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III Congreso Internacional Historia a Debate Santiago de Compostela

IV Congreso Internacional Historia a Debate
Santiago de Compostela, 15-19 de diciembre de 2010

Direcci�n


Ponencias aceptadas


Apto. II. 6. Historiograf�a y contextos pol�ticos

Autor:

Hilari Raguer Su�er (Abad�a de Montserrat, Barcelona, Espa�a)

T�tulo:

Debate historiogr�fico actual sobre el Concilio Vaticano II. Aplicaciones a la historia del franquismo y a la pol�tica actual del Vaticano y de la Conferencia Episcopal Espa�ola

Resumen:

����������� En un discurso de Benedicto XVI a la Curia Vaticana, el 22 de diciembre de 2005, contrapon�a dos hermen�uticas del Concilio Ecum�nico Vaticano II, que llam� de �discontinuidad y la ruptura� y �la reforma en la continuidad�. La primera �ha causado confusi�n; la otra, silenciosamente pero de modo cada vez m�s visible, ha dado frutos�. En este discurso, se ha visto generalmente un ataque a la Storia del Concilio Vaticano II (5 vols., Peeters-Il Mulino, Leuven-Bologna, 1995-2001; publicada simult�neamente en siete lenguas; edici�n espa�ola, a cargo de Evangelista Vilanova, 5 vols., Peeters-S�gueme, Leuven-Salamanca, 1999-2008). Esta obra monumental, dirigida pro el prof. Giuseppe Alberigo, es el fruto de una estrecha y prolongada colaboraci�n de un equipo internacional de historiadores, con los que tuve el honor de trabajar. La idea que presidi� la obra es que el estudio del Concilio como acontecimiento es m�s importante que la ex�gesis de sus documentos, que en muchos casos fueron fruto de un compromiso, no siempre coherente, entre las dos grandes tendencias que se enfrentaron en el aula vaticana: la renovadora y la conservadora. Al concluir el Concilio (1965) proliferaron las ediciones, traducciones y comentarios de los documentos conciliares, pero Alberigo cre�a que este m�todo ya no pod�a dar m�s de s�, y que era necesario emprender una �historizaci�n� del Concilio: adem�s de las actas oficiales, localizar toda la documentaci�n disponible y recoger diarios, memorias, cartas y testimonios orales de los protagonistas o testigos del evento. Para ello, a partir de 1988 organiz� encuentros en Bolonia Ly�n, Lovaina, W�rzburg, Mosc�, Houston (Texas, USA), Sao Paulo, etc. Los documentos y testimonios recogidos en estos encuentros han sido la base para la citada historia del Concilio.

����������� Ya durante el Concilio hubo una fuerte oposici�n al aggiornamento querido por Juan XXIII. En Espa�a la oposici�n al Concilio fue especialmente dram�tica, porque era como una carga de profundidad contra la dictadura imperante. Con fecha del mismo 8 de diciembre de 1965 en que concluy� el Vaticano II el episcopado espa�ol hizo p�blica una declaraci�n colectiva. Despu�s de hacer grandes elogios del Concilio, sosten�an que Espa�a era un caso especial, y que aqu� no hab�a que cambiar nada: �Por eso la libertad no se opone ni a la confesionalidad del Estado ni a la unidad religiosa de una naci�n�. Terminado el Concilio, se constituy� en Espa�a, como en otros pa�ses, la Conferencia Episcopal Nacional. Guerra Campos fue su primer secretario y, como tal, en nombre de la Comisi�n Permanente, prepar� y promulg� el 29 de junio de 1966 un extenso documento sobre La Iglesia y el orden temporal a la luz del Concilio. Con unas citas del Concilio sacadas de su contexto quer�a justificar el r�gimen de Franco, elud�a toda cr�tica al mismo a la luz del Concilio y rechazaba la desconfesionalizaci�n del Estado. La doctrina del Concilio sobre derechos humanos se refer�a a la �arbitrariedad opresora� de los pa�ses comunistas: �No creemos que �ste sea el caso de Espa�a�.

����������� La obra de Agostino Marchetto Concilio Ecumenico Vaticano II. Contrapunto per la sua storia, publicado por la Editorial Vaticana (2005) y jaleada por los ambientes curiales, es el �anti-Alberigo�. Es en esta misma l�nea que hay que situar la actuaci�n involucionista de la actual Conferencia Episcopal Espa�ola, en plena sinton�a con los vientos vaticanos. Con el pretexto de fidelidad literal al Concilio, estamos volviendo al preconcilio. Una serie de decisiones, condenas e intervenciones quieren hacer marcha atr�s destejiendo de noche, como Pen�lope, lo que la asamblea conciliar hab�a tejido de d�a.



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