Construir con la ciencia y no contra ella.[18/1/01]
por Pablo Romero

Entiendo que nadie se escapa a creer en algo como válido en el campo del conocimiento y en cuanto al hombre y su vida, más allá de que se tenga una apertura que nos inmunice de asumir fácilmente posturas dogmáticas. El asumir los matices y los entremedios, si bien es una posición más «sana», no deja de ser eso: una posición. Y no deja de creer quien la asume que el otro es fundamentalista y uno no lo es, por lo cual en cierto grado se puede correr el riesgo de caer en lo que uno crítica. Por eso entiendo que lo único que nos puede salvar realmente de no ser fundamentalistas, no es acusar de fundamentalista a todo lo que consideramos que es pensamiento en blanco o negro, sino en mantener una postura crítica, tanto que nos permita integrar aspectos de diversas áreas. Y en ese camino, es que yo considero que el conocimiento científico, que el método científico, en momentos donde su modelo está en crisis, no debe ser ferozmente atacado, con una saña que se puede tornar irreflexiva, sino que hay que rescatar lo válido de un conocimiento que no sólo nos ha dado cosas negativas, como se sugiere, sino que también nos ha mejorado la calidad de vida, la expectativa de vida ( ya no nos morimos por una simple gripe, por ejemplo) y que nos ha permitido conocer más acerca de nosotros y del mundo que nos rodea (aun cuando sus respuestas sean menos bellas que las de un poeta).

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También, por ejemplo, la criticada civilización tecnológica nos ha dado esta maravillosa oportunidad de contactarnos a través de Internet, permitiendo un intercambio cultural que ha revolucionado positivamente el mundo. O sea, no todo es malo, y generalmente disfrutamos bastante de las cosas que nos brinda esta civilización tecnológica, lo cual, por supuesto, no quita que seamos fuertemente críticos con muchos de sus aspectos ( especialmente con el resultado socio-económico que se deriva de ella). Yo entiendo que uno sienta que con el advenimiento del racionalismo cartesiano, del modernismo científico, el mundo haya sufrido una especie de desencantamiento, en donde la comunión mágica que unía los hombres de otra forma y entre si con su entorno natural, ha ido desapareciendo paulatinamente. Creo, comulgando con Nietzsche, que no hay que quitar todos los velos, tal cual se propone la Ciencia (pero no por esto la condeno, sino que digo que sólo cumple con su papel, el cual también considero necesario para nuestra existencia) y que los mitos, por ejemplo, deben ser parte esencial de nuestra vida.

Bien, aceptemos la necesidad de darle al mundo un reencantamiento, tarea que la Ciencia parece no poder cumplir. Ahora, en ese proceso de reencantamiento del mundo ¿por qué lo que aparece como opción válida para asumir ese camino, basa parte importante de su discurso en criticar el modelo científico? Yo creo que la ciencia aporta un conocimiento importantísimo y que con ese tipo de discursos se propaga la certidumbre de que asumir una formación científica ( y al decir esto no me refiero a formarse en las ciencias naturales, pues hablar de ciencia no es restringirse sólo a ellas) es algo de una enorme inutilidad. Y yo soy de los que creen que hoy más que nunca se necesitan lectores científicos repito, no me refiero a saber de Física, química, Biología, etc, sino a individuos preparados para asumir responsabilidades intelectuales, posiciones críticas, en lo cual creo que la actitud científica se torna vital, en cuanto que te brinda la cuota de escepticismo , de duda, de meditación metódica, que es base de un pensamiento inteligente y creativo). Y repito, quiero dejar definitivamente en claro algo: cuando hablo de Ciencia, no me refiero exclusivamente a las ciencias naturales, ni al individuo de única blanca de un laboratorio, sino que incluyo a las ciencias sociales, humanas, en cuanto a que lo que nuclea a las diversa disciplinas bajo el status de Ciencia no es un tubo de ensayo sino el método científico, en donde entra la falsabilidad, el desarrollo de hipótesis, tesis, etc.; lo cual indica una actitud que trata de filtrar racionalmente ( y no creo que esto sea algo malo, perverso, pues entonces todos nuestros actos cotidianos lo serían) los problemas sugeridos por el pensamiento humano y por el descubrir quiénes somos y por descubrir el mundo del cual formamos parte. Y la filosofía , por ejemplo, nace como una respuesta racional al mito. El movimiento que surge con Tales implica la paulatina racionalización del mito. ¿ o es lo mismo Homero que Platón aún cuando éste último mantenga una filosofía matizada por el mito? Y de allí en más la historia de la Filosofía se ha ido desenvolviendo, con marchas y contramarchas, en un camino racionalizador. Ya por esos primeros pasos de la filosofía occidental podemos decir claramente que Aristóteles no es lo mismo que Platón, que el camino pragmático que inaugura el primero es parte importante de todo un proceso de racionalización (aun cuando leer a Aristóteles bajo la lupa del hoy nos siga pareciendo -especialmente en sus libros de metafísica- un místico).

