El martes 16, a las 19 horas, presentacion de las Actas del II Congreso Internacional Historia a Debate en el Centro Cultural Borges (Viamonte esq. San Martin, 3er piso) En el mismo sitio y lugar pero a las 16,30 horas reunión de la red HaD. Organiza la Fundacion Ortega y Gasset-Argentina

Presentación en Buenos Aires de las Actas del II Congreso Internacional  Historia a Debate
Centro Cultural Borges
16 de octubre de 2001Participan:Irma Anognazzi
Universidad de RosarioCarlos Barros
Universidad de Santiago de Compostela- Coordinador de Historia a DebateBoris Berenzón
Universidad Nacional Autónoma de MéxicoRubén Cucuzza
Universidad de Luján

Nora Pagano
Instituto Ravignani

Hebe Pelosi
CONICET

Reunión

Hernán Sorgentini
Centro de Investigaciones Socio-Históricas
Universidad Nacional de La Plata.

María Inés Carzolio
Centro de Estudios de Historia Comparada Europea (CEHCE).
Universidad Nacional de La Plata

Fabián Glagovsky
UBA

Nora pagano
UBA
UNLU
Docente

Irma Antognazzi
Universidad Nacional de Rosario

Herbe Pelosi
CONICET, Historia

Rubén Cucuzza
Departamento de Educación Universidad Nacional de Luján

María Rosa Sichel
Coordinador Programe por la No Violencia.
Secretaria de Educación

Marta Cuevas
Facultad de Psicología UBA.

Raúl Dargoltz
Universidad Nacional de Santiago del Estero
Investigador del CONICET

Carlos Barros
Coordinador de HaD

Boris Berenzon
UNAM
México

Informe

INFORME DE REUNIONES DE ARGENTINA Y PONTEVEDRA

Plenamente convencidos de que el contacto digital es insuficiente, hemos organizado por vez primera, el pasado mes de octubre, reuniones de la red HaD en Mar del Plata (14 asistentes), Buenos Aires (12 asistentes), Concepción del Uruguay (19 asistentes) y Pontevedra (25 asistentes), con resultados altamente positivos. Con la excepción de Bs. As., la mayoría de los asistentes a estas reuniones eran nuevos en HaD, muchos de ellos jóvenes historiadores.

Los temas tratados fueron 1) el nuevo apartado de Academia Solidaria, 2) el problema de los nuevos debates, 3) los límites del debate y el problema de los anónimos, 4) el Manifiesto y las cuatro opciones de apoyo (suscripción, difusión, opinión y docencia), 5) la situación de la Encuesta sobre «El estado de la historia», 6) la situación del proyecto de la Revista, 7) la discusión sobre una tercera lista en inglés, y 8) la perspectiva del III Congreso. Sobre los puntos 2 y 3 habrá comunicados específicos.

En todas las reuniones y actos públicos se planteo el «Caso Dargoltz», prácticamente desconocido entre los colegas argentinos. Finalmente, en las tres reuniones argentinas, se planteó la siguiente cuestión «¿Cómo es posible que siendo los historiadores argentinos los que más insisten en HaD para que los historiadores asumamos nuestro compromiso sean tan pocas – y por lo tanto más valiosas- las adhesiones argentinas al Manifiesto de HaD en proporción a la elevada participación de los colegas de Argentina en los debates y en la lista?».

Carlos Barros (8/11/01)
Coordinador de Historia a Debate
https://www.cbarros.com

Intervenciones

Yo había participado en el I Congreso. Carlos nos pidió que hiciéramos una breve referencia. Muy lejos estamos de hacer un estudio comparativo. Un saludo que estamos estableciendo como ex-presidente  de la Asociación de Historia de la Educación Argentina. Es decir, pertenecemos o ingresamos al campo de los historiadores en biografías o en informaciones biográficas proviniendo desde el campo de los pedagogos. La historia de la educación la hemos denominado en algún momento algo así como la “Cenicienta” de la historiografía. Nuestra comunidad argentina venía realizando a la fecha del I Congreso varias jornadas de encuentros de las diferentes cátedras universitarias de la educación. Y nosotros lo que habíamos prohibido en esos trabajos era una visión de la historia muy tradicional; centrada en la construcción de los próceres pedagogos; en la difusión de los métodos que una concepción teleológica progresista o progresiva habían evolucionado, etc. Había muy poca reflexión sobre las cuestiones teóricas y metodológica, que se limitaban a hacer algunas escuetas menciones bajo el alusivo título “Marco teórico de la Introducción”. Y después faltaba el caso particular de las escuela de los Jesuitas.

Esa sensación o esa necesidad de incursionar en los problemas historiográficos llevó a que en el año en que se organizó el I Congreso en Santiago optamos por no concurrir al de la ISCHE, que se hacía ese año en Lisboa. Fuimos al de Santiago precisamente porque  lo que nos interesaba era lo de la cuestión de la difusión de la historiográfica, teórica y metodológica. Ese Congreso ofreció un espacio donde a nadie le fue exigido rendir cuentas sobre el Tournant Critique y donde se postuló la necesidad de repensar a Marx. Diversos historiadores provenientes de diferentes escuelas se afirmaron en la línea de augurar los retornos: el retorno de la biografía, del sujeto, del individuo, del acontecimiento;, frente a las explicaciones realizadas desde las estructuras, tanto Annales como el marxismo entre otras. Retorno de la narrativa frente a la pretensión de construir un discurso científico de la historia, que en sus posturas más  radicalizadas disolvían la historia en un género de la literatura. Retorno de la historia política frente a la historia social, la historia económica, la historia de las mentalidades, microhistoria frente a macrohistoria.

Denuncias solitarias realizadas desde suposiciones a partir de Joseph Fontana sobre los peligros de dichas modas. El hispanista bretón John Elliot proclamaba con optimismo a la historia comparada como una dE las pocas salidas factibles a la crítica situación actual de la historiografía, caracterizada por la carencia de teoría globales adecuadas y por la atomización del conocimiento.

