El viernes, 13 de setiembre de 2002, a las 18 horas, tendrá lugar la presentación y debate del Manifiesto historiográfico de HaD en la Universidad de Buenos Aires.

Participan

Hilda Agostino
Universidad Nacional de La Matanza,
Directora del Centro de Estudios Históricos de La Matanza
«Génesis y acción de la comunidad historiográfica Historia a Debate».

Liliana Barela
Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires
«La historia reciente en el Manifiesto de Historia a Debate».

Nicolás Iñigo Carrera
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires,
«La cuestión de los paradigmas y la construcción de
conocimiento científico de la Historia».

Dora Barrancos
Universidad de Buenos Aires,
«Cambios producidos en el pasaje de la concepción objetivo-universalizante a la incorporación de
las/los sujetos borrados por la historiografía.(Entre la propuesta de Wallerstein y la historiografía del género)»

Waldo Ansaldi
Universidad de Buenos Aires
«El Manifiesto de Historia a Debate visto desde la sociología histórica».

Moderadora Verónica Giordano
Universidad de Buenos Aires

Lugar

Instituto de Investigaciones Gino Germani
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Buenos Aires
Presidente José F. Uriburu 950, 6º piso
Ciudad de Buenos Aires

Información
Waldo Ansaldi

Encuentro sobre el Manifiesto en la Universidad de Buenos Aires.

Tal como fuera anunciado el lunes 2 de septiembre por nuestra lista, el viernes 13 del mismo mes se llevó a cabo en una de las aulas del Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales de U.B.A.) entre las 18 y 21 horas el encuentro sobre el Manifiesto Historia a Debate.

Nos dimos cita en el lugar los miembros de Historia a Debate Liliana Barela , Delia Muñoz, Waldo Ansaldi, Luis Cortese y quien les escribe, Hilda Agostino. Contamos con la importante presencia de alumnos de La Matanza y Merlo y de distinguidos invitados provenientes de UBA, La Plata, Quilmes y La Matanza Héctor Cordone, Rodolfo Giunta, María Silvia Ospital, Cristina Vesco, Gabriel Ledesma y Analía Artola que con su presencia jerarquizaron el encuentro.

El panel de oradores estuvo compuesto por Dora Barrancos,Liliana Barela, Nicolás Iñigo Carreras,Waldo Ansaldi y yo, moderados por Verónica Giordano.

Tuve el honor de presentar la historia de nuestra comunidad historiográfica y reseñar las principales actividades que se han llevado a cabo desde sus inicios, citando resultados de la encuesta, congresos, las listas existentes y los países donde habitamos los miembros.Esto sirvió para introducir als alocuciones de los otros panelistas que se dieron en el siguiente orden Liliana Barela, Nicolás Iñigo Carrera,Dora Barrancos y Waldo Ansaldi.

Barela explicó en «La historia reciente y el Manifiesto de Historia a Debate» detallando su metodología de trabajo desde el Instituto de Estudios Históricos de la Ciudad de Bs. As. y relacionándolo con los puntos del Manifiesto.

Nicolás Iñigo Carrera de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, abordó el tema » La cuestión de los paradigmas y al construcción del conocimiento científico de la historia » , mostrando acuerdos y desacuerdos con nuestro Manifiesto.

Dora Barrancos de la UBA explicó los «Cambios producidos en el pasaje dela concepción objetivo-universalizante a la incorporación de las/los sujetosborrados de la historiografía» Cultora de los estudios de género se posicionó desde allí para realizar algunas observaciones críticas al Manifiesto.

Waldo Ansaldi cerró la lista de oradores refiriéndose a «El Manifiesto de Historia a debate visto desde la sociología histórica»

Se produjo luego un muy interesante debate entre Nicolás Iñigo Carreras y Dora Barranco que hubiera deseado transcribir para Uds.A tal efecto me he comunicado con ellos y les he solicitado el envío de sus ideas, ya que eran desacuerdos con el Manifiesto y sus correspondientes fundamentos, habiéndome contestado a la fecha, Iñigo Carreras que lo hará en breve y la Dra. Barranco manifestando su imposibilidad de efectuarlo al menos momentáneamente.

Fue interesante para muchos de los alumnos presentes ( sobre todo los que habían concurrido desde Merlo y La Matanza donde no es común la producciónde este tipo de debates ) escuchar la discusión académica en torno a las motivaciones de cada uno de los panelistas indicados anteriormente sobre el porque investigan sosteniendo la Dra. Barranco que su motor es el placer que produce el conocimiento e Iñigo Carreras que lo hace en busca de la verdad o la mejor aproximación posible a ella.

