Este viernes, en el Aula Magna de
la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, los
historiadores Norma de los Ríos, Boris Berenson,
Guillermo Turner y Antonio García de León,
presentaron el Manifiesto Historia a Debate,
producto de ocho años de contactos, reflexiones y
debates, a través de congresos, encuestas y
contacto vía internet.
Resumido en 18 puntos, el
manifiesto busca establecer un paradigma único y
plural que unifique el quehacer de los
historiadores frente al embate de la
globalización.
La discusión que puede generar
este manifiesto, señaló García de León, me parece
interesante porque dará mejores frutos en la
propia producción de los historiadores. Permitirá
a su vez, añadió, sacar a la historiografía de la
estrechez de las aulas, y romper en México con los
prejuicios, la reflexión solitaria a la que nos
obliga un sistema de competencia con criterios
productivos.
Por su parte, Turner dijo que el
manifiesto era una radiografía de la situación de
la historia en el nuevo siglo. Mientras que para
Norma de los Ríos, el documento, tiene tras de sí
largos años de oficio de muchos de los que lo
suscriben. Por primera vez vemos reflejadas
nuestras inquietudes en torno a la tarea de la
historia y la historiografía; y nos encontramos
reconocidos en un espacio muy plural de un alto
nivel.
Señaló que el manifiesto no es
definitivo, si lo fuera no sería histórico, no
estaría sujeto a la crítica y la renovación.
Nosotros nos reconocemos como una tendencia
historiográfica que está fundada en la búsqueda de
consensos entre los historiadores, humanistas y
científicos sociales para llegar a conformar un
paradigma común y plural.
Aclaró que evitan la tendencia de
volver a caer en un paradigma cerrado, que se
convierta en camisa de fuerza donde tiene que
entrar la realidad quepa o no. Una de las cosas
que más me han preocupado a lo largo de mi
trayectoria universitaria y práctica docente es el
rescate de la herencia recibida, no se puede tener
futuro haciendo tabla rasa del pasado.
Y agregó: si los historiadores no
somos capaces de tener un proyecto social alterno,
estaremos encerrándonos en estos nuevos paradigmas
de la posmodernidad, cancelando todo proyecto de
futuro. Invitó a repensar los conceptos con los
que se analiza y reflexiona la realidad. Ponerlos
al día es una tarea urgente; eso es lo que puede
llevar a una forma de ciencia social unificada.
Finalmente Boris Berenson expresó
que el manifiesto se pronuncia a favor de que la
imaginación produzca el descubrimiento de nuevas
fuentes históricas, y potencia las que existen.
Aboga por la innovación en aras de salvaguardar la
interdisciplina como una respuesta vigorosa a la
realidad del mundo globalizado.
Indicó que el manifiesto
reivindica la autonomía intelectual de los
historiadores ante los poderes establecidos;
reglamentando el pleno derecho que nos asiste a la
definición de los objetivos de la investigación
frente a la que le dan las instituciones y
empresas.