Humanos, que hoy serían considerados delitos de lesa humanidad imprescriptibles. Todo hay que decirlo: siguiendo el principio de realidad de Lenin y el principio de verdad de los historiadores. Hay que hablar de las dos caras de la experiencia soviética, no sólo de la que pueda interesar a cada uno según su ideología: decir la verdad el revolucionario .
Stalin apoyado en el culto a la personalidad, un partido uniforme artificialmente y una extensa burocracia, sobredimensiona un Estado dictatorial -cuando ya no había guerra civil ni intervención extranjera- que no quiere ni puede renunciar al miedo y a la represión para gobernar. La Unión Soviética reconstruye y amplia lo que fue geopolíticamente el Imperio euroasiático de los Zares, se hace respetar y mantiene la paz mundial mediante un peligroso equilibrio de fuerzas nucleares con el bloque capitalista. Otros países se unen durante la Guerra Fría a la órbita comunista en varios continentes, y la III Internacional lleva la influencia soviética a todos los países del mundo. Ya no hay ni acoso internacional ni “socialismo en un solo país” para mirar para otro lado sobre lo qué pasaba en Rusia, y en otros países gobernados por los comunistas (recordar la Camboya de Pol Pot) so pretexto de no favorecer al enemigo capitalista . Menos se puede hoy en día negar u ocultar la parte oscura del pasado comunista, vivimos una afortunada globalización de los derechos humanos más o menos protegida por un nuevo derecho internacional, que reconoce justicia, verdad y reparación a todas las víctimas civiles de las dictaduras y las guerras del siglo XX, sin excepciones políticamente interesadas. La historia hay que recordarla “tal como fue” para no repetir sus inhumanos “errores”.
La Gran Guerra Patria comportó un punto de inflexión en la evolución de la Unión Soviética, su alianza en 1941 con los países democráticos quiebra definitivamente su aislamiento internacional. En 1945 participa en la creación de la ONU y del Consejo de Seguridad junto con Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y China, todo como resultado de su papel decisivo en la derrota de Alemania . Si Rusia tuvo en la I Guerra Mundial 2 millones de muertos, según dijimos, en la II Guerra Mundial fueron 26 millones , contribución ingente a la lucha común de los Aliados contra las potencias del Eje Berlín-Roma-Tokio. Con la Guerra Fría se quiso hacer olvidar, inútilmente, el servicio histórico que había prestó la Unión Soviética a la humanidad en los años 1941-1945.
El nuevo impulso del prestigio de la Unión Soviética que conlleva su papel en la II Guerra Mundial se refuerza en 1956 cuando Nikita Krushchov denuncia en el XX Congreso del PCUS como nuevo Secretario General (Stalin muere en 1953), los crímenes de Stalin apoyándose en el testamento de Lenin y los escritos de Krúpskaya, así como su modo de dirigir la URSS proporcionando referencias y datos acerca del culto a la personalidad, la exageración de su papel durante la Guerra Patria, la represión del pluralismo interno, la ejecución de los viejos bolcheviques e innumerables comunistas (como la ejecución de 848 delegados del XVII Congreso del PCUS en 1934), la creación de pruebas falsas para acusar a sus adversarios personales o políticos o la deportación de las nacionalidades. En 1964, Krushchov fue depuesto y sustituido por Leonid Brézhnev al frente del Partido y del Estado. Los veinte y cinco años siguientes de la URSS serán de estalinismo sin Stalin, menos sangrientos tal vez pero no menos dogmáticos y autoritarios, como revela la brutal represión de la Primavera de Praga en 1968. En 1982 muere Leonid Brézhnev y, en 1985, lo reemplaza Mijaíl Gorbachov que retoma el espíritu reformista de Krushchov. Será demasiado tarde, el conservadurismo y el inmovilismo de las décadas anteriores habían dejado a la Unión Soviética inerme ante el vendaval de la globalización en ciernes.
La historiografía progresista no fue ajena a estos acontecimientos perturbadores. Como la invasión soviética de Hungría el 4 de noviembre de 1956 para reprimir la Revolución del 23 de octubre que dio lugar al Gobierno reformista de Imre Nagy. El Grupo de Historiadores del Partido Comunista Británico que habían creado en 1952 la revista Past and Present, promotora de la escuela historiográfica marxista de mayor prestigio en el mundo occidental, se aparta en su mayoría del Partido Comunista Británico, entre ellos E. P. Thompson, Christopher Hill y Rodney Hilton, en cambio siguieron militando Eric Hobsbawm y Maurice Dobb .
El 21 de agosto de 1968 los tanques soviéticos intervinieron de nuevo en Checoslovaquia para poner fin al “socialismo de rostro humano” de Alexander Dubcek. Recuerdo que nos confortó la crítica de la dirección del Partido Comunista de España a la intervención en Checoslovaquia poniendo fin violentamente a la Primavera de Praga, parte del movimiento histórico y generacional estudiantil del 68. El PCE ya había cuestionado meses antes el rol jugado por el Partido Comunista Francés en el Mayo francés (tachando a los estudiantes rebeldes de “pequeños burgueses”), al que nos considerábamos ligados fraternalmente. De no ser así, muchos nos hubiéramos ido del partido, en detrimento de un movimiento antifranquista universitario y obrero en auge que alcanzará en la siguiente década un punto de no retorno, haciendo posible la transición a la democracia.
Llegamos así al final de la experiencia soviética, y del siglo XX como proceso histórico, con la caída del socialismo llamado real. En 1989 se derrumba el Muro de Berlín y, en 1991, acontece el golpe de Yeltsin y la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El derrumbamiento del modelo soviético, que cogió por sorpresa a todos, incluidos historiadores, politólogos y científicos sociales , sólo se comprende desde un marxismo original, ajeno a la fosilización posterior por obra del estalinismo. La crisis y el acabamiento del sistema soviético es un efecto claro del choque entre el desarrollo de las fuerzas productivas y unas relaciones de producción que integraban una superestructura política que desvió, después de 1945, el I+D y el presupuesto del Estado hacía la carrera armamentística y espacial, perdiendo la carrera económica con los Estados Unidos y el capitalismo occidental, al tiempo que ignoraba y/o desdeñaba las nuevas necesidades de la población . Todo ello en los prolegómenos de una revolución científico-técnica y de las comunicaciones sin precedentes , y de una globalización del mercado libre incompatible con una economía hiper nacionalizada, autárquica y centralizada como la soviética .
La caída -sin grandes resistencias- del “socialismo real” en el Este de Europa está provocada en una importante movilización de masas en algunos países, como Alemania o Polonia -donde la iniciativa es del movimiento obrero- a diferencia de Rusia, donde el poder soviético simplemente se desfondó, en medio estaría la situación de Rumanía, donde en 1989 un levantamiento armado -como en la Hungría de 1956- terminó con el ajusticiamiento de Nicolae Ceaucescu.