Se dieron intervenciones desde el público presente dándose luego por concluida la jornada y habiendo sido invitados los presentes a visitar la página de HAD ya formar parte de nuestras listas.

Desde la Universidad Nacional de La Matanza, los saluda
Hilda Noemí Agostino

La cuestión de los paradigmas: Sobre el Manifiesto de Historia a Debate

Nicolás Iñigo Carrera
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

 

Agradezco a los organizadores de esta presentación del interesante Manifiesto de Historia a Debate la invitación a formar parte de este panel y a exponer algunas reflexiones sobre ese documento. Aunque coincido con algunas de las afirmaciones que en él se hacen, lo que voy a exponer aquí refiere más bien un punto en el que el debate debería avanzar hacia resultados más sólidos: la cuestión de “los paradigmas”.

El grupo impulsor de Historia a Debate se propone, según plantea en su manifiesto, “contribuir a la configuración de un paradigma común y plural de los historiadores del siglo XXI”, que establezca “un diálogo crítico con otras corrientes historiográficas” a las que caracteriza de manera un tanto despareja e imprecisa como “el posmodernismo”, la “vieja historia” (aunque después queda claro que se refiere al “positivismo rankeano”) o “el continuismo de los años 60-70”. En esta última denominación, la imprecisión hace que, para el caso de la historiografía argentina, resulte imposible encontrar semejante corriente: nos plantea directamente el interrogante de a qué se está refiriendo: ¿a la Academia Nacional de la Historia presidida por Ricardo Caillet-Bois? ¿al Centro de Estudios de Historia Social de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, dirigido por José Luis Romero? ¿al revisionismo histórico vinculado al nacionalismo oligárquico (Ibarguren) o al popular o revolucionario (Chavez, Ortega Peña, Duhalde)? ¿al de la izquierda nacional (Ramos, Puiggros)? ¿al marxismo (Milcíades Peña)? Todas estas corrientes estaban vigentes en la Argentina de los 60 y 70, tenían sus seguidores (los nombres señalados son sólo a título de ejemplo) que producían investigaciones con resultados diferentes, cuando no contrapuestos.

Quizás la ambiciosa propuesta consista en superar todas las corrientes vigentes en aquél momento.

Y para contribuir a esta superación los autores del Manifisto han elaborado “18 propuestas metodológicas, historiográficas y epistemológicas”.

Aunque podría decirse algo acerca de la relativa elasticidad con que se manejan estos conceptos, me quiero centrar en la cuestión del paradigma. Dada la referencia inicial a las corrientes historiográficas uno esperaría encontrar en la construcción de este paradigma plural un aporte para el desarrollo del conocimiento científico y, en particular, de las herramientas teóricas y metodológicas necesarias para alcanzar ese conocimiento científico. Esto no significa negar la existencia de otras formas de conocimiento, pero aquí estamos tratando de cuestiones científicas. Sin embargo el énfasis del Manifiesto está más bien puesto en los comportamientos de los historiadores que en las teorías y métodos. No es que los comportamientos, los alineamientos, frente a las situaciones en las que estamos involucrados como seres humanos y como parte de la sociedad en que vivimos sean irrelevantes. Todo lo contrario. Todos (aún los que lo niegan) estamos alinee dos y, por acción u omisión, fortalecemos una forma de organización social y una concepción del mundo. Pero, con relación al producción de conocimiento científico, no es suficiente.

En el Manifiesto hay un énfasis en “lo nuevo” que me recuerda algo que aprendí hace poco: (no soy sociólogo sino historiador) y es que “nuevo”, lo mismo que “gratis” son las palabras mágicas del marketing: exaltar la novedad de un producto incrementa su venta. Sin embargo a los científicos debería interesarnos más la aproximación a la verdad que a la novedad. Y aquí aparece uno de lo que me parece uno de los puntos débiles del Manifiesto. En la concepción de Historia a Debate la verdad histórica se decide sólo “a través de la comunidad de los historiadores” (propuestas II, VI, XIII). Aquí, como la experiencia argentina de las últimas dos décadas lo ha demostrado, nos acercamos peligrosamente a la conformación de una corporación, casi de un gremio medieval, donde los dictámenes de los “maestros” deciden que es verdadero y que no.