Estos son, muy brevemente, algunos de los recuerdos que nos quedaron de ese Congreso, y vale el agradecimiento porque tuvo Historia a Debate una consecuencia directa en esta comunidad de Historia d la Educación que mencionaba antes. Recién llegados A la Universidad de Luján organizamos un seminario ya sobre problemas puntuales sino sobre los problemas metodológicos y teóricos de la Historia de la Educación. Con agradecimiento a Carlos Barros, y forzando su agradecimiento, tuvimos la audacia de plagiarle abiertamente el título, y le colocamos Historia de la Educación de Debate. Renovado nuestro agradecimiento a Carlos Barros y al grupo de Historia a Debate, con los que mantenemos el contacto a través de Internet, quiero reiterar el saludo de las parroquia de la Historia de la Educación, de la “Cenicienta” de la historiografía a Carlos Barros y a los colegas integrantes de la misma. Nada más.

Me siento honrada de estar acá, en la presentación de las Actas. En primer lugar quiero destacar la magnífica edición de los tres tomos de las Actas. Vuelve a manifestarse una vez más la tesonera y entusiástica  y cualificada dirección y coordinación del profesor  Carlos Barros, a quién tenemos hoy entre nosotros. Historia a Debate no es cualquier lugar de encuentro de historiadores. Cuando conocí al profesor Carlos  Barros en la Facultad de Humanidades de Rosario encontré que su preocupación coincidía totalmente con algo que me sigue preocupando: cómo integrar en la tarea del historiador la historia como movimiento de las sociedades humanas. Como integrar esto con la pregunta sobre la historia como disciplina, como ciencia, como corpus teórico, metodológico, como lugar de partida y de llegada de la acción investigadora. Eso es lo más llamativo, para mi, de este espacio, de Historia a Debate, en momentos en que predominan los estudios particulares, fragmentados, más bien del pasado y sobre hechos y situaciones poco relevantes en relación con los graves problemas que está viviendo la sociedad humana, y a veces confundiendo el trabajo historiográfico con cualquier relato u opinión sin fundar.

Para mi el punto nodal de Historia a Debate , que está reflejado magníficamente en las Actas, no es una mera recopilación de posturas o pensamientos  con un eje  sobre el cual pivotan  sus rayos;  es  elevar el debate de la historia, el debate sobre los hechos a través la historia, historiografía, ciencia, a debate. Son dos vertientes diferentes pero que se corresponden  y se necesitan: el debate de la historia, de diferentes problemas en las sociedades humanas, de procesos, de hechos, de momentos, de las sociedades humanas del pasado y del presente; y la Historia  a Debate, la historia como ciencia, como teoría, como métodos y técnicas, como saber acumulado, pero que requiere refrescarse, someterse otra crítica, a reflexión, incluyendo y negando, reconsiderando sin fetichismos, sin rechazos, sin seguidismos por modas o por justificaciones.

La enorme riqueza de estas Actas no está sólo en sus tres hermosos tomos. A partir del encuentro de Santiago se han promovido con los seminarios, con el chat, con la página web viva, activa, y el proyecto revista, y las listas, discusiones no sólo de los temas presentes en el Congreso sino nuevas situaciones de interés para la comunidad de historiadores y para la sociedad en general. En esa dirección, y lo reflejan estas actas que presentamos, Historia a Debate se abrió a la problemática  de un campo que empieza a desarrollarse y que siempre perteneció a la historia pero que había estado opacado durante décadas: el campo de lo que aquí llamamos la historia inmediata, por falta quizás todavía de un calificativo más apropiado; que no limita al historiador al rincón del archivo sino que lo sumerge en los archivos vivos. Lo lleva a fuentes documentales, visuales, orales, para hacerlo tocar la sangre y los huesos de la historia viva, pero sin perder su oficio de historiador. Y allí en este punto pone al desnudo su compromiso académico con la ciencia y, valga la paradoja; su compromiso con la historia y con esa sociedad con la que vive como ciudadano pero que planteamos como historiadores. Este abordaje es delicado porque requiere diligencia investigadora, pulcritud en la tarea. Y requiere oficio de investigador, todo su bagaje de conocimientos teóricos, metodológicos; con toda su experiencia de vida; de vida en una unidad de ida y vuelta. Estos son los nuevos problemas que aparecieron en Santiago, que la actas reflejan porque son eso, la Historia a Debate; con sencillez pero con responsabilidad y compromiso con los tiempos venideros y, más aún, tirando líneas hacia futuras camadas de historiadores.

Historia a debate muestra ahora, con la redacción del Manifiesto, algunas líneas para orientación de los trabajos historiográficos de aquí hacia el futuro. Todo esto me entusiasma muchísimo además porque encuentro estrechos puntos de contacto con Hacer la Historia, el grupo que dirijo en la Universidad de Rosario. Es claro, digo, que como en todo Congreso están los corrillos de pasillo, las vivencias personales, pero aún esos fueron recogidos, en muchos casos, en la página web.

Las Actas con sus disposiciones y debates conforman un espacio sugerente de nuevas problemáticas de la historia y de nuevos desafíos del que hacer historiográfico. No pretendemos hacer una síntesis, que no hubiese podido hacerse todavía. En estos momentos de conflicto más bien parece una guía. Y una riqueza que trasciende su nueva lectura. Son de esos libros que están abiertos porque son una cantera de reflexión y de aportes; de experiencias de investigación y de vida. Son disparaderos de nuevas ideas; son referentes para diferentes temas y problemáticas, abarcando desde los más profundos debates filosóficos acerca del tiempo, de la sociedad y la verdad, de la objetividad del conocimiento; hasta los recursos técnicos o las formas de presentar los trabajos historiográficos. Desde la nueva forma de escribir el texto de historia hasta nuevos temas; desde el debate por el poder del estado y el papel del historiador y su obra hasta la vida cotidiana del pasado y del presente.

En las Actas están los testimonios de los mejores hechos realizados por centenares de historiadores que coincidimos, no en los contenidos, o no siempre en los contenidos. Esos son precisamente fueron puestos a debate en serio, con pasión, con garra, con esfuerzo, por dejar claras posturas; pero además por crear vasos comunicantes entre países, entre continentes, entre idiomas, entre escuelas historiográficas y experiencias sociales y personales distintas. En este esfuerzo por los debates que las actas reflejan se muestra la preocupación por mejorar las formas de hacer historia, y dentro de estas las formas de trabajar, no sólo en los ámbitos académicos sino trascenderlos hasta el gran público. Y como traducir estas preocupaciones a su vez en la enseñanza de la historia en diferentes niveles de  la educación.

