El miércoles, 11 de setiembre de 2002, Primer Aniversario de nuestro Manifesto historiográfico, tendrá lugar un acto de presentación de HaD, a las 18 horas, en la Universidad Michoacana.

Participan

Boris Berenzon Gorn (Universidad Nacional Autónoma de México)

Ariel Arnal Lorenzo (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla)

Carlos Juárez Nieto (Instituto Nacional de Antropología e Historia)

Eduardo N. Mijangos (Universidad Michoacana)

Lugar

Auditorio de la Facultad de Historia
Morelia
Michoacán
Mexico

Información

Eduardo N. Mijangos

Estimados colegas, y futuros colegas, de la universidad michoacana:

Unas palabras de saludo, en nombre de la red y tendencia internacional de historiadores Historia a Debate, en este primer aniversario del 11-S que ha supuesto un importante giro en la historia y la historiografía mundial, encrucijada de vectores, hacia adelante también como bien muestra esta reunión con la vista puesta, sin duda, en el futuro esperanzado de la historia y de la historiografía, de México y del mundo.

El Manifiesto historiográfico dado a conocer el 11 de setiembre de 2001, y suscrito ya por 150 historiadores de 20 países, busca nuevas formas para conciliar profesionalidad y compromiso, innovación metodológica y utilidad

social, sabiendo que tenemos grandes precedentes pero también nuevas realidades, históricas e historiográficas, que precisan nuevas respuestas.

Os convocamos, pues, a todos y todas a la hermosa tarea de hacer colectivamente la historia del siglo XXI.

Nuestras 18 proposiciones historiográficas son abiertas, están a debate, sujetas a revisión permanente, son tanto vuestras como nuestras.

No digo más. Boris Berenzon, Ariel Arnal, Carlos Juárez y Eduardo N. Mijangos, a quien agradecemos la organización de este encuentro, hablarán más y mejor, con acento mexicano, de Historia a Debate y su Manifiesto, y recogerán vuestras opiniones.

Buen trabajo y hasta pronto,

Carlos Barros

Coordinador de HaD
Universidad de Santiago de Compostela
España

[Nota: Texto de la intervención de Boris Berenzon en la presentación de HaD en la universidad michoacana el 11/9/02]

¿La afánisis ó el ethos de la historia?
(A un año del Manifiesto de Historia a Debate )

A Emiliano Barajas Berenzon, en la alegría de su llegada «No debe reprimirse el pasado sino elevarlo a la interpretación. La historia es aveces una mentira encuadernada.» Anónimo

Por Boris Berenzon Gorn
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad Nacional Autónoma de México.

El panorama de la conmemoración

Una vez más las bestias de la reyerta hicieron cabriolas el 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, mostrando el tan anhelado «choque de las civilizaciones » y los cargados vientos de un capitalismo agotado, ansioso de sepultar la pulsión.

El abanico del tiempo se movió, para recordarnos una vez más que siempre habrá un día «cero», un día «D», un antes y un después, para hacer patente la decepción e impotencia de nuestras viejas sociedades, e para mostrar las heladas aguas del terror que siempre han deambulado en las luchas del poder desde que el tiempo es tiempo.

Estos monstruos abrieron cada cual sus fauces y desde hace doce meses se pasean intimidatoriamente por las calles; atacan, desde la violencia de modo activo, pero también y sobre todo, por omisión, lo que produce un panorama siniestro: aquello que debiera ser amparador se transforma en persecutorio o como lo mostró el grito desfigurado de Mr. President: «Si no están con nosotros, están con el terrorismo», No es así, no se trata de escuchar el alarido perverso; yo, nosotros, sí sabemos de matices: ni con ustedes ni con el terrorismo, más bien con el anhelo de la equidad, de la igualdad y los derechos humanos, del equilibrio del mundo, y sobre todo diciendo no a laespiral de la violencia.

Esto coexiste con los síntomas inmediatos de una globalización mal entendida: desocupación, expulsión del sistema económico, pauperización, lo cual conduce a la imposibilidad de toda idea de futuro incluyente, en los niveles individual y colectivo.

¿Pero cómo se presenta la comunidad de historiadores ante este movimiento que oscila entre la catástrofe y la creación?, ¿cómo afecta al trabajo de percepción e interpretación del pasado, del presente y del futuro? Lo hemos vivido a lo largo del tiempo, no vayamos a un pasado remoto pensemos en las guerras mundiales, el holocausto, los movimientos del sesenta y ocho, o 1989.