El retorno impensado del capitalismo quiebra el dogma marxista-leninista de los cinco estadios (esclavismo, feudalismo / capitalismo / socialismo / comunismo) que consideraba irremediable el paso de una etapa a otra sin prever la transición inversa del socialismo al capitalismo. El mentís histórico y objetivo del catecismo estalinista, trufado de estructuralismo, que para el mejor marxismo occidental ya estaba desprestigiado en los años 70, hizo retroceder así mismo la confianza en el marxismo en su conjunto, y, en general, en todas las ideologías y filosofías basadas en la noción ilustrada del progreso, dando alas al posmodernismo, el neoconservadurismo y el neoliberalismo, a su vez en crisis -justicia histórica- en este nuevo siglo abocado a nuevas luchas y objetivos históricos .
El capitalismo que retornó en Rusia, y a otros países del Este de Europa, semejaba más del siglo XIX que del siglo XXI. Manifiestamente subdesarrollado, mafioso inclusive, ha dado lugar a una gran desigualdad social. En la Rusia postsoviética empeoraron las condiciones de vida y de trabajo de la gente, se multiplicó por diez el número de pobres, bajó de manera notoria la esperanza de vida de la población. Perdieron de golpe los rusos el Estado social construido a partir de la Revolución de Octubre, pese a las desviaciones: el derecho al empleo, la educación y la sanidad; la aportación soviética al desarrollo de las universidades y las ciencias. No nos extraña que en un sondeo reciente, el 53% de la población rusa manifestara una visión positiva de Lenin (y de otros líderes soviéticos como Dzherzhinski y Stalin) . Tampoco que a un político postsoviético tan avispado como Putin (antiguo funcionario de la KGB) se le atribuya en las redes la frase siguiente: “quien no extraña a la Unión Soviética no tiene corazón, quien la quiere de vuelta no tiene cerebro”. Hay que decir que no tiene demasiada autoridad Putin para decirlo (en el caso probable de que sea suya), siendo conservador, neoliberal y nacionalista gran-ruso. El actual Presidente de la Federación Rusa es un agradecido reconocedor del estatus de gran potencia alcanzado por la Unión Soviética con Stalin . Le resulta fácil así beneficiarse electoralmente de la nostalgia soviética entre los rusos de hoy, manteniendo para ello la momia de Lenin en la Plaza Roja para que los ciudadanos exsoviéticos -y los turistas- puedan visitarlo: si levantara la cabeza…
Un siglo después
¿Cómo se ve desde el siglo XXI el acontecimiento y el proceso histórico abierto por la Revolución de Octubre? Estamos en una época radicalmente diferente. Lenin escribió en 1916 El imperialismo, fase superior del capitalismo, donde los grandes Estados capitalistas diputaban entre ellos por la dominación del mundo. Hoy, la globalización viene a ser como la “fase superior” de la “fase superior” del capitalismo, donde los viejos Estados-nación tratan todo lo más de sobrevivir frente a los poderes fácticos globales de las finanzas y multinacionales a quienes sirven, por un lado, y a las redes sociales que los critican o ignoran, por el otro. Obviamente, Lenin no lo pudo prever: la etapa imperialista se basó en el dominio absoluto del Estado y la globalización neoliberal necesita la subordinación de los Estados a los mercados.
En cierto sentido estamos ahora peor que hace un siglo. Piketty demostró en su tesis doctoral como a partir de los años 70 ha ido creciendo la desigualdad económica y social, superando con el cambio de siglo a la existente antes de la crisis de 1929, con el agravante de que presentemente la población mundial y la tarta a repartir son mucho mayores. A lo que hay que sumar la inesperada crisis de 2008 que ha durado una década, y otras que pueden venir después, ante la falta de control con la que actúan los mercados financieros, la inmensa e impagable deuda, el agotamiento de las energías fósiles o la creciente economía sumergida .
El capitalismo sigue provocando sus propias crisis como en los tiempos de Marx, que ahora una globalización económica agrava por su descomunal capacidad de difusión y amplificación de lo malo y de lo bueno. Pero no estamos al final de la historia, si no en un nuevo comienzo. En el nuevo siglo se viene a manifestado también globalmente una nueva generación indignada y vitalmente anticapitalista, no tanto por razones ideológicas, al estilo del siglo XX, como por su propia experiencia social de generación académicamente formada -más que nunca- en los países desarrollados, consciente de no tiene un lugar claro en el futuro que el capitalismo global está construyendo para el siglo XXI.
En este contexto surgen voces que hablan, cien años después, de la renovada vigencia de la Revolución Rusa de Lenin y los bolcheviques, pese a su evolución autoritaria y la radical mutación de las condiciones históricas, por lo de ningún modo vale copiar miméticamente. En el presente, las opciones marxistas, o relacionadas con el marxismo, activas y políticamente ganadoras siguen en la práctica caminos bien diferentes que los que siguió el bolchevismo para conseguir parecido objetivo de transformación social.
Con el siglo vivimos ahora un auge de movimientos sociales, con escaso protagonismo del movimiento obrero tradicional, que tantos éxitos obtuvo en el siglo XX, ahora debilitado cualitativa, numérica y estructuralmente. Los nuevos movimientos sociales tienen una base social diferente y diversa, jóvenes precarios o desempleados, muchos de ellos universitarios, minorías de edad, género o etnia, que tienden a movilizarse de manera global. Nuevo movimiento social global que, en un plazo de dos décadas también ha hecho estremecer el mundo. En 1999 encentó en Seattle el movimiento antiglobalización o altermundista. En 2011, espoleado por la crisis de 2008 y sus consecuencias, se alzó el movimiento de los indignados que atravesó varios continentes hasta 2016 (Nuit debout en Francia), también en México (YoSoy132, Ayotzinapa, la respuesta de los jóvenes al terremoto de 2017 en CDMX…). A falta de soluciones para esta globalización desmadrada es probable que en la tercera década del siglo XXI se produzca una tercera ola de los indignados de la generación millennials , la única hoy por hoy que podemos comparar con la generación -asimismo intercontinental- de Mayo del 68, cuyo 50 aniversario celebramos en 2018.
Al mismo tiempo, surge en América del Sur, de 1998 en adelante, la experiencia asimismo inesperada del “socialismo del siglo XXI” , actualmente en fase de repliegue , de interés en el tema conmemorativo que nos ocupa puesto que conlleva cierta “vuelta al marxismo” -que muchos consideraban en bancarrota total después de la Caída del Muro – como guía de la acción política. Lo más llamativo de la nueva izquierda bolivariana es, además de iniciar la construcción de un Estado social en Venezuela, Ecuador y Bolivia, el acceso al poder a través de elecciones, la aceptación más o menos entusiasta del pluralismo partidario y de la democracia como forma de gobierno, a diferencia de lo que fue el modelo soviético del siglo XX. Tiene un especial valor por tratarse de países con escasa historia democrática, incluso de tradición golpista.
El precedente histórico más cercano es el sueño pacífico de Salvador Allende y el “socialismo en libertad” eurocomunista también de los años 70, y el más lejano es la valoración que, en 1895, el propio Engels hizo del sufragio universal en Alemania -donde el SPD había conseguido ya dos millones de votos- como un “instrumento de emancipación”, celebrando como “los partidos del orden, como ellos se llaman, se van a pique con la legalidad creada por ellos mismos” . Vía revolucionaria pacífica y democrática de toma del poder que se vio frustrada, en el siglo XX, en Alemania y Europa Occidental, por las guerras imperialistas, el nazifascismo, la Guerra Fría, además de los logros del Estado de Bienestar gracias a las luchas y los “treinta gloriosos” años de desarrollo económico entre 1945 y 1973.
