III Congreso Internacional
Historia a Debate
Santiago de Compostela, 14-18 de julio de
2004
Fragmentación de la historia, globalización de la sociedad |
MESA E FRAGMENTACION DE LA HISTORIA, GLOBALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD DESAFÍOS METODOLÓGICOS PARA EL OFICIO DE HISTORIADOR ANTE LA SEGMENTACIÓN DEL CONOCIMIENTO TERESA PACHECO MENDEZ (CENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA UNIVERSIDAD, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MÉXICO) Como producto de la progresiva complejidad de la sociedad actual, la fragmentación del conocimiento prevaleciente en el ambiente académico y científico ha incidido, en la capacidad de la investigación para adecuarse al ritmo de los cambios sociales. Los efectos más claros de este fenómeno se han reflejado en la tendencia a separar más que a enlazar los objetos de sus entornos e incluso, a distanciar más las disciplinas sociales entre sí. En este contexto, el especialista, de ser un promotor del conocimiento innovador situado en la intersección de especialidades de distintas disciplinas o bien, de ser un proveedor de contenido cultural a la modernidad, ha pasado a convertirse en un experto muy productivo en su compartimiento de realidad, donde su inteligencia uniformiza lo complejo y tiende a fraccionar los problemas. Esta situación ha influido significativamente en el desarrollo de las ciencias sociales donde la historia ocupa un lugar fundamental. En esta ponencia identificamos tres de los retos que en el contexto de la globalización y de la segmentación del conocimiento, enfrenta la investigación histórico-social, así como el diseño de estrategias metodológicas, en el caso particular del oficio de historiador. Estos problemas son los siguientes -Primero, aquellos que se despliegan al pretender establecer criterios de demarcación para distinguir un trabajo científico de otro que no lo es; ejemplos de ello son las clasificaciones establecidas con respecto a la investigación pura y la aplicada, el uso de metodologías cualitativas y cuantitativas, y por último, el manejo de perspectivas o escalas de observación micro y macro sociales. -Segundo, los problemas que se reflejan al subordinar todo esfuerzo de construcción del objeto de estudio a la elaboración de instrumentos técnicos o bien, por el contrario, a la previa formulación teórica de los problemas. En el primer caso, podríamos hablar del predominio de ciertas las experiencias por parte del investigador que lo guían a entender la delimitación analítica de un objeto de estudio y su conceptualización, como meros reflejos de lo objetivamente observado; en cambio, en el segundo caso, se advierte como preocupación central del investigador, el diseño previo de una conceptualización fundada en elementos teóricos previos con respecto a la realidad histórica estudiada. -Tercero, los problemas referidos a concebir la metodología de la investigación como un proceso formal, sujeto al cumplimiento de procedimientos de tipo normativo y prescriptivo. En este caso, hablamos de concepciones o representaciones del investigador donde la resolución de la tarea investigación reside en considerarla más como una estrategia de comprobación, que como una experiencia de conocimiento e innovación que se extiende a todos los planos de una realidad social en permanente cambio y transformación. La investigación histórico-social guarda la peculiaridad de fundar su práctica en la estrecha relación que se establece entre por un lado, la experiencia materializada en la relación del investigador con la realidad histórico-social y por otro, la problemática de conocimiento y de la teoría del conocimiento involucrada en dicha relación. Bajo esta óptica, el investigador se enfrenta a la necesidad de hacer explícitas las implicaciones que dicha epistemología imprime a su práctica cotidiana; implicaciones que en algunos casos serán consideradas más como obstáculos del oficio de historiador mientras que en otros, serán asumidas como la fuente de múltiples posibilidades innovadoras en el terreno del conocimiento. En la actualidad y al interior de las comunidades académicas dedicadas a la investigación existen diversos acuerdos, no siempre coincidentes entre sí, con respecto a la orientación y a los propósitos de la investigación socio-histórica. Para unos, la atención debe estar puesta en los medios que permitan la realización de actividades concretas tales como obras documentales y biblio-hemerográficas, estudios preparatorios de recopilación de datos censales o demográficos, series periódicas de documentos, entre otras. Sin embargo, existen también quienes insisten en que la investigación