Yo creo que en ese proceso de abandonar posturas mítico-mágicas se ha perdido parte de ese encanto del que antes hablaba, pero se ha ganado la posibilidad de enfrentarnos al mundo con una postura crítica que si bien ha propuesto la eliminación de la magia como medio de salvación y la eliminación de la búsqueda metafísica-religiosa como respuesta a las interrogantes del hombre, ha abierto puertas interesantes, especialmente en cuanto a que se ha centrado en los asuntos terrenales y materiales del hombre, algo que por mucho tiempo fue pospuesto. Y no digo que con esto alcance (con preocuparse únicamente de las relaciones materiales, o sea, de las relaciones del hombre con el hombre y del hombre con la naturaleza, pues cuando uno habla de materialismo no está hablando de relaciones monetarias, por cierto) pero sí digo que el materialismo es un espacio de reflexión imprescindible, pues entender, por ejemplo, el desenvolvimiento socio-histórico de las sociedades y de sus relaciones de poder, entender los mecanismos el poder, es parte fundamental para liberar al hombre que se ha alienado en el consumismo y en la suma de egoísmos individuales que representa el llamado neoliberalismo. Y, con todo respeto lo digo ( y no aludiendo a nadie, por cierto) que sigue siendo una actitud científica (me refiero a ésta en los términos que ya lo he hecho antes, o sea como una actitud reflexiva frente al conocimiento y no en cuanto a estereotipar ciencia= tubo de ensayo=ortodoxia) el adentrarse en ciertas obras del pensamiento político social moderno (Maquiavelo, Locke, Rousseau, Marx, por ejemplo) y contemporáneo (Foucault, Castoriadis, por ejemplo), de cara a tener una participación activa, creativa, en la creación del imaginario colectivo, como paso de liberar y liberarse de la alienación en que nos ha sumergido la actual sociedad capitalista (formada por ovejas acríticas) que en practicar el tarot, la yoga, etc. Si bien creo que esas son otras formas de conocimiento, no estoy de acuerdo con que se fundamenten en que son alternativas al «alienado» y «fracasado» mundo científico. En todo caso, habría que tener una visión holística, integral, en donde las diferentes ramas del conocimiento coexistan positivamente. Yo, en lo personal, no me considero un fundamentalista por considerarme más cómodo en terrenos de la ciencia que en otros terrenos. Y no considero que toda la ciencia sea fundamentalista, puesto que desde que Kuhn planteó el concepto de paradigma, la posibilidad de dogmatismo se ha casi esfumado. Sobre este aspecto, María Eugenia Parra Sabaj, en su artículo: » La metáfora que devela el paradigma del siglo XXI», escribe: » Kuhn entiende que las ciencias no avanzan en un proceso acumulativo continuo sino que operan bajo el predominio de paradigmas, los que periódicamente dan paso a nuevos paradigmas como resultado de una revolución científica. Para Kuhn, un paradigma científico es «el conjunto de realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica» [Kuhn, 1971:13]. Este autor describe el proceso de cambio de un paradigma científico a otro como ocurriendo siempre en una misma secuencia. Un paradigma se implanta en una comunidad científica y dirige un período de trabajo que él llama de «ciencia normal». El período de ciencia normal se desarrolla hasta que comienzan a surgir problemas que no aceptan ser resueltos bajo el modelo imperante. Puede ocurrir también que en la solución de problemas normales surjan resultados inesperados, lo que Kuhn denomina una anomalía. La ciencia normal, entonces, «se extravía» y cuando se han ya acumulado demasiadas anomalías o problemas insolubles comienza una etapa de investigaciones extraordinarias que termina en un nuevo conjunto de bases para la práctica normal de la ciencia: un nuevo paradigma. El período de investigaciones extraordinarias es un período muy intenso, que involucra una situación de crisis del antiguo paradigma y una etapa de conflicto de paradigmas en el que la comunidad científica intenta defender el antiguo y los elementos innovadores intentan imponer su punto de vista, su paradigma revolucionario. Este se implanta finalmente iniciándose otra vez un período de ciencia normal, ahora bajo el nuevo paradigma que se ha impuesto. El esquema del proceso de cambio de paradigma científico descrito por Kuhn: paradigma ­ ciencia normal ­ crisis ­ revolución científica ­ nuevo paradigma, parece ser lo que tácitamente se ha adoptado de su ensayo y extrapolado a los procesos de cambios históricos, permitiendo el uso común de la noción de paradigma aplicado a la cultura. Desde esta perspectiva, un Paradigma cultural es aquel conjunto de supuestos sobre la realidad y sobre el ser humano que subyacen a una visión del mundo, que a su vez forma parte de los fundamentos de una determinada cultura. [Dockendorff, 1990:3] «.