Otra novedad del “socialismo del siglo XXI” es la asunción de la cohabitación de la empresa pública con la economía de mercado, como una NEP permanente. Es evidente que, en la era global, una economía no puede sobrevivir al margen del mercado, autárquicamente, otra cosa es dejar que los mercados sin patria, especulativos y bursátiles, sigan mandando más que nuestros representantes elegidos. De ahí que el proteccionismo en el siglo XXI sea cosa de reaccionarios como Trump o los partidarios del Brexit. Para transformar el mundo, aquí y ahora, es principio de realidad aceptar -críticamente- la interdependencia económica global , que pone de actualidad la dimensión necesariamente mundial de la revolución socialista, según defendieron los fundadores del marxismo. Lo mismo valdría decir en este momento de cualquier otra iniciativa política o social encaminada, en el presente siglo, a controlar democráticamente la globalización económica .
Volviendo a 1917, ¿qué puede significar la Revolución de Octubre en el siglo XXI? Un referente histórico, historiográfico e identitario. Decía León Trotsky, en su “Historia de la Revolución Rusa”, redactada en 1932, que “aun suponiendo que … el régimen soviético fuera derrocado temporalmente… sería un ejemplo para todo el desarrollo futuro de la humanidad” . Sí, pero no. Cien años después, la Revolución Rusa ha caído en el olvido para la gran mayoría de la gente, incluidos los nuevos trabajadores industriales: principio de realidad. Recientemente Pablo Iglesias, en una mesa redonda conmemorativa en Madrid del centenario de la Revolución de Octubre mostró su admiración por el genio de Lenin y la Revolución Rusa, demostró -decía- que se puede convertir “lo imposible en real” y que “la política puede ganar a la historia” . En fin, el “sí se puede” que justamente dio nombre al partido Podemos , surgido del 15M del cual Iglesias es secretario general. Se trata, en realidad de una posición individual como profesor de Ciencia Política versado en la historia del siglo XX. Como movimiento social el 15-M tuvo, no obstante, más del anarquismo que del leninismo: sin dirigentes, asambleario, tanto o más más espontáneo que los soviets rusos de 1905 y 1917, o los consejos obreros de Turín de 1920. Seguidamente el partido Podemos fue otra cosa, ahí entran otros ingredientes de tipo intelectual y político, así y todo se trata de algo nuevo, las decisiones fundamentales, internas y externas, las toman por Internet los casi medio millón de inscritos, y tienen como meta presentarse a las elecciones y ganar el Gobierno a fin de alcanzar una democracia real, plena y social. Para nada, pues, un partido leninista de vanguardia como el PSDR (b) o el PCR (b), organizado para la clandestinidad y la insurrección armada.
La Revolución Rusa en el siglo XXI no da votos debe ser tarea de historiadores y profesores de historia hacer que no se olvide tan grande evento, y sus efectos, que marcaron de manera indeleble la historia del siglo XX, sin lo cual mal se comprendería el presente convulso que vivimos. La óptica correcta como historiadores es tratar de comprender los hechos en su contexto , sin dejar de tener en cuenta los valores del presente: de forma que comprender no signifique justificar barbaridades, por razones de honestidad y pedagogía. Y menos aún se deben proyectar hacia atrás sin más nuestras ideologías actuales , las verdades históricas que contengan nuestras legítimas interpretaciones se resienten de ello. En cualquier caso, como en otros hechos históricos relevantes del pasado siglo, la polémica está servida, dentro y fuera de la historia académica. La demostración de que la Revolución Rusa de 1917 sigue historiográficamente viva es el debate que ha generado en su centenario. La posición historiográfica más útil es, por tanto, la que tome en consideración el contexto de las diferentes épocas del proceso soviético, así como los datos y fuentes que se han ido descubriendo, empezando por las investigaciones innovadoras de E. H. Carr y la historiografía social anglosajona y francesa de los años 60 y 70 , sin coartar en ningún momento el debate entre historiadores y no historiadores.
El único camino desde una historiografía de valores profesionales y morales es analizar la Revolución Rusa partiendo del punto de vista de sus protagonistas, favorables y contrarios, junto con los datos generales sobre 1917, su gestación, prolongado y discutido impacto, de manera crítica y autocrítica, por mucho que hechos y conclusiones molesten a la ideología que pueda o pudo tener cada uno de nosotros. Cuestión aparte son los militantes o exmilitantes donde, a diferencia de los historiadores, cuenta más la posición subjetiva, por lo que se llega a menudo a negar o minusvalorar los datos probados que estorban a la propia identidad ideológica, en especial la parte criminal del estalinismo, algo que no puede hacer el historiador de oficio.
Decíamos que la valoración presente de lo que fue y significó la Revolución de Octubre puede ser histórica, historiográfica e identitaria, yendo de lo más objetivo a lo más subjetivo. Consideramos legítima que alguien quiera preservar incólume su ideología como parte de su biografía e identidad personal, otra cosa es avalar como proyecto político colectivo, implícita o explícitamente, el relativismo moral o el negacionismo respecto de la deriva autoritaria y represiva del estalinismo, inaceptable en nuestro tiempo. Somos parte de una generación que evolucionamos -“sólo la vida dirá la última palabra” decía Lenin- porque no traicionamos las enseñanzas medulares y originarias de la Revolución Rusa: emancipación social y democracia auténtica.
*Versión escrita de la conferencia de Carlos Barros en el Coloquio Internacional «La Revolución Socialista Rusa de 1917: reflexiones y perspectivas». Auditorio del Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, Ciudad de México, 6 de noviembre de 2017 (https://youtu.be/jdzOM0gDcvU).
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HI. Historia del siglo XX 3
Estimados Colegas, Las ideologías y proyectos sociales, como toda obra humana, se miden por resultados. El Marxismo en su versión III Internacional fracasó, la URSS colapsó y se vino abajo la totalidad del sistema. Sólo en un tiempo muy breve, la NEP de Lenin, que introdujo el sistema de precios y la propiedad privada, aunque reducida, llevó a la URSS a un nivel de vida material superior a la de Europa de su época. Pero el resto fue un fracaso. Insistir en las propuestas de Marx, Lenin es simplemente no entender la historia. El programa comunista con tenido en el Manifiesto, luego desarrollado más extensamente en el Capital, acertó en algunas cosas, pero fue un fracaso rotundo en otras. En el tema del Estado sabemos lo que ocurrió con las policías secretas y los millones de asesinados por el comunismo.
El Estado totalitario, la dictadura del proletariado en la jerga marxista-leninista, fue la dictadura de un partido (Luxemburg, Trotsky, Radek) y no de una clase. Todavía falta un Nuremberg para los asesinos comunistas, entre ellos el español Carrillo. El único socialismo viable es la socialdemocracia, de Berstein, kautsky, Lasalle a Kelsen, Bobbio, Giddens, Beck, Held. En esos sistemas politicos en esos sistemas políticos los trabajadores alcanzaron importantes logros materiales. etc. En Chile vivimos la experiencia pseudo revolucionaria de la UP de Allende -yo era de izquierda- y fue un desastre. Venezuela, Bolivia, Ecuador han tratado de revivir un cadáver ideológico, el socialismo del siglo XXI, otro experimento utópico fallido, que mantiene a un tirano como Castro y Maduro en el poder, y a sus poblaciones en la miseria. La situación humanitaria en Venezuela es crítica. En Chile, la ex Presidente Bachelet dejó al país con un gran déficit fiscal.