Las Actas ponen nuestros saberes al día hasta enero del noventa y nueve. La gravedad de la situación actual nos obliga a más avances, a más precisiones que deberán conducirnos a mayores convergencias, pienso, entre los que estamos efectivamente interesados en producir conocimientos útiles para el hombre y la mujer de hoy y no por el mero logro académico. A mi entender uno de los temas centrales y que siguen presentes en la red son los temas que la nueva coyuntura de la sociedad mundial exige atención. La historia que transcurre que está actuando sobre el presente. Las Actas reflejan la inquietud de una comunidad en formación de historiadores para avocarnos a desarrollar mejores instrumentos para investigar y reflexionar. En esa dirección pienso que un gran aporte sería iniciar desde una perspectiva crítica y reflexiva un estudio de las grandes teorías que se han formulado y que se han abandonado sin que llegaran incluso a ser exprimidas en toda su potencialidad. Me refiero al estructuralismo y al materialismo histórico dialéctico. A mi entender este es un campo imprescindible. El del debate de las grandes teorías que tenemos que abordar los historiadores sin prejuicios, sin dogmas y sin temores para rescatar de semejantes construcciones teóricas completamente diferentes entre sí,  aunque a veces la superficialidad del análisis las confunda, lo que sirve para estudiar fenómenos tan complejos como los del mundo de hoy.

Y eso es todo un campo nuevo que todavía es desconocido en toda su profundidad por décadas de abandono académico, de vicios y de persecuciones ideológicas y políticas. Está viciado por apologistas y por detractores. Ambos sostenedores de posturas esquemáticas y grotescas que no llegan a las honduras que las teorías de la Historia han llegado a formular, y particularmente con respecto al materialismo histórico. Una teoría quizás demasiado avanzada para su época, pero le permitió subsistir contra el capitalismo ya despierto y desarrollado en el siglo XIX como nueva obra de la construcción de los humanos haciendo su Historia. Ahora en el capitalismo de esta fase de globalización imperialista está mostrando su capacidad más plena para producir la guerra, la injusticia y la muerte. Pero también ha puesto al descubierto las inmensas posibilidades del ser humano para crear riqueza y cultura para la convivencia. Es tanto el desafío de la historia por venir que nuestra formación y oficio de historiadores  debe pensarse al máximo para las respuestas. Par mi esta es una de las grandes posibilidades que abre Historia a Debate, al acercar historiadores, al ponernos a dialogar a través de una red aceitada de crecimientos mutuos, de convergencias e intersecciones que ponen al descubierto los puntos de máxima tensión entre estudiar la historia y contribuir desde el conocimiento académico a transformarla.

Como historiadores tenemos una tarea urgente hoy en el plano académico. Es que nuestros debates y producciones historiográficas salgan de nuestros estrechos ámbitos y lleguen a la sociedad, a las aulas, a los medios de comunicación, para que ayuden a educar en la ciencia y dejemos sin espacio los disparates que se usan para justificar acciones aberrantes que hacen historia en contra de la dirección que los humanos necesitamos. Para afrontar estos desafíos será necesario disponer de mejores instrumentos para pensar, por eso sostengo que hoy es cada vez más importante re-estudiar, redescubrir y explorar alcances de las teorías que hoy se han dado por perdidas.

Por todo esto y por las posibilidades de que abre Historia a Debate estas Actas tienen valor histórico. Son una obra de consulta permanente con su amplísima temática, más bien diría que con su amplísima problemática. No se proponen ser un punto final, un final de la historia a nivel historiográfico. Están abiertas porque son la Historia a Debate. Y aunque se trate de una obra colectiva que recoge el trabajo de centenares de historiadores, estuvimos en ese magnífico II Congreso de Santiago de Compostela. Detrás nuestro o delante nuestro hay miles y millones de hombres y mujeres que están haciendo la historia del día a día. Esta preocupación por el hombre, los hombres en sociedad, debe de seguir siendo la fuerza brújula que nuestro cotidiano trabajo de historiadores, de investigadores y docentes de la historia.

Quiero destacar acá la labor del profesor Carlos Barros, y de su equipo. Solo no pudiera hacer tamaña obra, pero sus extraordinarias cualidades son las que le han permitido tener tan excelente equipo para hacer tan grande obra; para seguir creciendo y sumando esfuerzos a nivel mundial. Supo interesar , mantener el interés, darle continuidad a Historia a Debate, hacerla crecer y poner un hito con estas Actas. Me gustaría que pudiésemos apelar a algún soporte financiero para que estas Actas estén por lo menos es las principales bibliotecas de nuestras facultades de historia y humanidades y en nuestros institutos terciarios para que las  nuevas generaciones de historiadores accedan al pensamiento más actual acerca de la historia. Esperamos que de este encuentro las actas puedan ser difundidas  y acaparen la atención de especialistas y estudiantes de todo nuestro país. En eso he tomado mi compromiso. Gracias.

Represento a la gente que transmite historiografía en un Instituto. Me disculpan por la autorreferencia pero me parece que en este caso la autorreferencia se funda en una problemática algo más amplia. Historia a Debate nos interpela, me perece a mi en mi caso particular, desde dos lugares. Desde el lugar de historiadores y desde el lugar de una subdisciplina  de la historia que es la historiografía, que es a lo que nos dedicamos en nuestro programa.

