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III Congreso Internacional Historia a Debate Santiago de Compostela

IV Congreso Internacional Historia a Debate
Santiago de Compostela, 15-19 de diciembre de 2010

Dirección


Ponencias aceptadas

Sección II. 4. Redes y tendencias actuales

Autor

José Enrique Ruiz Domenec (Universidad Autónoma de Barcelona, España)

Título

Qué debe contener una historia de España del siglo XXI

Resumen

La historia de España no es nunca un asunto zanjado. Al igual que la literatura, los hechos y sus significados no pertenecen exclusivamente al pasado; son un elemento vital y activo del presente. Pertenecen al presente y desempeñan una decidida influencia mientras se los estudia, evoca o discute entre los profesionales y aficionados que a su vez proyectan las lecturas de otros historiadores como elemento comparativo. Cada época le gusta extraer sus propias conclusiones con sus métodos específicos. No es lo mismo la historia de España que interpretó Modesto Lafuente para los círculos liberales, que la que hizo Rafael Altamira para los progresistas de la Institución Libre de Enseñanza, como no es la misma la que mostró Sánchez-Albornoz o Vicens Vives. Cada época ha tenido su manera de hacer historia. La última ocurrió en los años setenta, inspirada directa o indirectamente en el marxismo. Desde entonces han ocurrido muchas cosas, y los métodos se han perfeccionado. Los planteamientos de la "nueva historia" ya son usuales en nuestras investigaciones, los fenómenos de larga duración y el interés por la gente "sin historia" nos ha llevado a establecer lazos con la antropología. Pero también en este territorio hemos avanzado mucho en los últimos años al perfilar el valor de los diferentes regímenes de historicidad que han marcado la realidad histórica española desde el mundo romano hasta hoy por eso nos interesa por igual las permanencias como las revoluciones, el tiempo inmóvil como los acontecimientos puntuales, que ya no despreciamos. Esa renovación ha coincidido con una articulación diferente del Estado, surgida de la Transición política y de la Constitución de 1989. Las bases ya se han puesto; también se han realizado diversas síntesis que prueba la viveza del momento, pero que ha colocado a cada uno en su sitio.La historia de España deberá afrontar el reto del siglo XXI en igualdad de condiciones que las historiografías de los países más avanzados en esta tarea. Es obligado leer de nuevo las fuentes, marcar los hitos fundamentales, precisar los hechos y buscar sus significados; aunque esa tarea obligue a una renovación de la cronología y de los conceptos que enmarcan los estudios. Los estudios del futuro deberán ser el fruto de una selección de los materiales efectuada con criterios modernos, que nos permitan reconsiderar a fondo los acontecimientos históricos, portadores de sentido en el ámbito nacional. Para hacerlo, la mejor opción de momento es la creación de una narrativa que permita esa mirada distante que el siglo XXI les exige a los historiadores.

El compromiso intelectual no debe ser ya con una causa, como en las décadas precedentes, sino con la verdad de la historia. Estas líneas de actuación son imprescindibles para descifrar y comprender España en su historia; en su conjunto y en cada uno de sus detalles.

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