Sexo y poder en Roma

El contexto socio-histórico en el que nació y creció la mayoría de comunidades del cristianismo naciente de los primeros siglos ofrece unos datos iluminadores para entender el tratamiento que hicieron de las comidas y las relaciones sexuales comida y sexualidad estaban también muy relacionadas en el mundo grecorromano. Las descripciones que conservamos de los banquetes (symposia) y las inmediatas sobremesas dan una idea de esta relación (si bien muchas de las reseñas son polémicas y quizá exageradas).

Nuestra sociedad considera las relaciones sexuales en general, y la penetración en particular, en el marco de unas relaciones sexuales libres, consentidas, y como parte de una relación positiva para ambas personas. Sin embargo, en el primer siglo, la realidad era muy distinta; ocurre algo similar con el divorcio. Hoy se tiende a pensar que el divorcio es un logro de sociedades avanzadas, libres, que expresan de ese modo la igualdad y libertad de todos sus miembros, especialmente cuando ese compromiso social se vuelve insoportable para el miembro débil de la pareja. Pero el divorcio, en la Roma imperial, y especialmente en el judaísmo de la diáspora, no era un acto de libertad al que el miembro débil de una pareja de casados podía recurrir en situaciones de desamor, humillación o violencia; era, fundamentalmente, el privilegio de la parte más fuerte para usar y abusar de la parte más débil. La penetración era, igualmente, un signo de poder y dominio quien penetraba a otro era el que ejercía el poder quien expresaba su autoridad, su propiedad sobre la otra persona.

Este concepto de penetración, abarcaba las áreas económica, política, doméstica, social de cada individuo, afectaba a su estatus y su honorabilidad. Jonathan Walters (1997) lo expresa así «la penetración sexual y la paliza eran dos formas de asalto físico y en términos romanos son estructuralmente equivalentes». «Para un varón romano, la libertad de no ser penetrado se aplica no únicamente a la superficie del cuerpo físico sino a la superficie social… [es decir] el establecimiento de fronteras personales, el acceso a la propia privacidad, la posibilidad de satisfacer las propias necesidades físicas y la autoridad para controlar el flujo de información en el propio entorno». Conforme se bajaba en la escasa social, cualquier persona (también los varones) estaba más expuesta a sufrir las consecuencias de este tipo de invasión (de un cuerpo físico dentro del entorno social de otro), así como descendía la capacidad de control de su propio entorno.

Tomado de Carlos Gil Arbiol, «Comida y Sexo en el Cristianismo Naciente», Tabúes y prohibiciones religiosas en las sociedades antiguas. Sevilla, 6 y 7 de octubre de 2011.

Saludos

Genaro Chic García
Universidad de Sevilla
http//www.genarochic.tk

PD. ¿Y qué es peor que una crítica? – La crítica constructiva. La gente nunca te lo perdonará (Eliyahu M. Goldratt, La meta, Madrid, 1993, p. 251)