Nosotros solemos elencar a grandes historiadores con los aportes de esos grandes historiadores que han hecho a la disciplina histórica. A partir de sus contribuciones metodológicas, marcos conceptuales, temáticas, en fin, lo que habitualmente suele transmitirse en un programa de historiografía. El hecho de la iniciativa de Carlos  en lo que se refiere a Historia  a Debate conlleva respecto a lo que acabo de enunciar la reflexión acerca de que nosotros  podemos hacer historiografía, nosotros somos parte interviniente directamente en el diseño que la historiografía puede tener de ahora en adelante. Dejaría de ser una mirada retrospectiva sobre las grandes obras, los grandes autores, pero me parece que esta iniciativa de Carlos desde hace unos cuantos años nos involucra y nos interpela desde la posibilidad de ser actores activos, valga la redundancia, en la posibilidad de construir el paradigma, por falaz que sea, el paradigma historiográfico de este siglo. Esto tal vez sea lo que personalmente más me ha conectado con este proyecto que es ya una realidad. La posibilidad ya no hablar de los otros; hablar de uno mismo. Yo sé que uno mismo puede enseñar y que está en sus manos por algo que Carlos siempre dice y que me parece central: que la propuesta está dirigida a todos nosotros, historiadores; muchos de nosotros anónimos, no los verán los historiadores consagrados los que forman parte de los clásicos de la Historiografía- Este es un punto que a mi me parece fundamental, el punto de la interpretación.

Habrá que cambiar los programas de historiografía en los sucesivo. Espero que tengas éxito y que la tarea sea más colectiva. Verdaderamente siempre creí que efectivamente la historiografía registra a una persona, y creo que acá estamos madurando todos y que es la oportunidad y el espacio que nos está dando Historia a Debate. Me parece que está involucramiento en la construcción de nuestro campo disciplinar está pensado desde la iniciativa, con espíritu crítico y reflexivo, algo en lo que permanentemente insisten sus animadores. Y esto también es importante porque muchos de nosotros, demandados por la multiplicidad de tareas que tenemos, a veces cedemos a la terrible sensación de la reutilización de nuestro trabajo. No pensar en nuestra práctica; no poder objetivar nuestra práctica y colocarla entre el portaobjetos y el cubreobjetos y analizarla. Yo creo que el desafío que manifiestan muy bien las Actas es un poco eso, es un trabajo desde muy diversas perspectivas; enormemente ecuménico. Nos está instando a esto, la indicación de Historia a Debate para la preinscripción de no trabajos empíricos me parece sanísima porque esparce una violencia simbólica, si me lo permitís, al pensar en nuestra disciplina y en nuestra práctica. Con lo cual no estoy desmereciendo en absoluto efectivamente los trabajos empíricos ni muchísimo menos. Los tendremos que hacer, pero creo que esta iniciativa ha incitado fuertemente a las persona que se han sumado a ella a efectuar una introspección y a pensar poder objetivarlo. Y esto sin duda no trae más que buenas cosas.

El otro punto que a mi me gustaría poder, y esto sí tienen que ver muchas cosas, ustedes se imaginarán -personalmente vuelvo a autorreferenciarme, discúlpenme- y esto tiene que ver con desactivar muchos protocolos de interpretación que tenemos muy incorporados. Lo que permite es poner en tela de juicio los propios supuestos. Y esto ustedes al ponerse en contacto las Actas lo van a notar decididamente. Pero hay un “plus” que me parece que tiene que ver con que no sólo una reflexión historiográfica; hay un calado político fuerte, político en el sentido amplio: político-cívico, político-humano. Un posicionamiento desde la amplitud, desde la solidaridad que los colegas han demostrado con la situación que atraviesa nuestro país con la actual coyuntura mundial; con el caso de colegas que han sido invadidos en sus libertad de expresión en nuestro país. Me parece que tiene que ver con un “plus”, que es que no se limita a la historia sino que es un compromiso que hay que tener presente y que se manifiesta historiográficamente en lo que decía Irma, es decir, en esta historia inmediata donde el problema es en tiempo presente.

Pero me parece que todavía tiene un agregado más que estas solidaridades, que sin duda vienen  a reforzar la propuesta historiográfica. Desborda absolutamente lo historiográfico mirado desde este costado. Y que desde este punto de vista ya no se nos interpela solamente como historiadores; sino a través de esto, muchas veces acallado, pocas veces practicado; que es el compromiso con el hoy. O cierto posicionamiento si no hablamos de compromiso porque supone una explicitación. Lo que hablábamos esta tarde, pero acá externamente, y vuelvo a la autorreferencia, a mi me pega desde el otro posicionamiento, incluso me permite clarificar mi propio posicionamiento frente a muchas cosas.

Finalmente quisiera cerrar con un tópico que todos debemos abordar porque se impone de suyo, que es la comunicabilidad de las experiencias. Y este es el punto de inflexión me parece que está marcando la iniciativa de Historia a Debate. Creo que la comunicabilidad antes de esta experiencia, antes del 92, era la comunicabilidad restringida; restringida a circuitos universitarios, funcionales, nacionales. Desde este punto de vista me parece que las Actas deberían de ser leídas desde este punto de vista. Comunicabilidad de las experiencias extremadamente dispares, distintas, plurales, pero que finalmente pueden congraciar en este procedimiento y en todas las otras iniciativas, no se limita a las Actas. Expongo como mis colegas, muchos que estuvieron también en Compostela que no están a este lado de la mesa, la felicitación  a Carlos. La excelente receptividad que manifiesta. El costado humano me parece que también es importante; no es solamente un producto. Un trabajo inmenso que intuimos. Auguramos que esto se prolongue y humildemente damos a la organización la enhorabuena.

El II Congreso de Historia a Debate que hoy presentamos tiene en que sorprenderse y ser sorprendido por las circunstancias específicas y universales de la tradición del conocimiento y búsqueda que parte de un saber de fuerte ortodoxo hasta en la más compleja heterodoxia, y que hoy podríamos hablar de acuerdos mínimos. Quizás primero sea hablar de una ética histórica. Transmitir de boca en boca, transmitir a través de la palabra escrita encaja una huella indestructible en la que se juega la  vida y la muerte en las trascendencias de este mundo.