Diversas intermediaciones anudan el lazo entre psique, historia cultura y sociedad registros que se manifiestan en ideales e imaginarios de las
civilizaciones.

Estos registros generales son siempre un destino socialmente impuesto para la sublimación de las pulsiones, conceptos obligados de la sublimación, acambio del fin del conocimiento en abyección del saber.

La cultura ­mediante las instituciones de la sociedad­ es un lugar de apoyo para permitir la estructuración del conocimiento: esto hace que la cuota demalestar por habitar en ella sea tolerable.

La tesis cambia dramáticamente si consideramos la existencia de una sociedad en la cual ha caducado su función de amparo ­como la nuestra­, lo que la instala en un más allá del malestar en la cultura. Se hace insoportable y sin sentido la participación en el colectivo social.

Cuando esto ocurre, se puede producir una fragilización importante del ser.Y pueden tener lugar dos cuestiones que son solidarias: al permeabilizarse las fronteras, pueden alterarse la diferenciación yo/no-yo, adentro/afuera yentre instancias del pensamiento, además la depositación de lo mortífero que se realizaba en las instituciones se ve impedida, de modo que la pulsión de muerte queda libre.

Una vez más reaparece el malestar de la cultura en cuanto que no ofrece un lugar para el sujeto y exige el desvanecimiento de su deseo, el malestar en la cultura forma parte también del imposible de gobernar.

Por eso podemos pensar que, en el estado actual de nuestra cultura, todos somos potencialmente sociedades límites: se produce una suerte de estado de acotamiento artificial; los bordes del pensamiento ­entre instancias y entre la imaginación y la realidad­ se alteran y fragilizan, produciendo fallas enla tramitación del mundo pulsional/deseante e identificatorio. Las derivaciones de esta situación son múltiples.

Al respecto, quiero resaltar una de las consecuencias de ladesestructuración social, resulta notable cómo puede fecharse el origen de ciertos daños sociales a partir de los eventos de fines del 2001.

Il. La “afánisis”

La afánisis ha merecido dos consideraciones que resaltan: la de Ernest Jones y la de Jacques Lacan. El término proviene del griego aphanisis, y quiere decir invisibilidad, desaparición.

Para Jones se encontraría en la base de todas las neurosis, por provenir de una prohibición paterna: “Ninguna satisfacción sexual es permitida”. Resulta curioso ver como simbólicamente hace un año los aviones trataron de hacer una afánasis de esas torres del capitalismo.

Esta amenaza de una extinción de la sexualidad llevaría a tener que renunciar al objeto deseado, o bien al propio sexo.

Para Lacan, se trata más bien de la desaparición del sujeto mismo: el sujeto puede temer la desaparición futura de su propio deseo. Se trata, entonces, que la estructura lleva necesariamente a que el objeto y el sujeto sean lo mismo, se confundan, siempre en caída, la afánasis es entonces estructural el sujeto.

Esa es la modernidad desde Sade y ese es el malestar, ni la cultura puede dar amparo al «ello», a la desaparición del deseo, o a su evaporación lisa y llana, y a un desvanecimiento/desaparición del sujeto.

Se trata de la presencia del pánico al deseo del Otro, no existe un miedo mayor o que puede llevar a desear que exista un Amo del deseo. Lo anterior se encuentra potenciado por el actual estado de nuestra cultura, y la fragilización a la cual arroja al pensamiento. Veamos el sutil ­y seguramente incompleto­ entramado que lleva a esta consideración.

Hoy sabemos que las catástrofes sociales potencian el accionar del amo del goce y del deseo,  y que este actúa prohibiendo el deseo. A mayor desgracia, mayor sentimiento de culpabilidad, por mayor tensión; digamos, de paso, que este sentimiento de culpabilidad es señalado como uno de los mayores obstáculos para la vida en sociedad, porque la culpa nos muestra que se ha realizado un deseo y por lo tanto uno está dispuesto a ir a otra cosa. Esta dialéctica llevaría a lo señalado más arriba: dejar de desear o miedo a dejar de desear, por la imposición de una prohibición del desear. En el primer caso se superpone con un desvanecimiento del sujeto, ya que en el humano su condición de deseante es esencial: somos deseo en tanto nos hemos originado a partir del deseo del Otro.

