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III Congreso Internacional Historia a Debate Santiago de Compostela

III Congreso Internacional Historia a Debate
Santiago de Compostela, 14-18 de julio de 2004


[Nota: se publicará en la revista O Olho da História, Bahia, nº 8, 2005]

Balance del III Congreso de HaD.
Una corriente historiográfica en dos encrucijadas

Domingo Marrero Urbín
(Instituto de Enseñanza Secundaria Jinámar III, Gran Canaria, España)

Este balance es varias veces parcial. Por un lado, el III Congreso de Historia a Debate ha sido un paso -muy significado- de una trayectoria que no conocemos íntegramente. Hemos participado con cierta regularidad en algunas discusiones de sus listas desde finales de 1999. Pero nuestra primera aportación con un mínimo de entidad científica al desarrollo de la corriente historiográfica ha sido la ponencia presentada en este Congreso.

Por otra parte, estas páginas son un encargo inesperado, por lo que no se apoyan en anotaciones sistemáticas acerca del contenido de las ponencias. Y se refieren sobre todo a las que pudimos escuchar, especialmente las celebradas en el Auditorio. Además, hasta que se publiquen las Actas, de las otras ponencias (la mayoría) sólo conocemos el título, la sección temática en que se integraron, y el breve resumen disponible en la Web de HaD. Así que hemos contado con muy poco material para llevar a cabo una valoración global con la sensatez necesaria.

Finalmente, nuestra subjetividad estuvo muy mediatizada en este Congreso por una preocupación central: la articulación de las teorías y de las prácticas de investigación y de enseñanza de la historia. Es uno de los asuntos centrales de nuestra ponencia, sobre el que también insistimos tras la Conferencia de Clausura, y que, en realidad, se halla presente en muchas de nuestras intervenciones en las listas. Así pues, esperábamos escuchar diversas propuestas sobre este problema desde la óptica de Historia a Debate.


Una gran exhibición de fuerza

Sin embargo, nuestra subjetividad no fue un impedimento para ver con nitidez que esta reunión fue, sobre todo, una extraordinaria demostración de fuerza vital. El estado de salud de HaD contrasta con el vigor actual de la disciplina. Éste sigue siendo generalmente escaso, con la huida hacia territorios -cada vez más marginales- poco comprometidos con el presente, el éxito de la novela histórica y del análisis presentista del pasado (en muchas ocasiones dirigido a legitimar históricamente la barbarie que nos impone el Imperio global), y finalmente el desprestigio social y el descrédito profesional que sufre su enseñanza.

Frente a ello, Historia a Debate ha ejercido una notable capacidad de convocatoria internacional, atrayendo una multitud de profesionales procedentes de todo el mundo, si bien fueron mayoritarios los americanos y los europeos. Su influencia ha trascendido el ámbito
universitario (del que provino la mayoría de los y las 150 ponentes), alcanzando también, aunque minoritariamente, a la enseñanza no universitaria y otros tipos de instituciones.

Las cifras generales del Congreso, incluyendo los asistentes presenciales y virtuales, se asemejaron o superaron a las de otros eventos
historiográficos internacionales con una trayectoria más dilatada y con encuentros más frecuentes y regulares. Y los varios centenares de entidades académicas y científicas que colaboraron en su difusión constituyeron un rasgo propio difícilmente igualable. Sin duda, el III Congreso de HaD fue un acontecimiento muy esperado, muy deseado.

Seguramente esa expectación propició la alta calidad de la mayoría de las aportaciones, que han acrecentado sensiblemente el matrimonio científico de HaD. Además, de acuerdo con el programa del Congreso, abordaron tareas y temas como la reconstrucción del paradigma historiográfico, la historia y la historiografía globales, o la historia inmediata, con el imprescindible 11-S y sus repercusiones. En conjunto, las ponencias suponen un reto para las historias oficiales y oficialistas, y, al mismo tiempo, una propuesta para superar las múltiples crisis que padece la disciplina.