En la incapacidad para gestionar la economía, comunistas y socialistas se disputan el premio, aunque en Chile han realizado algunos negocios especulativos con buenos resultados, pero e contra de los trabajadores que eran sus empleados. Si alguien cree que MARX puede todavía representar una opción para el mundo de la globalización, es que no entiende la realidad ni la historia. Marx fue una respuesta, parcialmente adecuada, para los desafíos de la revolución industrial. La URSS fracasó al enfrentar dicho desafío. Y ellos aplicaron literalmente el modelo marxiano. No le imputen toda la responsabilidad de fracaso a Stalin y sus secuaces. Hoy estamos en la V Revolución industrial, de la robótica, automatización y electrónica (en los próximos cinco años se perderán el 50% de los puestos de trabajo en la industria) ¿Que tienen que decir los neo marxistas y neo comunista de esta realidad?. Pongamos el ejemplo actual de RUSIA. Con Putin, sin duda el dirigente ruso más importante de la Historia contemporánea de Rusia, muy superior a Lenin, Stalin y sus sucesores comunista, heredó un país en la miseria moral y material luego de 70 años de comunismo.
Pero en 20 años de trabajo duro, disciplina y desarrollo de tecnologías se aproxima rapidísimamente a los capitalistas de occidente. Y ello los preocupa más que el fantasma del Comunismo, con el cual sueñan todavía algunos españoles. China, desde el fracaso de la revolución cultural de un marxismo puro de Mao, se ha situado en la punta de la economía y del bienestar material de sdu población, con diversos grados de libertad, aplicando los mecanismo de un economía de mercado: sistema de precios, propiedad privada, rentabilidad, competitividad, gestión por resultados, eficiencia. Harían bien algunos colegas leer las reflexiones de cuatro economistas de izquierda o liberales: Schumpeter, Galbraith, Mirdal, Sen para entender que el marxismo, el comunismo no tienen futuro. A menos que se desee imponerlo a sangre y fuego. Pero con ello corren el riesgo de ser derrotados militarmente, como de hecho ha ocurrido. Sugiero una lectura económica clave: J. Buchanan : Democracy in deficit. The political legacy of J. M. Keynes (1977). Parafraseando a Marx, el comunismo ya es un objeto ideológico para el museo de la historia. Pretender resolver los problemas de la sociedad post industrial con las ideas del Manifiesto y del Capital, es pretender navegar con el astrolabio en la era del GPS y de las comunicaciones satelitales. Sin duda, podéis perseverar en tal primitivismo tecnológico, pero los resultados son inciertos y con un alta probabilidad de fracaso rotundo, como lo demuestran las experiencias socialista desde 1917 hasta el presente.
Patricio Carvajal Aravena
UPLA
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Carlos Barros
Red Académica Internacional Historia a Debate
¿Cómo se ve desde el siglo XXI el acontecimiento y el proceso histórico abierto por la Revolución de Octubre? Estamos en una época radicalmente diferente. Lenin escribió en 1916 El imperialismo, fase superior del capitalismo, donde los grandes Estados capitalistas diputaban entre ellos por la dominación del mundo. Hoy, la globalización viene a ser como la “fase superior” de la “fase superior” del capitalismo, donde los viejos Estados-nación tratan todo lo más de sobrevivir frente a los poderes fácticos globales de las finanzas y multinacionales a quienes sirven, por un lado, y a las redes sociales que los critican o ignoran, por el otro. Obviamente, Lenin no lo pudo prever: la etapa imperialista se basó en el dominio absoluto del Estado y la globalización neoliberal necesita la subordinación de los Estados a los mercados.
En cierto sentido estamos ahora peor que hace un siglo. Piketty demostró en su tesis doctoral (El Capital en el siglo XXI, 2014) como a partir de los años 70 ha ido creciendo la desigualdad económica y social, superando con el cambio de siglo a la existente antes de la crisis de 1929, con el agravante de que presentemente la población mundial y la tarta a repartir son mucho mayores. A lo que hay que sumar la inesperada crisis de 2008 que ha durado una década, y otras que pueden venir después, ante la falta de control con la que actúan los mercados financieros, la inmensa e impagable deuda, el agotamiento de las energías fósiles o la creciente economía sumergida.
El capitalismo sigue provocando sus propias crisis como en los tiempos de Marx, que ahora una globalización económica agrava por su descomunal capacidad de difusión y amplificación de lo malo y de lo bueno. Pero no estamos al final de la historia, si no en un nuevo comienzo. En el nuevo siglo se viene a manifestado también globalmente una nueva generación indignada y vitalmente anticapitalista, no tanto por razones ideológicas, al estilo del siglo XX, como por su propia experiencia social de generación académicamente formada -más que nunca- en los países desarrollados, consciente de no tiene un lugar claro en el futuro que el capitalismo global está construyendo para el siglo XXI.
En este contexto surgen voces que hablan, cien años después, de la renovada vigencia de la Revolución Rusa de Lenin y los bolcheviques, pese a su evolución autoritaria y la radical mutación de las condiciones históricas, por lo de ningún modo vale copiar miméticamente. En el presente, las opciones marxistas, o relacionadas con el marxismo, activas y políticamente ganadoras siguen en la práctica caminos bien diferentes que los que siguió el bolchevismo para conseguir parecido objetivo de transformación social.
Con el siglo vivimos ahora un auge de movimientos sociales, con escaso protagonismo del movimiento obrero tradicional, que tantos éxitos obtuvo en el siglo XX, ahora debilitado cualitativa, numérica y estructuralmente. Los nuevos movimientos sociales tienen una base social diferente y diversa, jóvenes precarios o desempleados, muchos de ellos universitarios, minorías de edad, género o etnia, que tienden a movilizarse de manera global. Nuevo movimiento social global que, en un plazo de dos décadas también ha hecho estremecer el mundo. En 1999 encentó en Seattle el movimiento antiglobalización o altermundista. En 2011, espoleado por la crisis de 2008 y sus consecuencias, se alzó el movimiento de los indignados que atravesó varios continentes hasta 2016 (Nuit debout en Francia), también en México (YoSoy132, Ayotzinapa, la respuesta de los jóvenes al terremoto de 2017 en CDMX…). A falta de soluciones para esta globalización desmadrada es probable que en la tercera década del siglo XXI se produzca una tercera ola de los indignados de la generación millennials, la única hoy por hoy que podemos comparar con la generación -asimismo intercontinental- de Mayo del 68, cuyo 50 aniversario celebramos en 2018.
Al mismo tiempo, surge en América del Sur, de 1998 en adelante, la experiencia asimismo inesperada del “socialismo del siglo XXI”, actualmente en fase de repliegue , de interés en el tema conmemorativo que nos ocupa puesto que conlleva cierta “vuelta al marxismo” -que muchos consideraban en bancarrota total después de la Caída del Muro – como guía de la acción política. Lo más llamativo de la nueva izquierda bolivariana es, además de iniciar la construcción de un Estado social en Venezuela, Ecuador y Bolivia, el acceso al poder a través de elecciones, la aceptación más o menos entusiasta del pluralismo partidario y de la democracia como forma de gobierno, a diferencia de lo que fue el modelo soviético del siglo XX. Tiene un especial valor por tratarse de países con escasa historia democrática, incluso de tradición golpista.
