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MESA H.

MESA H. Los retos para los jóvenes historiadores ante un mercado de

trabajo restringido y altamente competido.

Por: Micheline Cariño

Las condiciones de trabajo en las que nos desempeñamos los historiadores suelen variar

bastante según los países. Depende si éstos son más o menos ricos o pobres, de cómo en

ellos se aprecia a la historia, de las posibilidades que tienen de ingresar a la educación

superior, etc. Es por esta razón que el presente comentario lo hago con base en el caso

mexicano, que probablemente comparta varios elementos con otros países

latinoamericanos pero difícilmente lo haga con Francia, por ejemplo.

En México tradicionalmente el mercado de trabajo de los historiadores ha estado

centrado en las actividades de la docencia y la investigación. Lo más común es que en los

primeros tiempos del ejercicio profesional ambas actividades se realicen en forma

paralela y que con el paso del tiempo se opte por una de las dos. Los lugares donde

usualmente se desempeñan los historiadores son las universidades y, en menor medida,

en los centros de investigación. El ingreso a éstos está generalmente determinado por los

colegas que ahí laboran, por lo que los requisitos varían bastante entre un lugar y otro.

De manera general, ante el acelerado crecimiento de la población mexicana y un

mayor acceso a la educación superior, las filas de los historiadores tienden a engrosarse

cada vez más. Por lo tanto la competencia entre nosotros aumenta, de tal manera que, si

hace diez años los historiadores con grado de doctorado eran raros, hoy día la obtención

de este nivel es cada vez más generalizada.

Todo permite prever que para las próximas generaciones el doctorado será

indispensable si se desea ingresar al mercado de trabajo, y que la competencia se dará

respecto al lugar y los temas de obtención del grado. La selección tenderá a ser cada vez

más estricta y, conociendo como suceden las cosas en nuestro país, no será forzosamente

más justa. Como llega a ser el caso inclusive en los países desarrollados, a las próximas

generaciones el empleo en las universidades y los centros de investigación estará en

buena medida supeditado a las relaciones que tengan los candidatos. Estas serán las más

de carácter personal, pero también contará la idea de la formación de escuela, es decir las

afinidades por temas, problemas y métodos de investigación existentes entre los

candidatos al empleo y los que decidan respecto a las contrataciones.

Ante tal situación el mercado de trabajo que se ofrece a las próximas generaciones

de historiadores será por demás competido y restringido. Es pues necesario buscar una

solución al desempleo de calificados historiadores que se ve llegar. O bien se restringe el

ingreso a las licenciaturas de historia, como sucede en algunos países como Cuba, donde

ingresan a las carreras universitarias la cantidad de personas que se considera podrán

tener un empleo. O bien se piensa en la diversificación de las fuentes de empleo. A mí me

parece mucho más conveniente la segunda opción.

Veo varias alternativas al respecto. Considero que los historiadores tienen mucho

qué hacer en el ámbito de los medios masivos de comunicación y en la producción

cinematográfica, tomando en cuenta que estos son algunos de los mejores medios de

difusión de la historia. Asimismo, un campo desatendido es el de la elaboración y venta

de materiales y herramientas para la enseñanza de la historia en todos los niveles.

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