La calidad estuvo realzada por la presencia y el respaldo de varios prestigiosos historiadores que forman parte -aún activa- de la historia de la historiografía. Pero más relevante de esos maestros es que sus carreras profesionales estuvieron siempre comprometidas con una historia (un presente) más humana y más justa. Ese empeño es una parte significativa del patrimonio de HaD, que no es meramente disciplinar, sino también social, gracias a los logros materiales -reales- de su Academia Solidaria.Las necesarias restricciones impuestas por las secciones temáticas no impidieron una extraordinaria diversidad en cuanto a argumentos concretos, enfoques y regiones geográficas del mundo. La cantidad y multiculturalidad de los ponentes favorecieron este fenómeno. Pero del mismo modo lo hizo la vocación global de HaD, que, como corriente historiográfica, difícilmente podría celebrar congresos monotemáticos.

Finalmente, no es un tópico subrayar que todo ello fue posible gracias al magnífico esfuerzo desplegado por la Organización y por quienes
colaboraron y trabajaron con ella. En ese orden de cosas cabe subrayar las múltiples oportunidades de comunicación personal creadas con el alojamiento, las comidas, o los actos paralelos. Obviamente, Santiago de Compostela contribuyó a ese fin de manera muy especial.

Un muestrario de debilidades

Como es sustancial en la naturaleza y los productos humanos, nuestro Congreso fue igualmente un muestrario de debilidades. No son
específicas de la comunidad de Historia a Debate, sino que están ampliamente compartidas con la mayoría de los historiadores, cuando investigan y cuando enseñan. Y son recurrentemente señaladas por el Manifiesto de HaD. En consecuencia, son perceptibles en otros encuentros académicos.Quizás por esa razón, nuestras debilidades prácticas fueron las primeras en aflorar con claridad. No obstante, poseen un origen menos superficial y bastante conocido: el excesivo énfasis puesto en los productos, en este caso el conocimiento historiográfico. Este interés exagerado se desarrolla en detrimento de los procesos, la investigación y la enseñanza de ese mismo conocimiento, que son minimizadas pese a su indiscutible y no menor trascendencia disciplinar y social.

Los primeros síntomas se manifestaron en la exposición de los trabajos. La frase probablemente más repetida a lo largo del Congreso fue
"no podré leer todo el texto de mi ponencia en el tiempo asignado". La debilidad práctica impidió a muchos ponentes diferenciar entre el producto elaborado -las páginas de sus ponencias- y su proceso de comunicación al público. Éste debió adaptarse a un contexto colectivo y a una duración limitada, frente a la lectura, que es más decididamente individual y de duración más flexible. Y se debió apoyar en las Tecnologías de la Información y la Comunicación, como las presentaciones de diapositivas informáticas, muy comunes ya en otros eventos similares.

A causa de la misma debilidad la Organización tampoco dispuso esos recursos, pese a que son muy accesibles y de manejo sencillo. Así pues, las posibilidades de comunicación del Congreso fueron restringidas inconscientemente, en contraste con el esfuerzo realizado para la transmisión de sus sesiones a través de la Red, de acuerdo con la vocación digital de HaD.

Nuestro desinterés por los procesos rebasó las formas y alcanzó también el fondo de las ponencias, un aspecto menos anecdótico y
estrictamente práctico que su exposición. Categorizados según las metodologías de Topolsky predominantes en sus contenidos, más del 66% de los trabajos sobre Reconstrucción del Paradigma (los que hemos analizado mejor) y más del 87% de los inscritos en las restantes secciones ofrecieron conocimientos sobre hechos históricos, el producto historiográfico por excelencia.

Tan sólo el 29% de las ponencias de la primera sección y un minúsculo 5% de las demás (siete aportaciones) se ocuparon de la producción y la reproducción de ese saber. Entre ellas, muy pocas trataron problemas relativos a fuentes y metodologías, y exclusivamente una abordó la enseñanza universitaria, el núcleo duro de la reproducción social y científica de los conocimientos historiográficos.

Pero no terminan aquí nuestras flaquezas, porque la hegemonía del conocimiento de los hechos y procesos históricos se produce también a costa de la reflexión. Por tanto es el origen de nuestras debilidades teóricas.

En primer lugar, la escasez de trabajos sobre la investigación y la enseñanza de la historia implicó la ausencia de reflexión (de
construcción teórica) acerca de las relaciones entre nuestras ideas y nuestras acciones. Apenas hemos pisado la praxis, un territorio de paso obligado, porque determina el desarrollo coherente de nuestras teorías y nuestras prácticas. Ambas, inseparables, son los elementos que constituyen un paradigma.