El precedente histórico más cercano es el sueño pacífico de Salvador Allende y el “socialismo en libertad” eurocomunista también de los años 70, y el más lejano es la valoración que, en 1895, el propio Engels hizo del sufragio universal en Alemania -donde el SPD había conseguido ya dos millones de votos- como un “instrumento de emancipación”, celebrando como “los partidos del orden, como ellos se llaman, se van a pique con la legalidad creada por ellos mismos”( (Introducción a La lucha de clases en Francia de Marx). Vía revolucionaria pacífica y democrática de toma del poder que se vio frustrada, en el siglo XX, en Alemania y Europa Occidental, por las guerras imperialistas, el nazifascismo, la Guerra Fría, además de los logros del Estado de Bienestar gracias a las luchas y los “treinta gloriosos” años de desarrollo económico entre 1945 y 1973.
Otra novedad del “socialismo del siglo XXI” es la asunción de la cohabitación de la empresa pública con la economía de mercado, como una NEP permanente. Es evidente que, en la era global, una economía no puede sobrevivir al margen del mercado, autárquicamente, otra cosa es dejar que los mercados sin patria, especulativos y bursátiles, sigan mandando más que nuestros representantes elegidos. De ahí que el proteccionismo en el siglo XXI sea cosa de reaccionarios como Trump o los partidarios del Brexit. Para transformar el mundo, aquí y ahora, es principio de realidad aceptar -críticamente- la interdependencia económica global, que pone de actualidad la dimensión necesariamente mundial de la revolución socialista, según defendieron los fundadores del marxismo. Lo mismo valdría decir en este momento de cualquier otra iniciativa política o social encaminada, en el presente siglo, a controlar democráticamente la globalización económica.
Volviendo a 1917, ¿qué puede significar la Revolución de Octubre en el siglo XXI? Un referente histórico, historiográfico e identitario. Decía León Trotsky, en su Historia de la Revolución Rusa, redactada en 1932, que “aun suponiendo que … el régimen soviético fuera derrocado temporalmente… sería un ejemplo para todo el desarrollo futuro de la humanidad”. Sí, pero no. Cien años después, la Revolución Rusa ha caído en el olvido para la gran mayoría de la gente, incluidos los nuevos trabajadores industriales: principio de realidad. Recientemente Pablo Iglesias, en una mesa redonda conmemorativa en Madrid del centenario de la Revolución de Octubre mostró su admiración por el genio de Lenin y la Revolución Rusa, demostró -decía- que se puede convertir “lo imposible en real” y que “la política puede ganar a la historia”. En fin, el “sí se puede” que justamente dio nombre al partido Podemos, surgido del 15M del cual Iglesias es secretario general. Se trata, en realidad de una posición individual como profesor de Ciencia Política versado en la historia del siglo XX. Como movimiento social el 15-M tuvo, no obstante, más del anarquismo que del leninismo: sin dirigentes, asambleario, tanto o más más espontáneo que los soviets rusos de 1905 y 1917, o los consejos obreros de Turín de 1920. Seguidamente el partido Podemos fue otra cosa, ahí entran otros ingredientes de tipo intelectual y político, así y todo se trata de algo nuevo, las decisiones fundamentales, internas y externas, las toman por Internet los casi medio millón de inscritos, y tienen como meta presentarse a las elecciones y ganar el Gobierno a fin de alcanzar una democracia real, plena y social. Para nada, pues, un partido leninista de vanguardia como el PSDR (b) o el PCR (b), organizado para la clandestinidad y la insurrección armada.
La Revolución Rusa en el siglo XXI no da votos debe ser tarea de historiadores y profesores de historia hacer que no se olvide tan grande evento, y sus efectos, que marcaron de manera indeleble la historia del siglo XX, sin lo cual mal se comprendería el presente convulso que vivimos. La óptica correcta como historiadores es tratar de comprender los hechos en su contexto, sin dejar de tener en cuenta los valores del presente: de forma que comprender no signifique justificar barbaridades, por razones de honestidad y pedagogía. Y menos aún se deben proyectar hacia atrás sin más nuestras ideologías actuales, las verdades históricas que contengan nuestras legítimas interpretaciones se resienten de ello. En cualquier caso, como en otros hechos históricos relevantes del pasado siglo, la polémica está servida, dentro y fuera de la historia académica. La demostración de que la Revolución Rusa de 1917 sigue historiográficamente viva es el debate que ha generado en su centenario. La posición historiográfica más útil es, por tanto, la que tome en consideración el contexto de las diferentes épocas del proceso soviético, así como los datos y fuentes que se han ido descubriendo, empezando por las investigaciones innovadoras de E. H. Carr y la historiografía social anglosajona y francesa de los años 60 y 70, sin coartar en ningún momento el debate entre historiadores y no historiadores.
El único camino desde una historiografía de valores profesionales y morales es analizar la Revolución Rusa partiendo del punto de vista de sus protagonistas, favorables y contrarios, junto con los datos generales sobre 1917, su gestación, prolongado y discutido impacto, de manera crítica y autocrítica, por mucho que hechos y conclusiones molesten a la ideología que pueda o pudo tener cada uno de nosotros. Cuestión aparte son los militantes o exmilitantes donde, a diferencia de los historiadores, cuenta más la posición subjetiva, por lo que se llega a menudo a negar o minusvalorar los datos probados que estorban a la propia identidad ideológica, en especial la parte criminal del estalinismo, algo que no puede hacer el historiador de oficio.
Decíamos que la valoración presente de lo que fue y significó la Revolución de Octubre puede ser histórica, historiográfica e identitaria, yendo de lo más objetivo a lo más subjetivo. Consideramos legítima que alguien quiera preservar incólume su ideología como parte de su biografía e identidad personal, otra cosa es avalar como proyecto político colectivo, implícita o explícitamente, el relativismo moral o el negacionismo respecto de la deriva autoritaria y represiva del estalinismo, inaceptable en nuestro tiempo. Somos parte de una generación que evolucionamos -“sólo la vida dirá la última palabra” decía Lenin- porque no traicionamos las enseñanzas medulares y originarias de la Revolución Rusa: emancipación social y democracia auténtica.
*Más información en: https://www.academia.edu/36150741/Revoluci%C3%B3n_de_Octubre_historia_y_memoria
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S: Permítame dudar de que Ud. haya sido de izquierda ( debo suponer que tampoco marxista) porque el libelo que ha escrito , lleno de tópicos y verborrea antimarxista y anticomunista, deja bien claro a todo lector que acometa la pérdida de tiempo en leer su … bueno lo escrito, que no ha leído nada del marxismo ni de Marx, Engels y ni siquiera de lo que en su momento fue una interpretación equivocada del conjunto de una máquina casi perfecta para liberar a la humanidad del capitalismo salvaje.