histórico-social, debe apartarse de propósitos pragmáticos asociados a la "investigación aplicada" y preocuparse más por re-definirse, en el sentido de intentar acortar las distancias existentes con respecto a la verdadera experiencia científica, es decir, regirse por principios científicos de selección de elementos característicos para la realización de estudios históricos exhaustivos. A estas posturas se suma la de los defensores de las ciencias sociales constituida por quienes argumentan que la calidad de la investigación científica radica en el grado de coherencia alcanzado entre la concepción del objeto de estudio, el planteamiento que sobre el mismo se formule y la realización de la investigación; estos últimos aseguran además, que dicho esfuerzo debe atender a los siguientes objetivos el interés por alcanzar un conocimiento nuevo, resistir la crítica científica, satisfacer los requerimientos de síntesis y de reflexión epistemológica, pero también, estar acompañado de actividades que contribuyan a efectuar balances y valoraciones con respecto a los conocimientos producidos dentro de un determinado dominio del saber. Más allá de la pertinencia y predominio de cada una de estas posturas en el medio de la investigación histórico social, lo importante aquí es primero, hasta qué punto algunos de estos criterios de demarcación entre lo que se considera un conocimiento válido de uno que no lo es -propósito central de la investigación histórico-social-, están presentes en la mente de investigadores e historiadores, y cómo estos los asumen como saberes cristalizados e incuestionables; segundo, en qué medida estas certezas han jugando más como obstáculos que como generadores de la capacidad de pensar, base del razonamiento de la interpretación histórica. La tendencia a establecer recortes micro-sociales en oposición con los macro-sociales es también frecuente en los estudios históricos. Esta convicción coincide con algunas posturas y en ocasiones, con definiciones sobre el tema donde hasta cierto punto, lo micro y lo macro son concebidos como entidades separadas y en algunos casos, los resultados del recorte micro son generalizados a la sociedad global. No obstante, en tanto que niveles o planos de la realidad, lo micro y lo macro hacen más bien referencia a puntos de articulación en espacios-tiempos donde tienen lugar un conjunto de modos posibles de situaciones o actuaciones de individuos, grupos, comunidades o sociedades mayores. A lo micro corresponderá lo presente vivido en un contexto de relación y de interacción social, y lo macro hará referencia a un entrono de posibilidades de sentido. Desde el punto de vista metodológico, lo micro y lo macro es también considerado como recurso para establecer universos de observación y de delimitación del objeto de la investigación socio-histórica; a la perspectiva micro corresponden los siguientes niveles el del "individuo" donde la explicación se da en función del mismo; el de las "relaciones inter personales", donde subyace la idea de una causalidad recíproca; el de grupo que toma como base "la estructura", no como la suma de partes sino en cuanto a su sentido de determinación de campo; el nivel de la "organización" como totalidad constituida por segmentos, con el predominio de un análisis sobre la organización y la jerarquización de sus componentes; por último, el nivel "institucional" que se refiere a elementos que tienen que ver con las instancias, centros o aparatos institucionales y sus respectivos sistemas de organización. Este último el institucional- es el nivel micro social de mayor alcance. Finalmente, a la perspectiva macro social corresponde entonces, el nivel relativo a la sociedad global, no como la suma de los niveles anteriores sino como una resultante histórica fundada en la interacción social. A cada nivel o escala de observación micro y macro, corresponden perspectivas teóricas y metodologías específicas, de acuerdo con las particularidades del objeto y de la diversidad disciplinaria e interdisciplinaria aplicada para su análisis. Así como no es posible disponer de una perspectiva teórica macro para el estudio de un fenómeno situado en la perspectiva micro social, es imposible pensar en una micro teoría sin que exista, en perspectiva, una macro teoría. En este último caso, la congruencia entre ambas supone una distinción entre opciones epistemológicas (puntos de vista o principios) y opciones teóricas (hipótesis o supuestos). Ello supone un primer esfuerzo por explicitar las opciones epistemológicas adoptadas para entonces, elegir la teoría correspondiente al nivel micro social donde se sitúe el objeto de estudio; sólo a partir