El pulso que se ha mantenido y sostenido en la sociedad genera preguntas para empezar de nuevo con la pregunta: ¿qué es la cultura hoy? La problemática chiapaneca; la primera guerra de Estados Unidos en el siglo XXI; la modernidad; la fallida post-modernidad; la historia de los pueblos; las virtudes y las artes. En fin, por favor no se confundan, hay  un nada heroico en la construcción de una humilde concepción cultural de los indígenas o los desheredados, ni vaya usted a pensar que dar palmas a compás de una hoguera en medio del tiempo o bajo un sol de justicia es una concepción del mundo. No crea que juntar los cuatro trebejos imprescindibles que poseen y echarse al camino tienen nada que ver con unas vacaciones ecológicas o con una elección personal. Háganme el favor de no creer que la miseria es un signo de identidad, o con menos burdos pero más obscenos, del precio que se paga por mantener los tan llevados y traídos signos de la historia. Ni tenga la maldad de pensar que algunas culturas son, por su propio temperamento, son menos capaces de progresar. Pues repare que hace ya mucho tiempo que ni los sagitarios no son  forjadores o tratantes de ganado; ni los artesanos cesteros o fabricantes de tejidos como norma general. Si tiene un poco de curiosidad hágase un regalo y pierda algunas horas de su vida en ojear un códice maya, mexica, o un texto antiguo de los pueblos. Cuando los pueblos han sido analfabetos en lugar de escribir su  historia la cantan, y de paso hagan una memoria  y recuerden que llevamos compartiendo territorio desde siempre, pero intente olvidar al instante que ya son demasiados años como para andar haciendo cuentas.

No se le ocurra pronunciar la palabra integración, como lo hace Historia a Debate, que de todos es sabido que a la miseria cultural no hay manera de integrarla porque ese parece ser el problema y no otro a estas alturas de la saludable y honrosa cultura antirracista que hoy disfrutamos, pero sobre todo por favor no sean tolerantes. No los toleren como quien soporta un inevitable dolor de muelas, no se sienta orgulloso  de aceptar lo diferente, lo otro, lo que no es de casa. Vamos, haga suyo el debate, pero quítese el insoportable paternalismo que encierra esa palabra. Que no puede tratarse de reclamar; ni de integrar; ni de tolerar del estado, en el mejor de los casos, medias compensatorias. Y no crea que la dignidad de un pueblo se deriva en la mirada que uno tenga a bien otorgarles y mediante un poco más en el escándalo ético que supone la miseria conceptual, espiritual, educativa. Los discursos académicos, como hoy lo hace evidente Historia a Debate, despiertan, invaden la vida cotidiana dando directrices, designios de confluencia global. Pero por favor no se confundan: discursos históricos, enigmáticos, sorpresivos, pasionales, políticos, sociales, educativos, que al permanecer sin cierre siguen circulando, cayéndose hasta el fondo del pozo para volver a instalarse como explicación del devenir ante lo viejo que no muere y lo nuevo que no nace.

Será acaso, una vez más, el reloj de arena de Borges. Analizar la situación global de la historia y las ciencias del hombre en este fin y principio de siglo, a partir de una profusa y profunda versión es el propósito de las actas que hoy de presentan. Sintomáticamente, en nuestro simbólico Buenos Aires, por las nostalgias que tiene de estar en la Fundación del Centro Cultural Borges, ligada a Ortega y Gasset que, no niego que me lleva a las viejas raíces historicistas  que llevaron los españoles a México.

Y finalmente pienso que Historia a Debate será una institución tan laxa y rica que permite no romper la propuesta original; no estar ajeno a las instituciones pero tampoco ser devorada por ellas. Es este, además, punto de confluencia de numerosas perspectivas, lo que abre diálogo a los rumbos discursivos y a las nuevas propuestas culturales. Nos interesa analizar el papel de la historia y cómo se inserta nuestra cultura sudamericana ante el nuevo paradigma: la relación entre transición política y renovación. Nuestra tesis es que Clío está en buenas condiciones para jugar un papel en la síntesis tradición-innovación. Basta con ver lo valioso, en sus sentido más amplio de su consejo editorial que encabeza Carlos Barros, símbolo de la más refinada cultura ética con la que cuenta nuestro mundo. En conjunto con  los participantes de Historia a Debate reconozco que me limito a citar a lo que más admiro, quiero, válgaseme el resbalón sentimental que me lleva a pensar referencialmente a lo vivido en Santiago de Compostela , que nos enseñó una nueva y vieja forma de hacer cultura en su más amplia expresión. Es su/nuestro deseo; en el fondo una dimensión imaginaria. Porque no se puede citar en la construcción del tiempo, el deseo de hacer cultura es situado solamente a partir de ese objeto, esos objetos imaginarios: el tiempo y el espacio. La única dimensión simbólica que permite tratar el tiempo en esta época pasa a través de la palabra. Esto es, la necesidad de un circuito que implica al otro, a otros sujetos. Este paso que tiene a través del otro es el medio que tiene para hacerse reconocer, más allá del sujeto de deseo, el propio discurso de los que participamos en Historia a Debate. Felicito a los editores y a los autores de estas Actas, y les deseo no éxito porque este ya lo tienen, pero sí un largo camino desde la tolerancia cultural, ética, y yo les propongo que sigamos buscando el tigre porfiadamente.

Nos reunimos hoy acá para la presentación de las Actas de Historia a Debate, pero cabe decir también que Historia a Debate es algo  más grande que las Actas que hoy realmente buscan presentarse. Es también un lugar de intercambio de opiniones sobre temas de la disciplina que crece día a día, que incorpora nuevas problemáticas;  y es un lugar de expresión de distintas opiniones que se enriquece y profundiza a escala mundial, y que permite a los historiadores de diferentes continentes el contacto e interiorizarse a temas de historia, presente, a los que no siempre nos es tan fácil acceder. Esta red de Historia a Debate es un lugar donde se debate sobre los temas específicos de metodología, historiografía, teoría de la enseñanza, teoría de la historia y el compromiso también del historiador con la sociedad, con la política y la cultura de su tiempo. Por consiguiente cumple un papel de puesta al día en temas de investigación histórica y nuevas temáticas.