Voy a traer a colación dos ejemplos:

El primero: se ha difundido en la comunidad (corporación) de los historiadores argentinos, y así se enseña en la universidad, que para la clase obrera (o los “sectores populares” como es moda llamarlos hoy) la década de 1930 en Argentina es una “década de conciliación y sin lucha”; por supuesto basta observar la realidad misma de esa década para refutar semejante afirmación; por poner unos pocos entre los miles de ejemplos posibles podemos citar la huelga general de 1936, con sus combates callejeros, en que buena parte de la ciudad de Buenos Aires quedó en manos de los obreros huelguistas, de las mujeres y niños proletarios y de otras fracciones populares, que tomaron las calles, destruyeron más de 80 vehículos de transporte y obligaron a la policía a encerrarse en las comisarías y al gobierno a acuartelar las tropas del ejército y la marina y forzar a los empresarios a llegar a un acuerdo con los huelguistas; también la drasticidad de la lucha entre las organizaciones obreras y los defensores del orden establecido que llevó al mismo Nicolás Repetto (enemigo de los “métodos violentos” si los había) a proponer la organización de una defensa armada del Partido Socialista, que por cierto se constituyó. Sin embargo la comunidad de historiadores ha dictaminado que no hay lucha y esa es la “verdad” si se siguen los criterios del Manifiesto.

El segundo ejemplo: la comunidad de historiadores había dictaminado no hace mucho el fin en nuestros días de “la política en las calles”; nuevamente la observación de la realidad a lo largo de la década de 1990 hubiera permitido mostrar la falsedad de esta afirmación; sin embargo hicieron falta hechos como los del 19 y 20 de diciembre del año pasado, cuando la movilización popular forzó la renuncia del gobierno de la Alianza y de su ministro liberal Cavallo, para que se tomara conciencia de que esa “verdad” no era tal.

Esto nos remite a las condiciones en que se produce el conocimiento: se suele hacer referencia al compromiso de los historiadores con las luchas populares de las décadas del 60 y 70, y como esto “deformó” su mirada sobre la realidad, por lo que se habla del “fracaso de la ‘historia total’” de esos años. Mucho menos se toma en consideración el compromiso (objetivo) de muchos intelectuales (incluyendo historiadores) con la ofensiva capitalista acaudillada por la oligarquía financiera en los ‘80 y los ‘90, que ayuda a explicar con más fundamento aquel fracaso.

En esta ofensiva se inserta lo que vagamente el manifiesto llama “1989” y que, debemos suponer refiere al proceso de restauración capitalista en algunas de las sociedades donde, en algún momento, el proceso histórico había constituido embriones de socialismo. (Entre paréntesis seame permtido señalar que ese proceso, al que el Manifiesto da un carácter de hito que finaliza una era, sólo es percibido así en determinadas tradiciones dentro del socialismo científico; los que venimos de otras tradiciones dentro del mismo cuerpo teórico, consideramos que, sin dejar de reconocer la importancia del hecho, no es la primera restauración ocurrida en la historia de la Humanidad, ni tampoco señala una tendencia irreversible).

Entonces considero que habría que hacer hincapié más que en los “valores  compartidos” del nuevo paradigma, en los elementos teórico metodológicos necesarios para la construcción de conocimiento científico en la situación actual. Es decir, asumir como compromiso la busqueda de la verdad. Como, planteada esta afirmación, suele ocurrir que alguien manifieste que la verdad absoluta no existe, lo cual es obvio, debemos dejar en claro que estamos hablando de grados de aproximación a la verdad.

Y ya que el Manifiesto hace referencia a la necesidad de tomar “instrumentos ya construidos” voy a proponer algunos que han sido probados y más que probados para el análisis de las sociedades capitalistas (ya que de eso se trata hoy) y podríamos utilizar en la construcción de conocimiento científico: tener como central la dimensión enfrentamiento social, en tanto motor de los procesos históricos; enfrentamientos sociales que, mediante alianzas, se producen, fundamentalmente, entre clases sociales (aunque con múltiples manifestaciones que aparecen protagonizadas por las más diversas personificaciones de relaciones sociales); clases que se constituyen en el enfrentamiento y que tienen su asiento material en las relaciones establecidas en la producción y reproducción de la vida social; relaciones que determinan la constitución de mercados con territorios delimitados donde cristaliza un determinado estado de poder; que a la vez es inentendible por fuera de las relaciones entre los estados.

En síntesis, los instrumentos que dan cuenta de las relaciones de explotación y de opresión, y de los procesos de lucha que desarrolla la humanidad en la construcción de una sociedad más humana, por supuesto con el tiempo como dimensión fundamental en tanto es el espacio en que, como señaló

Marx, se desarrolla la humanidad.

Agosto 2002