Precisamente por ello, en segundo lugar, las ponencias sobre Reconstrucción del Paradigma no fueron muy numerosas, sumando sólo el 15% del total. La sección inicialmente más necesaria (y no en detrimento de las otras) ocupó el cuarto puesto según la cantidad de trabajos inscritos. Pero también era, probablemente, el epígrafe de mayor calado teórico del Congreso, con su necesariamente simétrica profundidad práctica.Escaseó pues el análisis teórico de las propuestas del Manifiesto de HaD y de otros documentos de la Comunidad, como, posiblemente, los múltiples debates de sus listas. Y no fue habitual el desarrollo práctico de esas mismas propuestas, salvo en lo relativo a la Historia Inmediata. De un modo u otro, este asunto acaparó casi la mitad de las aportaciones. Aunque la mayoría, hay que recordarlo, estuvo centrada en los hechos históricos, pero no en las prácticas necesarias para conocerlos y para difundir esos conocimientos, incluyendo los mismos procesos de investigación.

Finalmente, los árboles de los hechos continúan impidiéndonos ver el bosque de la historia. La realidad histórica, como conjunto
aprehensible y explicable (la metodología objetiva de Topolsky), tampoco interesó en nuestro Congreso. La tarea historiográfica que requiere posiblemente un mayor esfuerzo teórico sumó un par de ponencias en la primera sección y otras tantas en los epígrafes restantes. La Historiografía Global, quizás el espacio más adecuado para llevar propuestas sobre este asunto, fue la sección menos nutrida, con sólo cuatro ponencias inscritas.

Una corriente historiográfica en dos encrucijadas históricas Éste y otros balances y reseñas son solamente aproximaciones
iniciales, ya que los impactos del III Congreso prácticamente no han comenzado. La publicación de las Actas será el auténtico punto de partida para valorar realmente la riqueza y profundidad de las múltiples propuestas y también iniciar su discusión y desarrollo.

No obstante, Historia a Debate se halla en una encrucijada histórica de su evolución. Después de más de una década de trayectoria ha
acumulado una gran cantidad de energía social y científica. Pero este Congreso ha evidenciado que, al mismo tiempo, sufre varias de las
debilidades, quizás las más importantes, que padece la historiografía en general. La construcción de un nuevo paradigma, fórmula que propone HaD para superar tales debilidades, está resultando irregular y fragmentaria porque incuba las mismas contradicciones que pretende resolver.

En nuestra opinión esta paradoja es resoluble trabajando el ámbito de las relaciones entre nuestras teorías y nuestras prácticas. La
reconstrucción de un paradigma historiográfico exige tanto el debate de ideas como su desarrollo en los procesos de producción y reproducción del saber. Esta confrontación de las teorías con la realidad nos permitirá elaborar prácticas coherentes con ellas, y asimismo revisar nuestras ideas de acuerdo con la historia.

Hasta ahora el trabajo individual de muchos miembros de HaD ha sido inmenso, como reflejarán las Actas y como lo hacen ya las de los
congresos anteriores. Pero se ha mostrado insuficiente para superar nuestras principales contradicciones, entre ellas la ultifragmentación. Su propia confección individual le impide abandonar la condición de propuesta para convertirse en producto de la corriente historiográfica, y no sólo conocimiento creado por alguno de sus miembros.

Por otra parte HaD ya ha realizado algún proyecto colectivo de calidad y con resultados concretos, como la Encuesta Internacional sobre el estado de la historia. Pese a las dificultades, ha mostrado que el trabajo colectivo es posible y fructífero. Creemos que, para el desarrollo del Manifiesto, es imprescindible. Y el profesor Carlos Barros ha sugerido en más una ocasión la creación de grupos de investigación en red a tal fin.Las dificultades para crear un escenario así son muy diversas, especialmente las relativas a la disponibilidad de tiempo personal para el trabajo en grupo. Y, desgraciadamente, tampoco contamos con un tiempo ilimitado. Historia a Debate vive su propia encrucijada en el contexto de una mucho mayor y trascendente, de la historia en su conjunto. Esta crisis también se produce en el terreno de las ideas, donde HaD es una voz reconocida internacionalmente.

Nuestra Comunidad atesora un gran potencial profesional entre sus miembros y un grado apreciable de compromiso de muchos de ellos. Y tiene la fortuna de poder contribuir a una salida más justa y humana de la gran encrucijada histórica que vivimos, simplemente superando la suya como corriente historiográfica.
 

 

 

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