Me limitaré a darle algunos datos sobre la importancia de la doctrina y praxis elaborada y no cerrada por Marx y Engels : según la UNESCO el conjunto de libros dedicados a combatir el marxismo es muy superior al que forman tres de los libros más leídos y editados a lo largo de la historia de la humanidad ( la Biblia , el Corán y el Quijote). Algo debe significar Marx para los gobiernos y poderes que tratan de combatirlo.
Miguel España profesor de Historia Contemporánea
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EN RESPUESTA A:
Estimados Colegas, Las ideologías y proyectos sociales, como toda obra humana, se miden por resultados. El Marxismo en su versión III Internacional fracasó, la URSS colapsó y se vino abajo la totalidad del sistema. Sólo en un tiempo muy breve, la NEP de Lenin, que introdujo el sistema de precios y la propiedad privada, aunque reducida, llevó a la URSS a un nivel de vida material superior a la de Europa de su época. Pero el resto fue un fracaso. Insistir en las propuestas de Marx, Lenin es simplemente no entender la historia. El programa comunista con tenido en el Manifiesto, luego desarrollado más extensamente en el Capital, acertó en algunas cosas, pero fue un fracaso rotundo en otras. En el tema del Estado sabemos lo que ocurrió con las policías secretas y los millones de asesinados por el comunismo.
El Estado totalitario, la dictadura del proletariado en la jerga marxista-leninista, fue la dictadura de un partido (Luxemburg, Trotsky, Radek) y no de una clase. Todavía falta un Nuremberg para los asesinos comunistas, entre ellos el español Carrillo. El único socialismo viable es la socialdemocracia, de Berstein, kautsky, Lasalle a Kelsen, Bobbio, Giddens, Beck, Held. En esos sistemas politicos en esos sistemas políticos los trabajadores alcanzaron importantes logros materiales. etc. En Chile vivimos la experiencia pseudo revolucionaria de la UP de Allende -yo era de izquierda- y fue un desastre. Venezuela, Bolivia, Ecuador han tratado de revivir un cadáver ideológico, el socialismo del siglo XXI, otro experimento utópico fallido, que mantiene a un tirano como Castro y Maduro en el poder, y a sus poblaciones en la miseria. La situación humanitaria en Venezuela es crítica. En Chile, la ex Presidente Bachelet dejó al país con un gran déficit fiscal.
En la incapacidad para gestionar la economía, comunistas y socialistas se disputan el premio, aunque en Chile han realizado algunos negocios especulativos con buenos resultados, pero e contra de los trabajadores que eran sus empleados. Si alguien cree que MARX puede todavía representar una opción para el mundo de la globalización, es que no entiende la realidad ni la historia. Marx fue una respuesta, parcialmente adecuada, para los desafíos de la revolución industrial. La URSS fracasó al enfrentar dicho desafío. Y ellos aplicaron literalmente el modelo marxiano. No le imputen toda la responsabilidad de fracaso a Stalin y sus secuaces. Hoy estamos en la V Revolución industrial, de la robótica, automatización y electrónica (en los próximos cinco años se perderán el 50% de los puestos de trabajo en la industria) ¿Que tienen que decir los neo marxistas y neo comunista de esta realidad?. Pongamos el ejemplo actual de RUSIA. Con Putin, sin duda el dirigente ruso más importante de la Historia contemporánea de Rusia, muy superior a Lenin, Stalin y sus sucesores comunista, heredó un país en la miseria moral y material luego de 70 años de comunismo.
Pero en 20 años de trabajo duro, disciplina y desarrollo de tecnologías se aproxima rapidísimamente a los capitalistas de occidente. Y ello los preocupa más que el fantasma del Comunismo, con el cual sueñan todavía algunos españoles. China, desde el fracaso de la revolución cultural de un marxismo puro de Mao, se ha situado en la punta de la economía y del bienestar material de sdu población, con diversos grados de libertad, aplicando los mecanismo de un economía de mercado: sistema de precios, propiedad privada, rentabilidad, competitividad, gestión por resultados, eficiencia. Harían bien algunos colegas leer las reflexiones de cuatro economistas de izquierda o liberales: Schumpeter, Galbraith, Mirdal, Sen para entender que el marxismo, el comunismo no tienen futuro. A menos que se desee imponerlo a sangre y fuego. Pero con ello corren el riesgo de ser derrotados militarmente, como de hecho ha ocurrido. Sugiero una lectura económica clave: J. Buchanan : Democracy in deficit. The political legacy of J. M. Keynes (1977). Parafraseando a Marx, el comunismo ya es un objeto ideológico para el museo de la historia. Pretender resolver los problemas de la sociedad post industrial con las ideas del Manifiesto y del Capital, es pretender navegar con el astrolabio en la era del GPS y de las comunicaciones satelitales. Sin duda, podéis perseverar en tal primitivismo tecnológico, pero los resultados son inciertos y con un alta probabilidad de fracaso rotundo, como lo demuestran las experiencias socialista desde 1917 hasta el presente.
Patricio Carvajal Aravena
UPLA
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HI. Historia del siglo XX 7
Sobre la Revolución de Octubre de 1917 y el socialismo
Las ideas planteadas por Carlos Marx y Federico Engels en el siglo XIX sobre la necesidad de construir una sociedad más justa a la que se vivía en ese siglo, tuvieron que abrirse paso en un contexto en que la clase pudiente deseaba mantener la esencia explotadora del sistema capitalista de la cual se beneficiaban; en su momento el feudalismo también se resistió a darle paso a la sociedad burguesa, a la vez el feudalismo apareció mientras la sociedad esclavista trataba de no desaparecer. Algunos rasgos del esclavismo y el feudalismo, algunos de forma solapada, llegan hasta nuestros días, en no solo en la base económica sino también en aspectos de la superestructura.
A finales del siglo XIX esas ideas se fueron fusionando con las concepciones de otros pensadores, como es el caso de V. I. Lenin, que muy estudioso del capitalismo en Europa y en particular las peculiaridades rusas fue haciendo valiosas reflexiones sobre la sociedad, y en particular precisó los rasgos del imperialismo, como fase superior del capitalismo, y las peculiaridades de la revolución social en ese contexto.
Desde la aparición del marxismo, todo lo que se alejaba de la práctica social conservadora no era democrático y por tanto la preocupación que generaba un proyecto social emancipador justo fue saboteada, vilipendiada, se buscaban sus errores, se alarmaba a las masas para que no pensaran en cambiar nada. Enfoque que no cambia en pleno siglo XXI.
En el siglo XX las ideas de C. Marx, F. Engels y V. I. Lenin daban esperanzas a los que hasta ahora no eran considerados parte de la historia y que eran despreciados por los gobiernos burgueses. En el siglo XIX en la Comuna de Paris, hubo un primer ensayo de dictadura del proletariado, mientras ya en el XX la Revolución de Octubre permitió el fin del Zarismo Ruso y se aprecia el esfuerzo por hacer una sociedad con oportunidades para los pobres campesinos, trabajadores de diferentes sectores y otros excluidos hasta ese momento.