En este sentido, yo creo que la posibilidad de que algo que hoy consideramos peyorativamente esoterismo pueda convertirse en una teoría científica, y que abra las puertas a un nuevo paradigma, es posible, pero lo es en la medida que no abandona una actitud reflexiva, de honda actitud científica (en el sentido de investigación metodológica, me refiero). Hace años (década del 70′) , por ejemplo, la teoría de Gaia, del químico Lovelock y el microbiólogo Lynn Margulis, quienes llegaron a la conclusión de el planeta tierra (Gaia) es como un único organismo viviente, que presenta las propiedades y comportamientos típicos de todo sistema autorregulado, y por lo cual concibieron la vida en términos holísticos, en donde todo está relacionado con todo, fue considerada por la comunidad científica como una especie de literatura New Age. Y hoy día, no sólo es una teoría aceptada por toda la comunidad científica, sino que es uno de los principales puntos de investigación dentro de la misma. Pero lo es porque la base científica que tenía la teoría de Loveclock era firma y seria y por eso pudo sucumbir a las siempre primeras actitudes reaccionarias del mundo científico. En fin, lo que quiero decir es que no todo es digno de ser considerado como conocimiento imprescindible para un mejor desenvolvimiento de la vida humana, que creo que es por ejemplo, el principal motivo de ser de la ciencia.

Pero quizás lo que más me interese resaltar es que si bien yo considero que la actitud científica y el método científico son prioritarios (al menos en lo personal, en cuanto a mí manejo individual por este mundo) y que están un escalón más arriba que otros métodos y formas de conocer, no por eso mantengo una actitud cerrada frente a esas posibilidades que se presentan como alternativas o complementarias al modelo vigente, sino que entiendo la necesidad de integrar saberes, sólo que no comulgo con que esto sea haga de manera indiscriminada, acrítica.

