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III Congreso Internacional Historia a Debate Santiago de Compostela

IV Congreso Internacional Historia a Debate
Santiago de Compostela, 15-19 de diciembre de 2010

Dirección


Ponencias aceptadas

 

Secc. II. 6. Historiografia y contextos politicos

Autor

Esteban Moreno Resano (Universidad de Zaragoza, Universidad de Cantabria, España)

Titulo

El emperador Constantino en la historiografía española durante el franquismo

Resumen

A pesar de su nombre, la Historia Antigua es una especialidad de reciente consolidación en el medio académico español. La ausencia de trabajos de investigación en este campo anteriores a finales de los años Setenta es notoria, salvadas las aportaciones en relación con la Hispania prerromana y romana en todos sus períodos. Como se sabe, el franquismo mostró predilección por fijar sus referentes históricos en las glorias nacionales de la España medieval y moderna. Pero esto no supuso ningún impedimento para que el Generalísimo y su régimen fueran justificados en virtud de su asimilación con la persona y el gobierno de Constantino. Dan fe de ello dos textos de la época referidos al Imperio constantiniano el artículo de Eduardo Aunós Pérez, "Constantino el Grande, creador del Imperio", publicado como suplemento literario de la revista falangista Vértice en diciembre de 1940, y la biografía catequética Constantino el Magno el primer caudillo cristiano (1951), obra del sacerdote redentorista Ramón Sarabia.La elección de Constantino como modelo de gobernante para el régimen franquista no era casual como indicaba Aunós, en la España de Franco, como unidad de destino en lo universal, se realizaba el ideal constantiniano de unión entre Imperio y cristianismo, siendo su óptima fórmula el vínculo entre estado corporativo y catolicismo. Ramón Sarabia divulgó estos postulados en términos menos esteticistas y más asequibles para el gran público. Pero para elaborar esta identificación era necesario rechazar los modelos de análisis histórico de Constantino realizados por la historiografía liberal europea del siglo XIX y primera mitad del siglo XX.

Estos modelos, citados explícitamente, eran los trabajos de Burckhardt y Harnack, que perfilan a Constantino, ante todo, como un calculador homo politicus. De todos modos, es fácil advertir que así se perseguía también evitar que llegara a los lectores españoles medios el influjo de otros estudios entonces contemporáneos, como los realizados por A. Piganiol, H. Grégoire, A. Alföldi y H. Dörries en los años Treinta, Cuarenta y Cincuenta.

El Estado proponía, por tanto, otros modelos de Historia distinta de la académica, al servicio de la política, abiertamente enfrentados con los principios metodológicos de la historiografía.

Sin embargo, durante el franquismo se realizaron también estudios basados en el contraste y a crítica interna de las fuentes históricas. Éstos fueron, con todo, escasos y sólo se pudieron realizar gracias a estancias en centros de investigación extranjeros y a la lidia con la censura oficial. Un ejemplo de esta historiografía es el trabajo de Luis Gil Fernández, La censura en el mundo antiguo (1960), que recupera la imagen de Constantino como político pragmático. Como su autor advierte en el prólogo a la segunda edición (1984), dicha monografía era un canto a la canto contra la intolerancia y a favor de la libertad de expresión, encubierto en los formalismos de la neutralidad académica. Ello se debe a que el éxito de los planteamientos tecnocráticos, tras el auge del nacionalcatolicismo, supuso un resquicio para la burla del hostigamiento impuesto a los intelectuales. Precisamente, con ocasión de la tercera edición del mismo trabajo (2007), Luis Gil vuelve a clamar por el reconocimiento de la valía de la producción científica anterior a la Transición que supo sustraerse a las presiones de la administración, pese a lo que el autor califica de "menosprecio" de la ciencia y la cultura españolas anteriores a la Transición. Y es aquí, en consideración de lo anteriormente señalado, donde se plantea un interesante debate sobre la labor de los historiadores en España entre 1936 y 1975.

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