A partir del caso del origen del Camino de Santiago quisiera proponer el tema de las «falsedades» históricas y de cómo producen realidades sociales por completo auténticas. La supuesta (quiero decir falsa) llegada de los restos del apóstol Santiago a Galicia, su hallazgo y conmemoración, siendo una mistificación típicamente medieval como respuesta de aglutinación ideológica frente al Islam, hoy se presenta ante el gran público sin ponerla en cuestión, de modo que la mayoría de la gente se sorprende al escuchar que jamás estuvo en la península ni Santiago ni sus restos. Nada de esto, por supuesto, cuestiona la realidad histórica, social y cultural del Camino de Santiago, su importancia crucial en la unidad cultural de la cristiandad, el flujo de influencias aglutinantes que supuso para la península y para Europa. Negando el milagro no se niegan las creencias y la realidad cultural que conllevan, naturalmente, pero busquemos la verdad y desterremos las mistificaciones.

Otro caso muy interesante y similar en su origen es el de la «aparición» del los supuestos huesos de Cuauhtémoc, héroe oficial azteca para la construcción ideológica de la Nación Mexicana hubo tales arranques de fervor que los antropólogos que se atrevieron a negar su autenticidad eran acusados de traidores extrangerizantes.

Desde la refutación de la llamada «donación de Constantino» muchas son las falsedades históricas por denunciar, aunque ello suponga a veces enfrentarse con el inconsciente colectivo…

Gracias y adelante

Carlos Santamarina