Los Congresos Internacionales de Historia a Debate nos han permitido, justamente, ese contacto entre los historiadores y la confrontación de posiciones y de líneas de investigación. A esto también tenemos que agregar para presentar un panorama global la Encuesta sobre el Estado de la Historia, que busca aproximarnos a la situación de la disciplina y estudiar el cambio de paradigmas historiográficos en la actualidad. Pero además el congreso de 1999 tuvo como complemento el I Congreso Virtual de Historia  a Debate como contribución a la historia global que viene. Y también el Seminario que dirige Carlos Barros que se reúne periódicamente complementa el panorama de instrumentos que ha implementado Historia a Debate con participación de historiadores de diversos continentes. El conjunto de estos instrumentos que se articulan aporta una visión global desde distintas perspectivas interrelacionadas. Fuerza es reconocer que es una tarea titánica de parte de los emprendedores, y un servicio a la comunidad académica que se adecua a nuevos problemas. Es un proyecto colectivo que contribuya reflexionar sobre la crisis de la historia.

El I Congreso de Historia a Debate, el de 1993, estuvo marcado por la caída del Muro de Berlín y la proclamación del fin de la historia. Los seis tomos que fueron el resultado del mismo, unidos a los que se publican ahora resultan mucho más que una buena enciclopedia de la evolución de la problemática historiográfica. Es más , diría yo, se convierten en un libro de consulta continua y permanente.

En el II Congreso, las actas que se presentan hoy, se analizó como uno de los temas fundamentales, el por qué de la crisis de la historia y su fragmentación, las nuevas formas del discurso histórico, los problemas que plantea la globalización, la problemática narrativa y la ficción histórica y la fuerte presencia de las historiografía latinas. Este II Congreso nos realizó un aporte importante: planteó el tema de la historia desde las perspectiva de los nuevos debates en curso. Una pregunta recorre el congreso: ¿estamos asistiendo a una crisis de la historia?. La diversidad de respuestas que se dieron durante el mismo nos permitió conocer un arco de respuestas complementarias que nos permitieron alcanzar o vislumbrar un estado de la cuestión. En un congreso de historiadores la pregunta por el fin de la historia o por la crisis de la historia no recibió respuestas que anularan el ejercicio de la disciplina. Eso no fue una novedad, era de preverse. Pero sí tuvimos aportes muy valiosos, entre los que podría citar como algunos, y eso no quiere decir que desconozca a los otros, el que nos hizo Françoise Dosse y el que nos hizo George Iggers, el Presidente de la Comisión de Historia de la Historiografía, o el que nos también Adeline Rucquoi
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Los nuevos paradigmas permitieron un acercamiento a nuevos sectores, metodologías, temáticas que enriquecieron el panorama de nuestra área. Las historiografía, especialidad cultivada  por varios historiadores, contó con temas muy específicos que significaron un aporte muy importante. Y también, los mismos que he dicho antes, las mesas de debate, de las que formaban parte los panegiristas eran clarificadoras justamente por el nivel del debate que en ellas se produjo. La novedad en este Congreso estuvo en la presencia del tema latinoamericano, de la temática latinoamericana, buena inclusión del mismo en el Congreso porque demuestra que la historiografía latinoamericana busco muchas veces caminos propios, a diferencia de lo que ha sucedido en tiempos anteriores, cuando los modelos eran importados.

¿Qué resultados arrojó el congreso? Y esto es ya una opinión personal, fue un encuentro enriquecedor, un contacto de historiadores de diferentes países, un confrontar dificultades y problemas a veces no tan lejanos de los nuestros. Una renovación del impulso de seguir trabajando a pesar de todo. Una relectura de la importancia de la historia en la creación de una conciencia colectiva, en el modo de enseñarla a un nuevo siglo que se representa enmarañado y difícil. Un intercambio fecundo.

Entonces nos cabe decir, y lo decimos con todo afecto, muchas gracias Carlos por tu apertura hacia todos, por tu constancia en medio de las dificultades. Y pedirte que nos sigas convocando para poder intercambiar experiencias. Que nos sigas enviando e-mails con estas respuestas a veces tan jugosas. Gracias por todo, no aflojes, nosotros te apoyamos.

Buenas noches y muchas gracias en primer lugar a Inés Viñueles y a la Fundación Ortega por habernos cedido este espacio, esta parte de España aquí en el microcentro, para hablar de España, de Argentina y del mundo. Y después gracias a mis compañeros, a mis colegas, porque ellos saben hasta que punto yo soy contrario a volver a esta historia de grandes hombres, de los grandes individuos que parece que lo hacen todo. Y todavía ayer insistía en eso de que tampoco la historiografía se hace en base a personalidades sino que la hacemos todos. Y no lo digo por falsa modestia. Porque  ha quedado claro para todos vosotros que vivís de este lado que Historia a Debate somos todos estos que estamos aquí, y muchos más que no están aquí. Porque, ¿A quién se le ocurre que toda esta obra ha podido hacerla una persona sola? Es que yo soy contrario precisamente a este tipo de historia porque se ha hecho con muchos apoyos y muchas complicidades, de colegas e instituciones; como  he explicado una y otra vez. Si no no hubiera sido posible.

Y precisamente estamos aquí en la Argentina. Y oiremos mañana a Boris Berenzón de la UNAM  en el IV Congreso de Historia de Entre Ríos. Porque buena parte de la explicación y de la continuidad de Historia a Debate está en Argentina, porque después de los españoles, de lo que aquí llamáis gallegos, lo cual nos gusta a los que somos gallegos de verdad -a los que somos de Tomiño o de Vigo- buena parte del apoyo viene de Argentina. El segundo grupo de historiadores en nuestras actividades, congresuales o bien en Internet, es la comunidad de historiadores argentinos, donde prácticamente creo que todas las universidades pertenecen a nuestra red digital. En el II Congreso la representación ha impactado a todo el Congreso como bien saben los colegas que estuvieron allí. Por lo tanto, venimos aquí a devolveros el apoyo que nos habéis concedido, para que esta red, cuyo círculo más pequeño está en Santiago de Compostela, y un poco más grande en lo que es España; pero cuyos círculos más externos llegan a todos los continentes pasando en primer lugar por Argentina. Muchos estamos relacionados desde hace ya años -porque esta red se inició hace ocho años- y me satisface mucho encontrarme en este compromiso de los colegas,de varias universidades argentinas en el proyecto de Historia a Debate, de manera que yo aprendo porque Historia a Debate es lo que es porque queremos ser como una esponja, absorbemos las iniciativas que vienen de otros sitios y muchas veces nuestro compromiso con la vida, nuestro compromiso con la paz. Nos preocupa extraordinariamente el hecho siguiente. Si ahora, siendo coherentes con esto de elegir un hecho histórico trascendente como elemento gráfico de nuestro cartel, si ahora lo hiciéramos tendríamos que poner las torres gemelas. Esperamos que dentro de tres años hay motivos más alegres que tengan que ver con la paz y con la vida y que nos haga ser optimistas y convocar un Congreso en un contexto histórico de otras característicos.