Se plantea que ese proyecto social no obtuvo todos los resultados deseados y no siempre lo decidido fue lo mejor, pero hay sería bueno que reconocieran que dio un paso de avance en que se pueden construir sociedades más justas; si bien se cometieron errores que no son justificables, pero hay que considerar la fuerte presión de Occidente por hacer abortar la Revolución Rusa y posteriormente el Sistema Socialista Mundial. No obstante los niveles de producción que llegó a tener la URSS, su nivel de desarrollo científico y económico (con una pujante industria pesada), el nivel escolar, de salud pública, en el deporte, la cultura que se ofrecía a todos dan muestras de cuanto se puede hacer por el ser humano si lo ponemos en el centro de los derechos humanos.
Los grandes capitales del proyecto capitalista que son los verdaderos gobernantes en ese sistema, se unen para frenar el desarrollo de los proyectos sociales, que incluso sin ser socialistas, tienen una proyección progresista y atienden las deudas que tienen con sus pueblos. Sobre esto en América Latina hay un largo historial y la intervención militar de EEUU más la imposición de gobiernos a su servicio matizaron el siglo XX: Cuba, Nicaragua, Guatemala, Haití, República Dominicana, Granada, Panamá, son historias que no se pueden ocultar, más otras formas solapadas que luego se confirmó la participación directa de EEUU, detrás de las dictaduras en Paraguay, Argentina y Chile, que dejaron muchos muertos del pueblo.
El capitalismo, como proyecto social, como toda obra humana, se mide también por resultados. Está lleno de fracasos; uno de los más grandes es el fascismo, que se entronizó por Europa en el siglo XX y con otras variantes anda desde finales de ese siglo y en el actual XXI, por muchos rincones del planeta.
El capitalismo desarrollado, ese que tanto alaban algunos, se mantiene por una relación desigual con el resto de los países del mundo, en particular de Asia, África y América Latina; a la vez que la base de sus riquezas actuales salieron de nuestras tierras durante la expansión colonial. ¿Qué exhibe el capitalismo en la mayoría de los países de esos continentes?, ¿cuál es el logro que se exhibe en los países que pasaron del socialismo al capitalismo en Europa? ¿Esos son los buenos resultados del capitalismo? Eso a los intelectuales neoliberales, proburgueses y racistas no les preocupa; se trata de despotricar contra cualquier idea socialista y hacer ver que a eso no se debe seguir aspirando porque ya pasó de moda, mientras se hacen de la vista gorda sobre todos las injusticias que a diario se aprecian en el mundo capitalista.
Sigue siendo el pensamiento de C. Marx, F. Engels y V.I. Lenin la opción que tienen los millones de seres humanos que viven excluidos de todo. Que para concretar ese proyecto social hay que tener en cuenta las condiciones del siglo XXI, no repetir errores que la experiencia anterior demostró como bien desacertada en términos de participación y justicia social, pero afirmo que el capitalismo no quiere y no le respeta los derechos de los trabajadores y siente desprecio hacia los que tienen esa condición de trabajadores.
En algunos países capitalistas hay mejores condiciones para una buena parte de sus ciudadanos, pero en otros es desastroso ¿Por qué tratan de emigrar los habitantes de África para Europa, los de los expaíses socialistas hacia los países occidentales de Europa, los latinos hacia EEUU…? No es capitalismo lo que tienen en sus países, respuesta, sí, pero con la aclaración que les corresponde un capitalismo subdesarrollado y dependiente que además tiene que cumplir la condiciones que le exigen ciertos órganos regionales e internacionales (que casualmente son controlados por representantes de los países capitalistas más desarrollados)
Sobre el proyecto social de Cuba, que siempre es vilipendiado por la extrema derecha a la que se suman los que alguna vez fueron de izquierda (que lo dudo mucho) o progresistas, es bueno aclarar que es el derecho de los cubanos (y de cualquier país) a elegir su proyecto social, y en esa misión han pasado 60 años. Que no se ha hecho todo bien, es verdad, pero quién lo ha hecho bien. Que la mayoría quiere el proyecto y desde Cuba trata de aportar para mejorarlo también es una verdad que no se divulga.
Cuba es un país bloqueado económica y financieramente por EEUU, cuestión discutida en la ONU con una aplastante mayoría en las votaciones de este órgano, de poner fin a ese bloqueo y que EEUU se niega a concretar. Es muy simple decir que el proyecto es un fracaso, si no le das la oportunidad de hacer al otro, pero esto responde a lo que aparece en los documentos desclasificados en EEUU sobre el inicio del bloqueo, parafraseo “hay que tener una política que asfixie a Cuba, les impida desarrollarse, que genere personas desencantadas…” Por ello a pesar de las bondades que el sistema les ha dado a todos los cubanos con mucho esfuerzo, hay una parte que no quiere pasar ciertas limitaciones y eligen irse permanente o transitoriamente al exterior para elevar sus ingresos. Pero como es un cubano el que hace eso, es porque no quiere el sistema y los que emigran de otras partes del mundo, no. De la emigración política de los años sesenta pasamos posteriormente a una emigración económica, con estancias transitorias en el extranjero y el regreso al país para seguir viviendo. Hay personas que desean ir a los lugares donde creen que mejoran su vida económica, aunque no tengan los logros sociales e incluso peligren sus vidas por ser países de una alta inseguridad y violencia, que no es el caso de Cuba, por eso una parte decide tienden posteriormente regresar.
Algunos logros de Cuba:
Tasa de mortalidad infantil alcanzó, al cierre del 2017, la cifra más baja de su historia, con sólo 4,0 por cada mil nacidos vivos; la esperanza de vida a 78,45 años como promedio, siendo la de las mujeres superior a 80 años; sistemas de educación y salud son universales, accesibles y gratuitos para toda la población; más de dos tercios del presupuesto del país se destina a mejorar los niveles de educación, salud, seguridad y bienestar social, cultura, deportes, así como para la investigación científica y técnica; la isla posee 1 médico por 125 habitantes y un programa de inmunización contra trece enfermedades que cubre al 100% de los niños cubanos; más de 55 mil profesionales cubanos de la salud laboran hoy en 67 países, como parte de la política cubana de cooperación Sur-Sur.
Cuba disfruta de un amplio reconocimiento internacional en la promoción de los derechos humanos, gracias a sus resultados concretos, lo cual rebate los repetidos intentos de ciertos actores para desacreditar a la isla en esta materia. Una de las mayores evidencias del respeto hacia la mayor de las Antillas fue su reelección en octubre de 2016 para ocupar uno de los ocho puestos correspondientes a la región latinoamericana y caribeña en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU.
Cuba fue el país más apoyado en su área geográfica, con 160 votos para el período 2017-2019. Al decir de las autoridades diplomáticas nacionales, se trató de una muestra del reconocimiento de la comunidad internacional a todo lo realizado por los derechos humanos, tanto del pueblo de la nación antillana como de otros en el mundo. Luego de la creación en 2006 de ese organismo en la máxima organización internacional, el país caribeño ha sido electo como miembro para cuatro períodos de tres años (2006-2008, 2009-2011, 2014-2016 y 2017-2019). Además, de junio de 2010 a igual mes del año siguiente asumió una de las vicepresidencias, en representación de la región latinoamericana y caribeña. Únicamente en 2012 y 2013 Cuba no figuró como miembro del Consejo, solo porque los integrantes del consejo sirven por un período de tres años y no son elegibles para reelección inmediata después de dos mandatos consecutivos.