La afánisis del sujeto se manifiesta actualmente como temor a la pérdida o directamente como abandono de lazos amorosos, estudios, vida social, produciendo en muchos casos aislamiento: la base es la mencionada, miedo a desear.

Las bestias están sueltas, en la realidad social y, como pulsión de muerte liberada. Lo que se produce es un miedo al deseo, a amar, miedo a Eros, por amenaza superyoica: hace que el sujeto desaparezca, se desvanezca, se vaya. Lo que, en círculo, lleva a un miedo a dejar de desear o lleva directamente a dejar de desear, lo que implica un eclipse del sujeto. Un efecto que suele acompañar este estado es la resignación, que es resignación del deseo ­amoroso, de lazos, proyectos­ también la indiferencia, el aburrimiento. Podemos avanzar un poco más. Si falla la función de amparo, esto significa que nos hemos quedado sin Otro, sin lugar en su deseo. Sufrimos, por así decirlo, las consecuencias de la afánisis del Otro, es decir, que el subrogado de los objetos paternos da las espaldas a la mayor parte de la población. Esto produce catástrofes no sólo sociales sino individuales..

Un significado del Manifiesto Historiográfico de Historia a Debate Pero, desde los bordes sociales y psíquicos a los cuales han sido arrojados los sujetos, también es posible la creación de nuevas formas. Para los historiadores implica el reto de llevar adelante su práctica en medio de la más absoluta incertidumbre sobre su actualidad y futuro (al igual que el común de la población), obligados también a crear nuevas formas para esa práctica y para la teoría social.

Se sabe que los individuos nos ubicamos socialmente de acuerdo a las coordenadas de tiempo y espacio en que nos toca vivir. Desde el análisis retrospectivo se ha llegado a esbozar la idea de que el sujeto actual no es el mismo que el de siglos pasados, ya que su posición está determinada, en parte, por la historia.

Es a partir de esta enseñanza que es posible pensar acerca de los significantes que marcan a un sujeto y que conforman lo que podríamos llamar: la subjetividad de una época. Cada época tiene un discurso que le es propio y cada generación produce, justamente, significantes que la representa. El manifiesto de historia a debate es y será sin duda alguna uno de los signos de nuestros tiempos. Así mientras, ante la crisis del ochenta y nueve, tuvo vigencia el nihilismo del fin de la historia, en el 2001 un grupo de historiadores, iniciamos el siglo contestando desde una honesta esperanza que apuesta al valor de la palabra del sujeto. Por ellos propusimos lo que bien podrían llamarse acuerdos mínimos.

Acuerdos mínimos:

Y así fue, en el hoy devastado Buenos Aires, síntoma y símbolo de nuestro tiempo, el octubre del año pasado, presentamos por tercera vez en el mundo el Manifiesto de Historia a Debate, arropados por la sombra de Borges, y la suficiencia de la Fundación Ortega y Gasset. Días de emoción que recorrían el tan añorado individualmente para mí por razones estrictamente familiares, a Buenos Aires, y como diría el tango: «¿como habrá cambiado tu calle Corrientes su facha Esmeralda, tu mismo arrabal .»

El viaje, en todas sus acepciones, fue entrañable. Platique horas y horas con Carlos Barros quién ya lucía después de un rato de estar en Argentina, un melodioso aire porteño, que competía con su tozudez gallega, y discutimos y soñamos varias veces sobre el Manifiesto; el sentido de éste lo mismo en Buenos Aires, que en toda Hispanoamérica, evocaba otro comienzo: era la primera propuesta que surgía del mundo hispanoamericano.

Redescubrí a un Carlos apasionado por construir el nuevo paradigma de la historia desde la conciliación, la crítica y una madura inclusión; así llegamos a la hermosa provincia de Entre Ríos, yo le insistí, en hablar de acuerdos mínimos, frase que se antojaba abierta, de adhesión, pero incierta, inacabada como lo es el manifiesto mismo, con ello se cumplía el deseo de muchos de nosotros, seguir adelante aceptando que algo habíamos logrado. Pero rompiendo la imposibilidad de desear. Allí se adhirió al diálogo la dulce y profunda crítica de Amelia Galetti y de otros muchos colegas argentinos. ¡Y sí! Vaya que han hecho una maravillosa aportación a la discusión a ritmo de milonga.