Bueno; las Actas, todo el mundo habla de las Actas, pues eso, aquí tenemos dos volúmenes, tu tienes ahí otro volumen, se tratan de tres volúmenes, mil doscientas treinta y cinco páginas, setenta y nueve ponencias, diecinueve mesas redondas don se ha discutido sobre lo divino y lo humano: historia, historiografía, relaciones con la sociedad, enseñanza de la historia. Quince autores de un número elevado de países. Los textos están mayoritariamente es español, pero también hay algunos papers que están en gallego, portugués, inglés, francés, italiano. Estamos preparando una edición reducida en Estados Unidos, en una editorial académica, que esperamos que pronto vea la luz.

Se puede conseguir , lo digo porque alguno ha preguntado, a través de Pons y otras distribuidoras y exportadores de libros a Argentina y a América Latina, y nosotros directamente lo distribuimos. Tenéis aquí unos folletos. Yo me he llevado una sorpresa de lo caros que están los libros aquí en Argentina, es realmente un artículo de lujo (su fueran sólo los libros) es una artículo de lujo. Inés me decía que están como el doble. Total por menos de setenta pesos podéis tener los tres volúmenes sin ningún problema, tenemos que difundirlos.

Estas son sólo las actas. Sobre su contenido no puedo añadir más porque los colegas y las colegas han hablado del tema. Nosotros además somos una red que desde 1999 está funcionando en Internet. Tenemos dos listas de correo electrónico. Una lista general con novecientos ochenta y cinco profesores y algunos afines (estudiantes, profesores de enseñanza media, aficionados a la historia) de cuarenta y cinco países; y después tenemos una lista de historia inmediata donde discutimos fenómenos, hechos históricos relevantes, el  último el atentado del once de septiembre y sus consecuencias, desde un enfoque histórico, historiográfico, predominatemente.

En esta segunda lista hay doscientos veinte y siete profesores de veinticuatro países. En la página Web, en tres idiomas, español, francés e inglés, estamos recibiendo de ocho mil a diez mil visitas mensuales. La mitad a la página de acceso en inglés y la mitad a la página de acceso en castellano. Yo digo esto de los idiomas porque es uno de nuestros últimos debates en Internet, y es abrir una lista en inglés, y hemos tenido la agradable sorpresa de encontrarnos con un patriotismo latino de decir que no, que aprendan español como ellos nos obligan a aprender inglés cuando queremos acceder a lo que es el idioma dominate en el mundo de Internet. Yo creo que la posición mayoritaria, y desde luego de los que tratamos de dirigir esta red tan extensa, es que vamos a hace una lista en inglés en su momento porque nos conmueve que un 15% de la lista general, es decir, ciento cincuenta profesores de países anglófonos , o de países no hispanos y que leen en inglés, nos estés siguiendo desde hace dos años los mensajes en castellano a través de unas horrendas traducciones automáticas que no tenemos medios suficientes para hacer traducciones profesionales, y entonces si ellos hacen ese esfuerzo y son norteamericanos, ingleses, sudafricanos, alemanes, etc… pues muy bien nosotros, si hay una tercera lista en inglés, podemos leer las horrendas traducciones automáticas al castellano que hagamos para los que nos seas anglófonos.Eso en nuestra perspectiva tenemos una idea digamos global de lo que debe de ser la nueva historiografía, y nos satisface mucho el haber lanzado y alimentar esta iniciativa desde Galicia, hay que decirlo en primer lugar, desde España y desde el ámbito académico latino.

Hemos editado muy recientemente, previa deliberación en un grupo reducido de historiadores españoles y latinoamericanos y norteamericanos, un  Manifiesto con 18 proposiciones, que creo que quedan aquí dos escuálidos ejemplares, pero que en todo caso en www.vps12.h-debate.com lo tenéis de una manera “rechamante” porque nada más abrir la página ya aparece el Manifiesto, Manifiesto donde intentamos perfilar lo que debe de ser la historiografía del siglo XXI, o sea, la manera de escribir historia en siglo XXI. Estas dos docenas de profesores somos, como os decía, de España, Latinoamerica y Estados Unidos. El 50% de España porque, voy a explicar algo que es necesario, los que estamos aquí, claro, para eso en España tenemos felicidad, nos conocemos no sólo digitalmente y en Internet hay un número elevadísimo, en nuestra red, de profesores, pero el conocimiento digital no es suficiente para la colaboración. Eso es lo que nos desanimó a hacer un grupo más amplio y nos reunimos un poco los que nos sentíamos más próximos y nos conocíamos personalmente. En el caso de Estados Unidos por lo normal son profesores latinos. Ese es el nexo común que nos une, que muchos llevan muchos años y están nacionalizados en  Estados Unidos pero que, desde varias universidad es, desde el inicio de Historia a Debate, están apoyando mucho nuestra red.

En el Manifiesto solicitamos apoyo, suscripción, divulgación y naturalmente opinión crítica. Qué novedades puede aportar Historia a Debate como red académica, como proyecto historiográfico. Aquí voy a dar algunas ideas porque tampoco quiero meterme mucho porque vamos a hablar todos, a actuar, valga la redundancia, interactivamente, valga la redundancia, que además es la característica de Historia a Debate, por lo tanto no preparé un discurso muy largo. Solamente decir que el hecho de que la continuidad de Historia a Debate a lo largo de ocho años y su expansión, sobre todo los dos últimos años, desde que estamos en Internet, se explica por la actitud que pueda tener nuestro proyecto.