Yo apuesto por la convergencia y el mutuo reforzamiento de los distintos caminos epistemológicos, pero lo que me molesta un poco en estos tiempos es que se considere que la ciencia no se ha abierto a las nuevas posibilidades pues esto no es así. Si bien es cierto que todavía el paradigma mecánico dentro del mundo científico es aún hegemónico, tanto en la física, la biología, la neurofisiología, la psicología y la antropología se están aportando ideas nuevas que implicarían un desmantelamiento completo del mismo y un acercamiento a una visión holística, en donde se contempla de otra manera los caminos y las necesidades espirituales del hombre. Los movimientos ecológicos, liderados muchas veces por intelectuales y científicos, son otra muestra de esto. Yo entiendo claramente que las ciencias naturales de hoy no pueden ya adjudicarse el derecho de negar la pertinencia y el interés de otros puntos de vista, de negarse en particular a escuchar los de las ciencias humanas, de la filosofía y del arte. Prigogine y Stengers, en su libro «Metamorfosis de la ciencia» señalan que: » La ciencia es ciertamente un arte de manipulación de la naturaleza. Pero es también un esfuerzo por comprenderla, por responder a algunas preguntas que de generación en generación los hombres no han dejado de hacerse.» Sobre este punto de metamorfosis de la ciencia, Parra, en el artículo citado anteriormente, señala: » La física ha debido modificar su visión mecanicista de la realidad al descubrir en sus laboratorios de física atómica que el mundo más parece un organismo vivo que una máquina, en el que todo se interrelaciona e influencia mutuamente y en el que sujeto y objeto, observador y observado no son distintos sino forman parte de la unidad de ese todo dinámico e interrelacionado. La biología al intentar mirar al hombre más allá de sus componentes moleculares y estudiarlo como un organismo vivo, se ha encontrado con una red de sistemas integrados que va desde el más simple organismo unicelular hasta la biosfera y el ecosistema planetario. Cada organismo individual forma parte de un organismo mayor compartiendo una misma dinámica de los seres vivos. El hombre forma parte de este gran tejido dinámico y altamente integrado, en el que a menudo resulta difícil definir los límites entre un organismo y su entorno. En el marco de la nueva biología, al igual que en la física, el hombre pierde su calidad de ser superior separado del resto del mundo y facultado para manipular su entorno a su arbitrio. Pasa, por el contrario, a integrar ese todo dinámico y vivo cuya armonía le corresponde ahora preservar. Desde la psicología surge una concepción del hombre capaz de actualizar dimensiones de ser más allá de la razón, sin negar esta última, y descubrir potencialidades desconocidas. A partir del estudio de la conciencia, la psicología transpersonal, la más reciente de las escuelas psicológicas, está accediendo a una concepción del hombre que rescata la dimensión trascendente como la parte esencial de su identidad. »

Y recalcando este espíritu científico que se aparta de esa ortodoxia que se le achaca, quisiera culminar con una trascripción de un párrafo del libro de Prigogine y Stengers, quienes señalan que: » El descubrimiento de la complejidad es, ante todo, un desafío. Nos recuerda que nuestras ciencias están todavía dando sus primeros pasos, que fueron apasionados, pero a veces presuntuosos. Hoy empezamos a reconocer lo que implica la idea de un mundo intrínsecamente activo y, por tanto, a comprender hasta donde llega nuestra ignorancia. Pero esta complejidad lleva también consigo la esperanza de una nueva identidad de la ciencia, la esperanza de una nueva alianza. Con ello afirmábamos que, más allá de falsas clasificaciones, de prohibiciones, de limitaciones culturales, políticas y económicas, las ciencias no tienen, por derecho, otro límite que el de la creatividad humana. No son una limitación fatal a la que deberíamos someternos, sino una limitación que produce un significado que no dejamos de crear y que podemos crear de forma que no construyamos contra ella, sino con ella, las nuevas vías de diálogo entre los hombres y con el mundo que habitan. [Prigogine y Stengers, 1997].»

Ese es el punto: construir con la ciencia y no contra ella.

Pablo Romero

¿HUMANIDAD O NECESIDAD?. APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LA MEDICINA PREVENTIVA Y CURATIVA EN EL SIGLO XIX. [1/9/06]

La diferenciación entre medicina preventiva y medicina curativa fue marcada en el siglo XIX, con el nacimiento formal de la primera. La medicina preventiva difiere de la medicina curativa debido a que la primera es una ciencia en tanto, es decir estudia las causas de las enfermedades y las maneras o medios para destruir esas causas. Y, la segunda es un arte porque estudia los síntomas de las enfermedades y el tratamiento de las mismas, es decir el predominio y los efectos en las colectividades más que en el individuo.