de este momento, será posible diseñar el procedimiento técnico para la obtención y posterior interpretación de los datos socio-históricos. Lo importante es situarse en una determinada escala tomado conciencia del área de influencia que corresponde a cada nivel, sin pretender extrapolar los resultados de algunos niveles micro sociales en la explicación de un fenómeno situado en la perspectiva macro social o viceversa. Las tendencias predominantes entre los historiadores y los investigadores sociales, apuntan principalmente en dos direcciones. Una, orientada preferentemente al desarrollo de un trabajo con mayor apego a los referentes empíricos, donde los énfasis están puestos en la experimentación y comprobación como criterio "científico" de verificación y validación de los fenómenos estudiados; en este caso, la atención está puesta sobre los aspectos "objetivados" de la realidad histórico-social inmediata, para luego considerarlos como manifestaciones objetivas de la realidad. Otra dirección es la tomada por los investigadores al privilegiar el peso de las prenociones culturales existentes, de las estructuras teóricas previas y de los sistemas y formalizaciones pre-establecidas para la comprensión de objetos de estudio histórico social. En ambos casos, los propósitos " innovadores" se traducen ya sea, en un uso exclusivo en las técnicas de investigación o bien, en la acumulación de un saber estrictamente teórico sobre la realidad histórico-social. La medida en que tales concepciones inciden en los resultados del trabajo del investigador en los diversos ámbitos de especialización de la historia, permitirá estimar, entre otros, la capacidad del oficio de historiador para adecuarse a los cambios; es decir ¿Hasta dónde la preferencia por el uso de las técnicas de investigación o en su caso, por enunciados teóricos universales, sustituyen la tarea de generar un conocimiento más apegado a la complejidad de los fenómenos histórico-sociales?; ¿Hasta qué punto la ingerencia de los sistemas de pensamiento involucrados en las técnicas de investigación y en los enunciados teóricos pre-establecidos, permiten la generación de sistemas de razonamiento innovadores para enfrentar el ritmo de los actuales cambios ideológicos y estructurales?; ¿En qué medida el privilegio otorgado a los métodos y a las técnicas de investigación socio-histórica, garantiza el acceso al conocimiento de una realidad compleja sujeta a profundos cambios estructurales e ideológicos ? En síntesis, la tarea de la investigación socio-histórica debe estar fundada en elementos de razonamiento lo suficientemente arraigados a un discurso de colocación en el mundo -más no sobre o frente al mundo-, elementos que den lugar a la conformación de sistemas de pensamiento innovadores y potencialmente abiertos a la diversidad de posibilidades de sentido. Aún cuando los fines y alcances de la investigación socio-histórica estén por re-definirse, difícilmente estos estarán sujetos a normas pre-establecidas y únicas para cualquier circunstancia o campo de especialización; asimismo, tales fines tampoco podrán ser concebidos al margen de la teoría del conocimiento y de la reflexión epistemológica. Para el caso del historiador, su objetivo es por un lado, re-crear el conocimiento socio-histórico producido en la perspectiva de cómo éste llegó a ser construido y por otro, poder recuperarlo como contenido abierto a ser enriquecido en circunstancias distintas, cambiantes y producentes de múltiples sentidos. Es en el cumplimiento de este último señalamiento que es posible hablar del ejercicio de la historia como una práctica creativa e innovadora, una práctica que, además de promover en el historiador un pensamiento innovador a través de la aprehensión del conocimiento, proporcione en el terreno de la investigación, las bases para trascender visiones fragmentadas y a-históricas del acontecer de los fenómenos considerados como su objeto de estudio. Las estrategias metodológicas resultantes de la reflexión aquí efectuada, guiarán la práctica del historiador en una sola dirección explorar su capacidad de distanciamiento con respecto a las limitaciones que hoy en día experimenta en los distintos ámbitos de especialización de la disciplina, limitaciones y obstáculos donde las prácticas tradicionales predominan sobre el ánimo de promover la capacidad de re-pensar la historia. Con este distanciamiento crítico, será posible actualizar de manera permanente, las estrategias epistemológicas y metodológicas para desarrollar la capacidad de pensar y de razonar como fundamento para el desarrollo futuro de la historia.
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