Hoy a un año de su publicación en la red ha sido ampliamente firmado por cientos de historiadores y presentado por lo menos quince veces, lo mismo en España, que Alemania, Guatemala, México, Ecuador, Perú, Colombia, Argentina, Noruega, por mencionar sólo algunos, probablemente el manifiesto se ha presentado con buen éxito en promedio mas de una vez al mes en un año. ¿Acuerdos mínimos? Sí, 18 tesis ontológicas, éticas epistemologías y metodológicas

A continuación presento cinco bloques que muestran las preguntas de fondo que pueden surgir de las tesis del Manifiesto que han girado por todo el mundo, dando más consenso en torno a la historia y que siguen siendo el pretexto inicial que construirá, a mi juicio, los cimientos del nuevo
paradigma histórico de este siglo:

· tesis epistemológicas

El manifiesto aborda las alternativas de los mecanismos históricos. ¿Cuáles son los mecanismos de la historia (leyes, factores, motores, tendencias, fuerzas en movimiento)? se pregunta si ¿Existe la esencia interior del fenómeno histórico? ¿Cuáles son las razones del devenir histórico (evolución, progreso, regresión, cambio o ninguno)?

· tesis metodológicas

Aqui entramos en los enigmas de la estructura de la historia. ¿Cuál es la conexión entre los mecanismos históricos y la estructura de la historia? (temporal y atemporal) ¿Cuál es la estructura temporal de la historia humana? ¿Cómo se estructura temporalmente el devenir humano? (épocas, estadios, formaciones, niveles; axis, centros y bifurcaciones)  ¿Qué puede ser «el fin de la historia», la posmodernidad y sus fuentes y cuál es su significado? ¿En qué consiste la estructura circunstancial de la historia humana? (geográfica, nacional, cultural, religiosa, política, social, económica, tecnológica) ¿Cuáles son los principales elementos de la estructura atemporal de la historia? (continentes, civilizaciones o sociedades, naciones o Estado-naciones, cultura, mundos, tipos socioculturales)

· tesis ontológicas:

Los problemas en el significado de la historia. ¿Cuál es la dirección general de la realización de los mecanismos históricos? ¿Cuál es el principio para la estructura temporal de la historia? (secuencia, círculo, espiral, evolución, progreso, regresión, crecimiento, desarrollo)  ¿Cuál el principio para la estructura atemporal de la historia?  ¿Existe el sentido de la historia?, ¿cómo deberían de ser las relaciones de un individuo, sujeto o comunidad respecto de los hechos históricos, cambios y procesos?; ¿existe un sentido de la historia o hay muchos sentidos de la historia? ¿Cómo pueden ser revelados, creados o formulados el sentido o sentidos de la historia? ¿Pueden éstos cambiar? ¿Cuál es la dirección general de estos cambios?

· tesis ontológicas y metodológicas

Los rompecabezas de la autodeterminación en la historia. ¿Cómo puede cualquier sujeto (individuo o comunidad) revelar su lugar, rol, estatus, o posición en el contexto de la historia humana? En otras palabras ¿cómo puede cualquier sujeto determinar o identificar su pasado, su presente y su futuro?¿Existen faltas históricas, méritos históricos o misiones históricas?, ¿podría ser alguien moralmente responsable de las faltas o los méritos de sus ancestros, o debería seguir realizando la misiones de éstos?

· tesis éticas

Los dilemas pragmáticos. ¿Es posible para cualquier sujeto determinar, revelar, o establecer sus valores (ideales, necesidades, preferencias, actitudes, principios, normas) sobre la base del conocimiento científico y la comprensión filosófica de la historia? o bien, ¿cómo puede ser usado el conocimiento científico a partir de la aceptación de una ciencia con sujeto y la comprensión filosófica de la historia en el devenir humano?; para abordar entonces, ¿cuáles son los principales temas éticos para la solución de los problemas antes señalados?

Firmemente sigo creyendo a un año de la aparición del manifiesto que solamente la discusión académica de fondo, frente a la apatía, las inercias del discurso del amo, y las críticas simplistas, baste con citar aquellos que dicen que los historiadores dedicados a la historiografía o a la teoría, somos como esos seres que se pasan mirando el ombligo, para no ver el resto de su cuerpo. En contra de estas visiones la discusión académica puede y debe permitir la aprensión del Ethos de los historiadores del siglo XXI.

Tlalpan- Morelia a 11 de septiembre de 2002.