Me parece que apertura del tema que propone Eduardo
Balmaseda nos remite nuevamente a una vieja
confrontación entre estas dos disciplinas, en donde
historiadores y sociólogos se achacaron
interferencia en sus investigaciones. Unos y otros
disputaron el papel de la vocería del estudio social
sólo diferenciándose en el aspecto temporal de sus
estudios. Los sociólogos enfocados a épocas más
recientes y los historiadores a épocas remotas. Nada
más falso; como lo señala Jairo Omar cada una tiene
sus métodos y técnicas de investigación y en
cualquiera de las dos se puede remitir al pasado o
al presente inmediato. Esta misma comunidad surge
precisamente del debate de si el historiador debería
sólo desenterrar muertos y olvidar su militancia en
el presente.
No obstante, me parece Balmaseda sí proyecta una
preocupación a discutir: cuál es el papel de la
historia en el concurso de la interdisciplinariedad
que es tan necesaria y vital hoy en día ante la
crisis de las disciplinas humanísticas. ¿La historia
debe servir sólo como herramienta de contexto o como
un eje articulador de todo estudio social? En el
entendido de que no se puede analizar la realidad a
la luz de una sola disciplina, es necesario que
exista una comunión entre las distintas áreas de
estudio para acercarse a un conocimiento más
objetivo. La historia, en dicha unión, ha servido
como fundamentación de varias disciplinas, y muchas
veces esa utilidad raya en el absurdo de creer que
la historia sólo es una herramienta de introducción
y no un eje argumentativo de cualquier investigación
social. Incluso algunos investigadores de las
ciencias sociales han hecho hincapié en las ventajas
y desventajas de la fusión de áreas de estudio. Ni
más ni menos Matei Dogan y Robert P!
ahre (Las nuevas ciencias sociales. La marginalidad
creadora, Grijalbo, México, 1993)han descrito cómo
la comunión entre distintos tipos de estudios ha
llevado incluso a formar híbridos disciplinares, lo
que muchas veces no ayuda en el entendimiento
objetivo de un proceso y sí contribuye a la
especialización y fragmentación de las ciencias
sociales.
La historia de acuerdo con esto figuraría como un
comodín que le puede servir de fundamentación o
introducción a cualquier área de estudio y, no
obstante, que pudiera ser un buen elemento de apoyo,
no debería limitar su utilidad a ello. He ahí uno de
los riesgos de utilizar la historia frente a otras
disciplinas como mera herramienta de descripción del
pasado. Lo prudente es que ésta sirva como eje
argumentativo que dé sustento a la investigación de
cualquier disciplina; es decir, que lejos de servir
sólo como introducción monográfica sirva para
explicar con mayor objetividad y fundamentación un
proceso. Una argumentación seria da cuenta de la
mayor parte de aristas que contiene un problema
apoyándose de distintas teorías y técnicas, para
ello es necesario trasladar conceptos y categorías
teóricas de distintas materias de estudio, y eso es
lo que enriquece un análisis. Sin embargo, este
préstamo teórico tiene que hacerse respetando las
diferencias de los distintos enfoques s!
i no se caería en la creación de un híbrido sin
fundamento, como se explicó anteriormente.
Cómo "usarla" es entonces el tema de debate, pues no
creo que quien defiende la preponderancia de dicha
materia porque es su oficio o camiseta de vida -soy
historiador- le guste ver que su disciplina esté
supeditada a mero trámite contextualizador. Los
sociólogos, sin duda, han pasado dicha limitación
con la sociología histórica en donde la historia no
sólo es una herramienta sino que presta gran parte
de su metodología para lograr el estudio complejo de
las sociedades del pasado. Yo creo que no impiden el
desarrollo de la historia social y sí permiten
nuevas visiones, desde el enfoque netamente
sociólógico, del pasado o del presente. Las riñas
entre disciplinas símiles sólo permiten su erosión
ante la realidad del capital que prefiere ver
muertos no sólo los estudios sociales sino los
humanísticos. Saludos.
Javier Cervantes Mejía
Universidad Autónoma del Estado de México