En primer lugar porque es colectivo, y eso en el mundo académico sabemos hasta que punto es nuevo, y es novedoso porque tanto la academia como la propia sociedad nos presiona para competir. El mundo académico es severamente individualista en general. Yo creo que por un lado genera unas respuestas colectivas, pero por toro lado también hacer más que ver a la competencia . La primera novedad es que nosotros nos hemos juntado, reunida, para vivir la profesión de una manera colectiva , y para discutir los problemas de la profesión de una manera colectiva, más allá de las áreas de conocimiento, de las especialidades, de los países. Por eso existen redes de relación en el ámbito académico, de cada universidad, de cada país, incluso a nivel internacional, pero por lo general son redes de forma explícita y formalizada, y además ahora tenemos incluso nuestro miniprograma de acuerdos mínimos, como le gusta decir a Boris, etc,… En este sentido, que además sabiendo lo presionados que estamo s todos, por los incentivos, por los currículos, por os puestos, por la competencia, desde el principio hemos tenido muy claro que el terreno común que nos une son intereses historiográficos e intelectuales principalmente. Por eso hemos elegido una manera de asociación transversalmente, por que sabíamos que su funcionamiento dentro de un país, dentro de un área, nos veríamos prisioneros de todo lo que genera esa competitividad, ese individualismo, esa lucha. Todos estamos implicados en esa maraña, en esa lucha. Hay condiciones subjetivas que no dependen de nosotros. Nosotros hemos recuperado de las experiencias del siglo XX, de la Escuela de Annales, la historiografía marxista de la que soy un gran apasionado.

Creo que otra novedad es que es un proyecto latino. Queda claro que estamos en la red cuarenta y cinco países. Siempre nos movemos en una red de entre treinta, cuarenta países de los cinco continentes, tanto en las actividades presenciales (congresos y otros) y en las actividades en Internet. Pero la mayoría somos de España, Argentina, México. Hay una minoría con gran influencia académica y política creciente en Estados Unidos. Nos parece un país importante. Cualquiera que sea político que tengamos cada uno, entre otras cosas porque también es un país plural y, sobre todo en el mundo académico. Es una gran novedad porque en España no tenemos una tradición de escuelas historiográficas. Yo hablaba de que sería de la historiográfica. Yo hablaba de qué sería de la historiografía española, sin Sánchez Albornoz, sin Américo Castro, sin Rafael Altamira. Don Claudio, con estas aportaciones hubiera creado, muy probablemente, una teoría tremendamente abierta. Introdujo ya en sus investigaci ones la historia económica-social. Hubiera surgido una escuela historiográfica española, no fue así. La hipótesis de la dictadura hizo que en los años sesenta, cuando España se reabrió después de autarquía al mundo se mantuvieron contactos con la historiografía francesa con Pier Vilar y hubo una cierta ruptura con una historiografía liberal que ahora estamos tratando de recuperar en España.

En España, al igual que pasó en Argentina y en América Latina, hemos renovado la historiografía en los años sesenta y setenta en base a las experiencias renovadoras que venían de Europa, en el caso de España que venían de Francia, y esta vez sin embargo se trata de lo que yo, modestamente, llamo la primera tendencia historiográfica del siglo XXI, y ha surgido a la vez de España, América Latina y de Usa, y además, a diferencia de lo que ha pasado con la escuela historiográfica bien francesa, bien angloamericana del siglo XX, con vocación global.

Yo defiendo, creo que eso está en la introducción de las actas, que os nuevos movimientos intelectuales de este siglo tan globalizado o son globales o no van a funcionar porque el sistema de un país que influye en otros países por la riqueza de su propuesta o sencillamente porque se trata de un país más potente económica, política, culturalmente, eso yo creo que ya no van a empezar a funcionar en siglo XXI. Es decir, ya no está empezando a funcionar las propuestas, sobre todo porque ya tenemos Internet que nos permite comunicarnos muy rápidamente entre colegas de diferentes países, deben de ser globales, como ha sido nuestro caso desde el primer momento porque ya en el I Congreso convocamos a colegas de muchos países, y con toda modestia, aplicamos lo que llamamos el intercambio igual de experiencias historiográficas, cualquiera que sea el espacio geopolítico en el que se mueva cada uno.

Esta novedad que ofrecemos es que se trata de un proyecto digital. No abandonamos lo presencial, y ya expliqué antes, seguiremos haciendo congresos, seminarios en Santiago de Compostela, intercambios de estas características,… Yo sé que Internet tiene sus pros y sus contras, pero somos decididos partidarios.

Alguna colega mexicana nos decía: ¿qué harían Bloch y Febvre cuándo fundaron en Estrasburgo Annales si tuvieran Internet?. Pues nosotros tenemos Internet, y no vamos a idolatrar ese medio de comunicación social que nació, como todos sabemos, en el mundo académico y está más desarrollado en el mundo académico y en general en el conjunto de la sociedad, aún a sabiendas de que no son todos los que están ni están todos los que son en Internet. Nosotros sabemos que en nuestra lista hay colegas que, por ejemplo, sólo leen un mensaje cuando a veces tienen un nivel académico más alto que los que participan en los debates. También hay un problema generacional y un problema incluso de carácter:  es la opinión así, a un público muy amplio, que no sabes, inhibe un poco. Sabemos eso, que a veces ni son todos los que están ni están todos los que están. Por eso aprovechamos esta plataforma para que nos animemos a superar ese prejuicio que a veces todos tenemos.

Ahora tenemos el proyecto de sacar una revista digital, a ver si en el 2002, un proyecto ya que viene de antiguo, donde podamos debatir con papers largos. Estoy convencido, y la experiencia de mi página web personal es esa, que esos artículos que se van a publicar, aun vamos a ver si los conseguimos, nos esforzaremos porque tenga el mismo estatus. En el  futuro acabaremos publicando actas de futuros congresos en Internet. En ese sentido romper una lanza en favor de Internet como medio de comunicación académica que nosotros queremos: crear una movimiento historiográfico y vivir colectivamente nuestra profesión. Además viene bien porque Internet es un contrapeso horizontal para unas instituciones tan antiguas como las nuestras (Santiago nació a finales del siglo XV) que han generado toda una estructura jerárquica que es necesaria porque por muy críticos que seamos, que lo somos los que estamos aquí, yo sé que es necesario una relación profesor-alumno.

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