saludos amigos de Historia a Debate,

En el caso de Venezuela, en el contexto del proceso revolucionario encabezado por el Presidente Hugo Chávez desde 1999, se ha iniciado una política de reivindicación de los excluidos, no solamente otorgándole poder económico y político, sino reconociendo su papel en la historia. Desde el discurso presidencial, pasando por los programas de estudios de las nuevas universidades, La Misión Cultura y las otras misiones educativas, el Centro Nacional de Historia, los nuevos medios de comunicación se ha hecho todo un esfuerzo por rescatar y reconocer el papel del saber popular y toda la historia de la mayoría de la población que fue sometida, no solo económicamente y políticamente sino marginados de la historia.

Con esta intencionalidad estamos totalmente de acuerdo, nuestras diferencias comienza en el plano metodológico. Lamentablemente muchos de los actores que pretenden convertirse en investigadores e historiadores de lo popular no cuentan con las herramientas teóricas y metodológicas para lograr este fin. No han sido formados para diferenciar entre lo que es una entrevista y una narración con lo que es la construcción histórica.

La fuente oral magnificada puede caer en el error de hacer de una historia individual, una biografía, una narración particular, convertirla en un hecho único, cuando a lo mejor no lo es. Se cae fácilmente en el individualismo, la magnificación de los personajes populares, lo que sería una historia al revés, pasando de una historia de los grandes héroes de las elites a una historia de los personajes e individualidades populares

La llamada historia oral muchas veces es el pretexto para hacer una historia de las victimas, como si se tratara de una narración mitológica o simplemente el drama de una película: la lucha entre el bien y el mal, entre lo bueno y lo malo, entre las victimas y los victimarios, donde los pobres siempre son las victimas y no son responsables ni culpables en nada de su situación. Todo es justificado como el producto de la dominación, de la explotación económica y de la alienación política y cultural. Al decir de Hobsbawm: “los historiadores profesionales son los principales productores de la materia prima que se transforma en propaganda y mitología” (1998. P 14).
Esto hace que desde la noche a la mañana comiencen a surgir desde etnias indígenas, culturas ancestrales, movimientos afro ascendentes, levantamientos políticos, protagonismo en la guerra de la independencia, magnificación de movimientos rebeldes y guerrilleros, pero que no tienen sustentación en ninguna otra fuente, salvo en la imaginación humana.

Debemos advertir de los peligros de una pretendida historia popular que en muchos casos más que una historia científica (con argumentos y uso riguroso de las fuentes) se convierten en una historia estrictamente ideológica, cargada de buenas intenciones pero con muy poca rigurosidad y carácter científico.

La historia popular tiene en la fuente oral un elemento primordial. Pero no podemos confundir historia popular con historia oral. Las fuentes orales también pueden servir para reconstruir la historia de las élites. Pero lo más importante es afirmar que sin la triangulación con las fuentes documentales primarias y secundarias la llamada historia oral se convierte en relato, en narración política, mitológica, útil para el análisis lingüístico y del discurso, pero no es historia.

Dr Pedro Rodrigue Rojas. profesor titular Universidad Simón Rodriguez . Barquisimeto, Venezuela.

21/11/2013

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El peligro de esa «historia popular» estriba también en que cualquiera se siente historiador. En el caso venezolano uno de los problemas ha sido que los historiadores de oficio o de escuela generalmente escriben para eruditos. Con escasas y honrosas excepciones, construimos una historiografía que no se orienta al común de los mortales. Se usa un vocabulario rebuscado y pasado de moda y se da vueltas a los mismos temas en los que el país nace con la Independencia, con lo que se obvia el proceso formativo de la nación y se estimula el culto a personajes destacados fundamentalmente por sus estrategias bélicas. Y es peor en las ciudades de provincia, donde cada cual necesita demostrar parentesco con algún prócer de la Independencia. En Trujillo, por ejemplo, se inventó una heroína que, como mínimo, redactó junto a Bolívar la Proclama de Guerra a Muerte. Favorecida su invención por el gobernador en turno, el folleto (¡o folletín!) en que se contaba su «historia» fue repartido en todas las escuelas basicas y liceos del estado, y se obligó a los docentes, desde la Dirección de educación estadal, a estimular su estudio, a representarla en manifestaciones de teatro escolar y a que se incluyera ademas, en los libros de texto que distribuye gratuitamente el gobierno nacional en las escuelas. Y esto se hizo.Apenas este año, el Centro Nacional de Historia reconoció la falsedad del personaje, pero tenemos tres años de insistencia escolar acerca de su existencia.

Diana Rengifo
U.L.A-NURR, Trujillo
Venezuela

22/11/2013

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Interesante relato el del personaje histórico inventado en la ciudad de Trujillo, en Venezuela. Digno de historiar, además, el hecho. ¿No tiene más detalles? A mí me da mucha curiosidad.

David Roca Basadre
*IECOP – Instituto de Ecología Popular*

2/12/2013

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Hola a tod@s

Al final lo que se va poniendo de relieve en este debate es que el conocimiento histórico en la práctica es un instrumento de ideologización, que no puede rehuir de su esencia de «Ciencia Social», y que (como todas ellas) no puede ser «neutral» (aunque tampoco lo son las ciencias experimentales, que se lo pregunten a Galileo, por ejemplo).

Esto no significa que las ciencias no puedan ser «científicas» (disculpen la redundancia). Significa que el propio concepto de «ciencia» (en este caso, historia») es una construcción social, sujeta a los condicionantes y a las tensiones de la dinámica social. Por eso han
nacido y desarrollado diversos paradigmas, cuya evolución no es del todo independiente de los procesos históricos, aunque se desenvuelva con su propia dinámica.

Saludos cordiales,
Domingo Marrero Urbín
Profesor de secundaria
IES Lila, Gran Canaria.