Los inicios de la medicina preventiva no son claros y se confunden con la evolución sanitaria de Inglaterra, es decir se responde a una coyuntura. Lo que actualmente puede llamarse una ciencia, puede ser vista también como el imperativo del hombre que busca su bienestar pero también el desarrollo de su sentido de humanidad, lo cual está en concordancia con la impronta que marcó el siglo XIX: “el progreso”. Una nota de prensa afirmaba: “…y el progreso se inicia con poderoso impulso”. [1]

Las ciencias médicas en el siglo XIX puede afirmarse con certeza que estaban desprovistas de medios de investigación clínica y patológicos, es decir, desprovistas de los elementos indispensables para llegar a la certidumbre en el diagnóstico y en el acierto en el tratamiento. La medicina no era, en 1800 sino una compilación de hechos sin conciertos, un cúmulo de doctrina, y sistemas sin base cinética.

Huelga tener en consideración que no podemos hablar de ciencias médicas alejadas de la tecnología para el siglo XIX, hacia 1816 Laenpec inventó el estetoscopio, el cual ayudó a estudiar las enfermedades de pecho y nuestro personaje se erigió en el descubridor de la auscultación, usado mayormente en las mujeres embarazadas. En el segundo tercio del siglo XIX se empleó la electricidad en la mujer embarazada.[2]

En 1850 se usó por primera vez el uso clínico del termómetro mas en 1968 se generalizó y metodizó en el estudio de las enfermedades. La termometría clínica es una de las más importantes adquisiciones tecnológicas del siglo XIX.

Los progresos en el campo de la investigación patológica o post mortem no quedaron de lado. Desde los primeros años el siglo XIX, los estudios de las lesiones encontradas en los cadáveres atrajeron la atención de los observadores. En 1820 Bretonneau, describió las lesiones intestinales características de la fiebre tifoidea y se separó del tifus petequial con el cual se le había confundido, lo cual permitió que la prevención sea focalizada y que su extinción sea eficaz.

La tecnología impulsaría a la ciencia, un caso fue el del microscopio compuesto incesantemente y mejorado, dio como inicio a una ciencia muy importante: la bacteriología que permitió que personajes como Pasteur, Davaine , Pollender, Hansen, Obermeier brindasen su aporte a la medicina curativa.

En la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a construirse ingeniosos instrumentos para facilitar el examen, diagnóstico y tratamiento, de muchas enfermedades. Entre los más importantes la radiografía. A principios de enero de 1896, el profesor Roentgen, de Wurzburg, anunció el descubrimiento de una luz especial capaz de atravesar ciertos medios opacos. Este invento fue perfeccionado de manera rápida.

La ciencia iba de la mano con la tecnología y una clara muestra de ello fue la seroterapia diftérica que en 1891 se puso en práctica en los hospitales de Berlín. Al mismo tiempo, se puso en práctica la seroterapia antidiftérica como medio para prevenir la difteria. Esta práctica redujo los índices de mortandad en Massachussets del 28 al 15%. Posteriormente se extendió el uso de sueros, inclusive contra las picaduras de serpiente, contra la peste y contra la fiebre amarilla.

La cirugía es una muestra contundente de la unión entre ciencia y tecnología y del producto de la medicina curativa, pues fue usada básicamente con esos fines. A lo cual agregamos que la creación genuina del siglo XIX fue la ginecología, la cual fue desarrollada por Spencer Wells desde 1857, cuando consiguió demostrar la justificación de la variotomía.

Años después se desarrolló la cirugía militar con fines curativos que aprovechó la anestesia y antisepsia para mitigar los horrores de la guerra.

En la historia de las ciencias y, específicamente, de las medicas se combinan la humanidad y la necesidad del hombre por no sentir el dolor o por evitar la muerte.

Yeni Castro
Universidad Andina Simón Bolivar
Quito, Ecuador

[1] El comercio, Lima jueves 03 de enero de 1901.

[2] Es de considerar que el hémelo de la electricidad como agente terapéutico pertenece al siglo XVIII, mas su empleo sistemático y científico pertenece al siglo XIX.

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Es el papel historico que juega la historia dentro de sus limites de tiempo y espacio que permiten tener valor, como ciencia que construye,dentro de la sociedad, la ciencia a las diciplinas, esto quiere decir si la historia hace las diciplinas como tal.

Juan Carlos Mendoza Soto
Universidad del Atlántico
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