III Congreso Internacional
Historia a Debate
Santiago de Compostela, 14-18 de julio de
2004
América en la encrucijada histórica |
MESA P América en la encrucijada histórica ¿La complejidad contradictoria como paradigma histórico latinoamericano universal qué desafíos estratégicos le plantea a la historiografía? Miguel Angel Rodríguez Lorenzo RESUMEN DE LA PONENCIA El acontecer latinoamericano, tanto el registrado por la propia experiencia, como por la de los contemporáneos y los medios de información masiva, parecen evidenciar que lo complejo y lo contradictorio es su articulación más constatable. Una mirada, sometida a los parámetros de la sistematicidad del conocimiento histórico-historiográfico, hacia el pasado corroboraría la evidencia enunciada el ayer latinoamericano es un flujo aluvional, constante e indetenible de seres, ideas, credos, hábitos, costumbres, mentalidades, lenguas, procedimientos, tendencias, influencias... en conflicto permanente por las relaciones de dominación y sumisión en lo temporal, espacial y cultural en que se han desarrollado, desde los mismos tiempos prehispánicos... En consecuencia, una y otra formas de evidenciamiento podrían conducir, legítimamente, a establecer el paradigma socio-histórico-cultural de América latina en la dimensión de lo complejo, lo heterogéneo y lo contradictorio.Tal perspectiva, derivada de una doble mirada, la del ciudadano inmerso en su acontecer biográfico-vivencial familiar y social y la del profesional que aspira a extraer conocimiento sistemático de la realidad que lo constituye como ser pasivo-activo y concreto, a la vez individual y colectivo; se complejiza cuando la evidencia regional latinoamericana se globaliza no apenas los pueblos de América Latina y el Caribe pueden ser adscritos a tal paradigma histórico-historiográfico de complejidad contradictoria, sino todos los pueblos del planeta, puesto que la historia, si en algo podría tenérsela por universal, ello radicaría en el desplazamiento perenne de individuos y sociedades (y con ellos tradiciones, concepciones, maneras de relacionarse con los suyos y los otros, hábitos culinarios, asociaciones espaciales y arquitectónicas, organización del parentesco, formas de asumir el amor y la muerte...) en el espacio... y ello desde siempre y no apenas desde que, sobre los hombros y con las herramientas derivadas de un modelo concreto de pensamiento, el de la razón segunda o racionalidad científica, fundada en la especificidad histórica greco-romana, mundializó una representación concreta de la historia de Europa occidental, con todo el imaginario que ella implica, y la denominó, más por ignorancia de la de otros pueblos que por conocimiento preciso de la suya, Historia Universal. Como derivación de los señalamientos previos, asumir la reflexión acerca del paradigma histórico-historiográfico latinoamericano, en el sentido propuesto, no sería apenas un pensarse excluyente de los historiadores de América Latina; sino incluyente por su aspiración de comprenderse en la dimensión de lo histórico-historiográfico no como ser pasivo; sino agente en el género humano y en su acontecer temporal y espacial. En tal sentido, en la ponencia que se postula para el IIIer. Encuentro de Historia a Debate, se presentan, como puerta para tal reflexión, las ideas que el filósofo venezolano José Manuel Briceño Guerrero (1929) ha expuesto al respecto, dado que a la vez que se ha referido a lo que separa a los latinoamericanos, también ha señalado lo que los unifica por sobre geografías, fronteras geopolíticas, clases sociales, tradiciones y procesos de emigración e inmigración, estableciendo tres grandes modelos para delimitar y/o definir la historia de su ser plural, diverso, heterogéneo, complejo y contradictorio europeo-segundo (el del mundo de la racionalidad científico-técnica), mantuano (la dimensión de los privilegios, tanto los evidentes como los sutiles, que se han ido conformando históricamente) y salvaje (el rechazo a todo orden, racional o tradicional, porque es el albacea de la queja y la resistencia de los vencidos de todos los tiempos y lugares). Desde ya se advierte que ese esquema tríplice para concebir la América latina que propone el pensador venezolano, no ofrece homogeneizar su heterogeneidad social, cultural e histórica, puesto que cada modelo, si bien es opuesto a los otros, también los complementa y es alimentado por ellos; sino que lo que Briceño Guerrero aporta es la posibilidad de reconocer la complejidad de su ser, como camino a asumirla pues, es posible que ese haya sido (y puede seguir siéndolo) el camino a través del que los latinoamericanos no hayan sucumbido históricamente sus contradicciones.
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