De acuerdo con cifras oficiales, más de 325 mil colaboradores de la mayor de las Antillas han prestado servicios en 158 países, y, en cuanto a la educación, gracias al programa cubano de alfabetización ‘Yo sí puedo’ más de nueve millones de personas aprendieron a leer y escribir en una treintena de naciones.
Cuba es una de las potencias mundiales en el deporte, con logros en Juegos Olímpicos, Mundiales, Panamericanos y Centroamericanos.
Cuba es una potencia mundial en lo cultural, su música es referencia en el mundo. Amén de tener múltiples compañías prestigiosas de danza, encabezada por el Ballet Nacional de Cuba…Fuerte en literatura, artes plásticas, entre otros. Los artistas se forman en escuelas de arte gratuitas.
En un artículo https://www.fao.org/americas/noticias/ver/es/c/230460/ se destacan los logros de Cuba en la lucha contra el hambre.
Pudiera citar más artículos, no cubanos, que reconocen lo alcanzado por Cuba.
La historia la protagonizamos todos, no algunos elegidos. No hay ciudadanos de primera y otros de segunda o tercera clase como se practica hoy. La interpretación de la historia puede ser manipulada, pero la historia misma no. Hoy hay medios de comunicaciones especialistas en decir lo que les interesa a sus dueños, haciéndonos creer que hay una libertad de prensa. En la prensa se modelan matrices de opiniones que tergiversan la verdad, la dan a medias o descontextualizan todo, y hay muchos intelectuales que desgraciadamente creen más en esa información que las que pueden obtener por si mismos.
Si hay historia, hay futuro, y si hay futuro el mundo deberá ser más justo para todos.
Cuba eligió su camino, dejen hacer al pueblo cubano la sociedad que desean, es bueno que cada uno se ocupe más de sus problemas que tratar de urgar en los ajenos cuando no hace constructivamente, sino para tratar de destruirlos.
Saludos y afectos a los historiadores de este foro.
Dr.C José Ignacio Reyes González
Presidente de la Comisión de Grados Científicos
Universidad de Las Tunas, CUBA
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HI. Historia del siglo XX 8
[Mensajes recibidos a través de CB Facebook 23/03/ 2018]
SOBRE LA APORTACION DE IGNACIO REYES, LAS TUNAS, CUBA
Oportuno y muy conveniente, en los subrayados.
José Manuel Pérez Pérez
https://www.facebook.com/jesusmanuel.perezperez.5?fref=ufi
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Es excelente y desmitificador, los historiadores neoconservadores neoliberaloides les encanta con su chovinismo rancio y vetusto negar el marxismo y se hacen pasar como seudo- democráticos cuando ven que su sistema imperialista y financiero estrangula a su propio pueblo, no es acaso retrogrado negar algo sin estudiarlo, y muchos críticos del marxismo demuestran su ignorancia y mala fe solo porque les parece mejor lo que les dijeron sus teóricos ingleses gringos o franceses ? La liberación económica política y social de los pueblos es un deber ético y moral de la humanidad, quien lo asume en la práctica unido con todos, es digno de ser honrado como humano y un verdadero ejemplo para todos en el mundo. un gran saludo al Dr. José Ignacio Reyes de Cuba por su brillante exposición ejemplo de dignidad cultura y verdad
Gibran Cchao Álvarez
https://www.facebook.com/froylan.martinezsanchez.5?fref=ufi
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Las ideas de Carlos Marx y Federico Engels te las guardas en el hueco del bolsillo trasero la sociedad igualitaria es utopía barata ejemplo Cuba y Venezuela donde hay socialismo en toda su extensión es decir hambre y miseria al máximo exponente
Segismundo Fontenla González
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HI. Historia del siglo XX 9
Muy apropiada, con mucho contenido científico, basada en un amplio estudio y una larga reflexión ha sido la contestación del Excmo sr doctor en Historia chabacana, tópica fascistizoide… de Segismundo Fontela. Sr dedíquese a sus labores y deje la crítica a otros.
Miguel España Profesor de Historia Contemporánea
EN RESPUESTA A
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SOBRE LA APORTACION DE IGNACIO REYES, LAS TUNAS, CUBA
Oportuno y muy conveniente, en los subrayados.
José Manuel Pérez Pérez
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Es excelente y desmitificador, los historiadores neoconservadores neoliberaloides les encanta con su chovinismo rancio y vetusto negar el marxismo y se hacen pasar como seudo- democráticos cuando ven que su sistema imperialista y financiero estrangula a su propio pueblo, no es acaso retrogrado negar algo sin estudiarlo, y muchos críticos del marxismo demuestran su ignorancia y mala fe solo porque les parece mejor lo que les dijeron sus teóricos ingleses gringos o franceses ? La liberación económica política y social de los pueblos es un deber ético y moral de la humanidad, quien lo asume en la práctica unido con todos, es digno de ser honrado como humano y un verdadero ejemplo para todos en el mundo. un gran saludo al Dr. José Ignacio Reyes de Cuba por su brillante exposición ejemplo de dignidad cultura y verdad
Gibran Cchao Álvarez
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Las ideas de Carlos Marx y Federico Engels te las guardas en el hueco del bolsillo trasero la sociedad igualitaria es utopía barata ejemplo Cuba y Venezuela donde hay socialismo en toda su extensión es decir hambre y miseria al máximo exponente
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HI. Historia del siglo XX 10
No creo que sea muy profesional ni educado el tipo de comentario realizado por Segismundo Fontenla González.
Evidentemente no conoce a Cuba. Esa miseria que dices que hay en Cuba no existe. Habrá pobreza en algunas partes, pero miseria no. Pobreza y extrema miseria he visto yo directamente en varios países de América Latina, y son capitalistas. Respetar la opinión de otros, es parte de la democracia.
Si hay quienes apostamos por un mundo mejor y no lo vemos en el capitalismo, hay que respetar esa idea. Dejen al socialismo, a los proyectos de izquierda hacer y verán que la riqueza fluye. Juzgas a Cuba y Venezuela, pero no juzgas a los que tratan de destruir esas sociedades utilizando métodos totalmente inhumanos, como lo es bloquear a los países.
Me siento orgullo de apostar por un mundo mejor, y esforzarme en que no se repitan los errores que limitan nuestra democracia…pero con el derecho de hacer el proyecto social que cada país elige. En Cuba la mayoría quiere su proyecto social y quiere perfeccionarlo sin la presencia foránea.
Dr.C José Ignacio Reyes González Presidente de la Comisión de Grados Científicos
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HI. Historia del siglo XX 12
COMENTARIO WEB A LA PUBLICACIÓN:
https://cbarros.com/revolucion-de-octubre-historia-y-memoria/
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25 / 01 / 2020 e
Its like you read my mind! You appear to know so much about this, like you wrote the book in it or something. I think that you can do with some pics to drive the message home a bit, but other than that, this is magnificent blog. A fantastic read. I’ll certainly be back.
Traducción Google:
Es como si leyeras mi mente! Pareces saber mucho sobre esto, como si hubieras escrito el libro o algo así. Creo que puedes hacer algunas fotos para llevar el mensaje a casa un poco, pero aparte de eso, este es un blog magnífico. Una lectura fantástica. Sin duda volveré.
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